Es duro tener un hermano más listo, más guapo y más popular que tú. Y eso es lo que le pasa a la lima. Raro es mencionarla sin hacer alusión al limón. De acuerdo que ambos son cítricos del género Citrus, que su pulpa está llena de jugo y que son dos inestimables fuentes de vitamina C. Pero la lima también merece su propio espacio.
Empecemos por su nombre científico: Citrus Aurantifolia. Tiene cáscara verde y más fina que la del limón. Esta es una de las razones por las que esta fruta es bastante más frágil que el fruto del limonero y también lo que explica que se seque con bastante más rapidez. La pulpa es de color verde amarillento (un tono conocido precisamente como verde lima). Su forma es redondeada, a diferencia del limón cuya silueta tiende a ser ovalada. De tamaño, la lima suele ser bastante pequeña, no mucho mayor que una bola de golf. En cuanto al sabor, es claramente ácido e intenso, a diferencia del limón que tiene una cata ácida, pero más dulzona. De ahí que la lima sea una de las frutas favoritas de los cocteleros para aportar un toque cítrico ácido a sus combinados.
Su temporada se extiende desde finales de agosto a diciembre. Para acertar con la compra lo mejor es tantearlas ante: si pesan es señal de que albergan buena cantidad de jugo. Si por el contrario parecen huecas y al peso son sospechosamente ligeras, probablemente hayan empezado a secarse por dentro y no sirvan para nada. En cuanto a la piel, como con casi todas las frutas, la falta de tersura, los golpes o zonas hundidas indican que ha empezado a echarse a perder.
No tanta vitamina C
Si el limón es una aprisionadora de vitamina C, la lima es ligeramente más modesta. Por cada 100 gramos de producto comestible se obtienen 44 mg de vitamina C (frente a los aproximadamente 50 mg de un limón). Entre sus funciones, además de la de proteger nuestras células del daño oxidativo que causan los radicales libres, interviene en la formación de colágeno para los músculos, la piel, los huesos y los dientes, y mejora la absorción del hierro.
A diferencia de otros cítricos como la naranja, es baja en energía: apenas 20 kcal por 100 gramos. Aporta también 2,8 gramos de fibra, siempre que se ingiera la pulpa completa. Si por el contrario solo es el zumo, apenas tendrá.
No hagas un mojito a lo loco
Su sabor intenso, ácido y poco dulce, así como el tono verde casi eléctrico, le abren las puertas de casi todas las coctelerías del mundo. Por si fuera poco, la pulpa no tiene semillas (o son muy escasas), lo que facilita su exprimido sin necesidad de colar la pulpa. Junto a la hierbabuena, es un elemento básico del mojito. Y al igual que los valencianos se irritan cada vez que alguien perpetra una de las denominadas paella con cosas, los cubanos se echan las manos a la cabeza cuando se hace un mojito de cualquier manera.
Los cubanos prefieren echar la lima troceada, no exprimida en el fondo del vaso tipo Collins o Fizz. Unos toques de mortero bastan para que la fruta suelte jugo y parte de los aceites naturales de la piel. Esto aporta un sabor especialmente ácido y aromático al cóctel, aunque estéticamente el vaso no quede tan limpio. Por eso, los popes de la International Bartender’s Association dan por bueno el cóctel solo con zumo de lima.
Alegría para pescados y postres
Por lo que respecta a los platos para todos los públicos, la lima puede sustituir al vinagre en las ensaladas para aquellos paladares que desean un aliño menos incisivo y más frutal. El jugo también se emplea para realzar platos de pescado y marisco. La cáscara, como también sucede con la del limón, es ampliamente utilizada en repostería para aromatizar.
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