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Otro curso más sin beca comedor: “¿Van a dejar a una niña de cuatro años sin comer?”

La Comunidad de Madrid ha otorgado “más de 119.000” ayudas pero han vuelto a quedar fuera familias vulnerables que no cumplen requisitos o sufren errores inexplicables

Los estudiantes madrileños comienzan este lunes una nueva etapa con el curso escolar 2025-2026, pero hay problemas que nunca desaparecen. La Comunidad de Madrid publicó a finales de la semana pasada la lista de nuevos beneficiarios de las becas de comedor escolar, que son más de 119.000 estudiantes según la Administración, un 16% más que los 103.000 anunciados en septiembre del año pasado y que llegaron a ser 127.000 a lo largo del curso. Sin embargo, fuera de esa cifra han vuelto a quedar muchas familias que a pesar de tener bajos ingresos o situaciones de vulnerabilidad no logran cumplir las condiciones, o a las que por errores inexplicables del sistema se les deniega la prestación.

Desde que se lanzó la nueva convocatoria para solicitudes y renovaciones hubo quejas porque el Gobierno regional ya había anunciado que este curso se sumarían como posibles beneficiarios los hijos de los miembros de las Fuerzas Armadas escolarizados en centros educativos sostenidos con fondos públicos y los hijos de familias numerosas con una renta per cápita familiar máxima de 10.000 euros. El resto de las familias que solicitaran la ayuda tenían un límite de renta de 8.400 euros anuales per cápita, que se calcula dividiendo el total de los ingresos de la unidad familiar entre el número de miembros.

Sin embargo, el presupuesto es exactamente el mismo que el pasado año, 68 millones de euros. Las familias no se explican las razones por las que este año hay más posibles candidatos y menos dinero.

Los padres y tutores recibieron un mensaje entre el jueves y el viernes donde se les comunicaba la noticia de si recibirían la subvención de las comidas del presente curso ―que el pasado costaban 5,50 euros por día, financiados por la beca total o parcialmente―, o si se la denegaban. Ese fue el caso de Laura C., una madre de dos niños, de tres y seis años, que prefiere no revelar su apellido, a quien “inexplicablemente” le denegaron la prestación ”por no acreditar los ingresos de la madre".

La nota de prensa de la Comunidad que informó el viernes sobre la resolución de este proceso dice que “la inmensa mayoría de las solicitudes que han resultado excluidas son por no cumplir los requisitos, por superar el límite de renta o por no acreditar los ingresos familiares”. Laura, que se encuentra entre el último grupo, recibió la noticia con sorpresa doble porque esta no es la primera vez que pasa por el proceso de solicitud, ya que su hijo mayor recibe la beca desde 2020. Este año lo que tocaba era hacer una renovación y tachar una preocupación en el listado de una familia de cuatro personas que tiene una renta per cápita menor a 8.400 euros anuales.

“No entiendo qué quieren que acredite si ya mandé todos los papeles, los mismos que otros años”, cuenta Laura, entre la sorpresa y la desesperación. “Como nosotros, hay más familias que se han quedado fuera”, señala ella, que se mantiene en contacto con otros padres beneficiarios a través de un grupo de WhatsApp. “Estoy enfadada, estoy angustiada, no puedo explicarlo. Tengo la sensación de que no han revisado siquiera mi expediente”.

El siguiente paso para Laura es la presentación de un recurso contra la denegación, proceso para el que la Comunidad ha abierto un plazo de subsanación desde el 5 de septiembre hasta el 6 de octubre. Por lo pronto, este septiembre deberá pagar de su bolsillo los más de 200 euros que cuesta el comedor de sus dos hijos. “Cómo vamos a hacer, no lo sé. Tenemos que ver de dónde quitamos para pagar el comedor, pero tampoco es que tengamos muchas opciones porque la hipoteca y los recibos tampoco puedo dejar de pagarlos”, añade.

Aunque la cifra definitiva de beneficiarios puede subir tras el período de presentación de recursos, María Carmen Morillas, presidenta de la Federación de Asociaciones de Padres y Madres (FAPA) del Alumnado Francisco Giner de los Ríos, calcula que miles quedaron fuera, teniendo en cuenta que el otorgamiento de las becas de comedor escolar es un problema que se repite y que va a peor año tras año. El curso pasado, cuando se conocieron todos los beneficiarios ―algo que ocurrió tres meses antes del verano―, la Consejería de Educación no informó de a cuántos les denegó la beca. Más Madrid calculaba que rondaban los 30.000 estudiantes.

A esa situación hay que sumarle que solo al 30% de los 119.000 aceptados este año se les concede una beca total, según estima la FAPA. Morillas señala que el resto tiene que asumir lo que falta para pagar la comida, por lo que la beca significaría “solo una reducción de precio”.

Muchas familias en esta situación deben entonces acudir a los Servicios Sociales para que cubran esa otra parte, como la de Mercedes López, a quien este año ni siquiera le han dado una beca parcial a pesar de que sus hijas, de cuatro y 12 años, también habían sido beneficiarias en otros cursos. “Es que no tengo cómo pagar el comedor”, dice ella, que asegura que no puede plantearse, como Laura, “sacar” el dinero recortando otros gastos.

El proceso de solicitud siempre ha sido engorroso para Mercedes, que pide la prestación parcial a la Comunidad como víctima de violencia de género y luego tiene que solicitar el resto al Ayuntamiento para llegar a “beca cero”. El año pasado le pidieron que aportara más pruebas de su condición, así que envió la sentencia judicial en la que se reconoce a su expareja como un maltratador. Luego, fue una de las familias con dos hijos en las que solo uno recibió la beca por un error del sistema.

Este curso su situación es “más caótica” porque debe al colegio mensualidades del comedor del año pasado de una de sus hijas. “Ya dije que no puedo pagar, que hice todo lo posible, pero la solución que me dan en el colegio es que la saque del comedor. Pero es que yo no puedo ir a recogerla tampoco porque tengo que trabajar. ¿Qué opción me queda, dejarla a la fuerza y discutir con las profesoras que le dan clases todos los días? ¿Van a dejar a una niña de cuatro años sin comer?“, dice ella.

A todo ello se le suma que la hija mayor de Mercedes ya ingresa al instituto, y el suyo es uno de los que no tiene comedor. Morillas subraya otro de los problemas perennes: solo 20 institutos públicos de los casi 300 que tiene la Comunidad cuenta con servicio de comedor. Mientras el gobierno regional pasa por alto esta situación año tras año, Morillas asegura que sigue creciendo el número de “niños llave”, esos con los que los padres no pueden hacer más que darles la llave de casa para que vayan a comer allí, en muchos casos, preparando o recalentando ellos mismos su comida.

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