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El cementerio de Bilbao se abre a más duelos: del perinatal a las mascotas

La nueva normativa del camposanto incluye mejoras en derechos, zonas para la comunidad musulmana y un futuro servicio de cremación de animales

María González perdió a su hija en la semana 37 del embarazo. Era la primera y todo evolucionaba con normalidad hasta que, por causas naturales, Lucía falleció tras cuatro vueltas del cordón umbilical. “Entré en la maternidad por la puerta grande”, afirma con sorna. En ese momento, hace ahora nueve años, González tomó conciencia de “lo invisible que era ...

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María González perdió a su hija en la semana 37 del embarazo. Era la primera y todo evolucionaba con normalidad hasta que, por causas naturales, Lucía falleció tras cuatro vueltas del cordón umbilical. “Entré en la maternidad por la puerta grande”, afirma con sorna. En ese momento, hace ahora nueve años, González tomó conciencia de “lo invisible que era el duelo perinatal y lo complicado que era hablar de ello”.

Empezó entonces una terapia para superar la pérdida, pero rápidamente entendió que debía pasar al “activismo para dejar de ser un tabú”. Fundó junto con otras seis mujeres que habían vivido situaciones similares la primera y única asociación en Euskadi y Navarra para familias que han perdido un bebé durante la gestación, Esku Hutsik (Manos Vacías, en euskera). “Nos parecía importante dar a conocer estas situaciones y tener un espacio donde poder visibilizarlo”, recuerda esta madre.

Arrancaron un trabajo conjunto con el Ayuntamiento de Bilbao, actualmente dirigido por una coalición de PNV y PSOE, y fruto de ese proceso surgió el primer monumento conmemorativo para muertes perinatales. Se ubicó en el cementerio de la capital vizcaína y se convirtió en el primero de Euskadi. Ahora este espacio, en funcionamiento desde 2019, ha sido reconocido oficialmente tras la última actualización del reglamento del camposanto. “Es importante verbalizar la muerte perinatal y dejar de tratarla como un tabú”, sostiene el concejal del área de Salud y Consumo, Álvaro Pérez (PSOE).

Hasta hace poco menos de 15 años, la legislación española no daba respuesta jurídica a la pérdida de un hijo que no había tenido vida autónoma fuera del útero. Si no había vivido 24 horas, no se podía inscribir como persona. Se consideraba un resto quirúrgico. “Había muchísimas familias que no tenían la opción de recuperar el cuerpo de su bebé y poder hacer un ritual de despedida”, lamenta González.

Afortunadamente, en los últimos años esta situación ha cambiado: todos los hospitales vascos cuentan con protocolos y cada vez son más los cementerios con un espacio específico para sobrellevar el duelo. A Vitoria, Legazpi y Hernani se sumarán, próximamente, Irún y Antzuola, todos estos municipios ubicados en Gipuzkoa. En el de Bilbao, una escultura simboliza el útero materno y se acompaña de una segunda pieza con pequeños orificios que representan “todas las estrellas no nacidas”. El visitante puede introducir en ellos cápsulas con algún pequeño detalle que recuerde al bebé, como un patuco, un dibujo o una pulsera.

Normativa actualizada

La nueva normativa del camposanto bilbaíno se actualiza “para adaptarla a los nuevos tiempos, especialmente, en aspectos más humanos y en materia de sostenibilidad”, explica Pérez. Sus responsables matizan que el cambio no solo obedece a una vía para asegurar los derechos de las personas usuarias tras los últimos cambios legislativos, sino que es una forma también de interiorizarlos como prestadores del servicio.

“Tiene una ventaja interna, pero sobre todo externa: decirle al ciudadano que sabemos que está ahí y que queremos respetar y reconocer sus derechos”, asegura. Además de reconocer un espacio en homenaje a los bebés fallecidos antes o poco después de nacer, el documento también fija otras novedades para este servicio municipal.

Cementerio para mascotas

En una ciudad en la que los perros son más numerosos que los niños, no podía faltar un espacio destinado a las mascotas. 2027 es el año previsto para que los perros, gatos y hurones —los animales considerados mascotas, según la ley española— sean incinerados en este emplazamiento. Después, sus dueños podrán esparcir sus cenizas en un área específica, similar al bosque del recuerdo existente para personas.

“Nunca serán animales de más de 80 kilos, como caballos, ni de 10 gramos, como peces”, detalla el director del cementerio de Bilbao, José Antonio Fernández, durante una visita con EL PAÍS. El planteamiento es ofrecer el servicio en tres fases: recogida del animal con cámara frigorífica, cremación en las instalaciones y un espacio sereno con fuente y árboles, donde las familias puedan despedirse.

Zona para personas musulmanas

En Bilbao, la ciudad de los muertos es más populosa que la de los vivos. En el camposanto hay enterradas 400.000 personas, mientras que en la villa viven 348.000, según el INE. El 4% de esa población pertenece a la comunidad musulmana, quien también contará con un área propia. “El problema sería no disponer de espacio en estos 208.000 metros cuadrados, porque los musulmanes no practican la cremación, pero lo tenemos”, afirma tranquilo Fernández.

“Aunque hoy no ejerzan presión en términos funerarios, algún día habrá que pensar en su destino final”, advierte Fernández. Actualmente, la mayoría opta por ser enterrada en sus países de origen. “El espacio que les habíamos otorgado estaba saturado, así que les ofrecimos uno nuevo con capacidad para 2.861 tumbas, frente a las 76 anteriores”.

Bilbao se perfila como lugar capaz de acoger a todos estos fallecidos. La comunidad se distribuye por todo Bizkaia (unas 60.000 personas), pero pocos pueblos tienen capacidad para adaptarse. Sin ir más lejos, Derio (Bizkaia, 7.100 habitantes), el municipio donde se ubica el cementerio de Bilbao, no tiene más espacio; por eso, muchos de sus vecinos están enterrados en suelo bilbaíno. “La comunidad musulmana se adapta a las circunstancias del lugar del enterramiento. Por ejemplo, aquí se entierran en féretros, cumpliendo las normas sanitarias, y lo aceptan sin ningún cuestionamiento”, explica Fernández. El resto de la población recurre mayormente por la cremación, lo que reduce la presión sobre el suelo del cementerio: “Si esa tendencia continúa, no habrá necesidad de ampliar el espacio”.

Memoria democrática

En la campa aún libre, el cementerio acaba de adjudicar un proyecto para construir un espacio de memoria democrática. “Habrá una escultura importante para identificar el lugar, con una plaza para actos de homenaje y una zona que remeda una trinchera, donde se depositarán los restos de personas recuperadas en fosas comunes de la Sociedad Aranzadi”, desvela Fernández.

Se prevé alojar hasta 300 restos, aunque ya se han identificado los más importantes. De esta forma, sería el tercer lugar de memoria, junto con Orduña y Elgoibar: “Buscamos evitar tener que reproducirlo en cada pueblo. El Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos del Gobierno vasco ya ha solicitado desarrollar este proyecto y “se lo hemos concedido”.

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