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Ostentosa residencia de un marqués, cuartel y oficina de venta de pisos: las mil vidas de los Castillos de Valderas

Estos centenarios palacetes, que estuvieron al borde de la ruina, albergan desde hace casi 30 años la sede del Museo de Arte contemporáneo de Alcorcón

Igual son los torreones o sus paredes casi color salmón a la luz del atardecer. Quizás el contraste con el azul cobalto de su tejado. O una mezcla de todo lo que le da a los Castillos de Valderas, en Alcorcón, un aire más de palacio de cuento que de residencia centenaria de un noble. Pero fue un marqués el que mandó construirlos hace ya más de 100 años. Recibieron la visita de Alfonso XIII, sirvieron de cuartel militar durante la Guerra Civil. Han sido también emisora de radio, colegio de monjas y hasta oficina de venta de pisos. Ahora, ya salvados del abandono que casi acaba con ellos, son la pintoresca sede del Museo de Arte contemporáneo de Vidrio de Alcorcón (MAVA).

Su historia comienza a principios del siglo XX. Al marqués de Valderas, que era comandante de artillería, le destinan al cuartel de Cuatro Vientos y decide construirse una residencia cerca. Compra una gran finca y sobre ella manda erigir tres palacetes: en el más grande vivirá con su familia, otro será capilla y el tercero caballerizas y aposentos del servicio. Es la España de la Restauración, de la nostalgia por los tiempos del imperio y esto queda reflejado en su diseño. “Es una arquitectura que digamos se puede llamar escenográfica o de trovador. Un eclecticismo historicista que denota bastante ostentación de parte de los marqueses”, explica María Luisa Martínez, directora del MAVA.

Recibió el encargo el arquitecto Luis Sainz de los Terreros que, para ejecutar el excéntrico capricho de los marqueses, se inspiró en los castillos franceses del Loria. “La reproducción a una escala reducida de esos modelos de fortificaciones medievales y la desafortunada decoración superpuesta, crean un conjunto de extraño pintoresquismo y escasa autenticidad”, detalla el arquitecto Alfonso Muñoz Cosme en un completísimo libro que se publicó para conmemorar el centenario de estos edificios.

Comienzan entonces, en 1917, los años de esplendor de los Castillos de Valderas. Los marqueses invitan a su residencia a Alfonso XIII, al dictador Primo de Rivera o al infante Carlos de Borbón, bisabuelo de Felipe VI. Se ganan también el cariño de la villa de Alcorcón, que contaba apenas con 700 habitantes por entonces. “Fueron benefactores del pueblo. Al parecer dieron dinero para canalizar el agua, se dice también que regalaban el arcón de la novia a todas las que se casaban, que eran unas cuatro al año. La gente de Alcorcón les tenía aprecio”, cuenta Martínez. E incluso organizaban partidos de fútbol entre los niños de la familia de los marqueses y los chiquillos del pueblo.

Pero en 1936 estalla la Guerra Civil y el castillo grande sufre la ocupación, primero del bando republicano y más tarde de las tropas sublevadas. Un episodio que relata Hipólito Sanchiz Álvarez de Toledo, actual marqués de Valderas, en el libro del centenario: “El frente popular ocupa los Castillos y la biblioteca de los marqueses es trasladada a la Biblioteca Nacional. La tradición familiar cuenta que esta ocupación hizo relativamente poco daño. Fue más lesiva la del ejército nacional cuando los ocupó, primero como observatorio del frente de Madrid y segundo como emisora de radio”.

Con la Guerra Civil llegó el abandono de estas construcciones y tras ella empezó su ruina. La sexta hija de los marqueses vende el terreno y los palacetes a un constructor en pleno crecimiento de Alcorcón. En la finca se levantan cada vez más edificios residenciales, pero los castillos aún tenían un gran valor simbólico y nadie se atreve a tirarlos. El municipio crece tanto que ya no solo necesita vivienda, también infraestructuras. El castillo grande fue cedido como escuela a los Padres Trinitarios y más tarde pasa a ser oficina de venta de los nuevos pisos del barrio. El castillo pequeño también pasa a ser cedido por unos años como aulas del Colegio Amor de Dios.

En los 80 sufren saqueos, son vandalizados, se convierten en escenario de películas de terror de serie B, en vertedero... Su decadencia es tanta que despierta la indignación de algunos vecinos. Martínez destaca la figura de José Coronado, un joven enamorado de su barrio que comienza un bombardeo de cartas para intentar que el Ayuntamiento se haga cargo de los edificios: “Yo lo pongo como héroe, pero es que lo fue. Si no llega a ser por el peñazo que dio... Era el azote del alcalde. De no ser por él se hubiera hecho igual, pero posiblemente hubiera tardado más”.

Finalmente, el Ayuntamiento asume la titularidad de los Castillos de Valderas y en 1991 se inicia su reforma y recuperación. Se consiguen salvar dos de los tres palacetes y entonces surge otra pregunta: ¿Qué hacer con ellos? La respuesta tardó algunos años en resolverse: el castillo grande era perfecto para acoger la sede del nuevo Museo de Arte contemporáneo de Vidrio de Alcorcón.

“Los castillos son la imagen de la ciudad, el edificio civil más importante. Ten en cuenta que Alcorcón no es una ciudad patrimonial”, resume Martínez. Y añade: “Y al MAVA, que es un museo municipal pequeño con casi 30 años de historia, hemos logrado que aparezca como un museo de visita peculiar cuando ya has visto a todos los de Madrid y lo que te apetece es ver algo totalmente distinto”.

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