La oposición, frente al reto de combatir el fenómeno Ayuso

Más Madrid va al choque en todas las polémicas, el PSOE cree que muchas son señuelos para no hablar de Madrid, y Vox se resitúa tras caer Monasterio

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, inaugura la muestra 'Lorenzo Caprile', un viaje por los vestidos más icónicos del modista, este martes, en la Sala Canal de Isabel II en Madrid.Borja Sanchez-Trillo (EFE)

Para explicar por qué ha dicho basta, Juan Lobato dibuja una imagen taurina. Isabel Díaz Ayuso planta ante la oposición el capote de una polémica —por citar las últimas: crear un centro para hombres víctimas de violencia sexual, decir que ETA está más fuerte que nunca o ...

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Para explicar por qué ha dicho basta, Juan Lobato dibuja una imagen taurina. Isabel Díaz Ayuso planta ante la oposición el capote de una polémica —por citar las últimas: crear un centro para hombres víctimas de violencia sexual, decir que ETA está más fuerte que nunca o defender los bombardeos de Israel— y la oposición embiste cual toro bravo. Al hacerlo, sostiene el líder del PSOE en Madrid, cuyo futuro está cuestionado internamente, Más Madrid, PSOE y Vox se arriesgan a quedar absorbidos por los temas nacionales que plantea la baronesa, minimizando sus propuestas para la región, y sus denuncias sobre el estado de la educación o la sanidad públicas. Ese es el dilema que les plantea Díaz Ayuso a sus rivales: subirse al tren de sus declaraciones, que garantizan focos y titulares, a cambio de que el debate sobre los problemas de Madrid quede reducido a casi nada. Frente a esa trampa, en definición de Lobato, cada partido está probando estrategias diferenciadas con la vista puesta en las elecciones de 2027. Del choque total de Más Madrid al selectivo del PSOE, pasando por un Vox en reconstrucción tras la dimisión de Rocío Monasterio.

“Si entramos a las provocaciones todos los días, vamos a perder. La señora Ayuso tiene un metabolismo que se alimenta del insulto y del ataque”, sigue. “Quien no lo vea está ciego”, subraya. “Entró con minoría [tras perder las elecciones de 2019 y pactar con Ciudadanos], todo el mundo fue frontalmente contra ella, y ha acabado con mayoría absoluta”, recuerda. “Si de verdad queremos que en Madrid haya alternancia política, hay que denunciar con pasión y contundencia lo que hace mal y lo que deja de hacer, como dejar tirados a 50.000 chavales en la FP, tener las urgencias sin médicos, tener récord en listas de espera, y poner una alternativa seria encima de la mesa”, diagnostica. “Hay una cosa que hay que hacer, que es defender la labor del gobierno de España en Madrid”, sostiene esta semana en una entrevista en Antena 3, a la que se remite tras ser consultado por este diario. “Otra cosa es que a nivel autonómico nuestra estrategia tiene que ser que, en lugar de entrar al trapo de las provocaciones todos los días, que nos pone el capote de las provocaciones y el show, no cometamos el error y seamos inteligentes, y hablemos de qué pasa con la Educación y con la Sanidad”.

La tesis de no entrar siempre al cuerpo a cuerpo no genera consenso interno en el PSOE. Ni mucho menos: dos pesos pesados del socialismo en la región (Sara Hernández, de Getafe; y Javier Ayala, de Fuenlabrada) han criticado el posicionamiento de Lobato por su “tibieza”.

Ya en tiempos de Ángel Gabilondo (2015-2021), un portavoz propositivo, calmado y de mano tendida, el partido se revolvió, reclamando más colmillo, más contundencia frente Ayuso, fuego contra el fuego de sus polémicas, y una defensa constante de Pedro Sánchez, pese a que el exministro llegó a ganar las elecciones de 2019. Y Lobato no es eso. Si bien no ha rehuido entrar al choque, se ha distinguido por plantear propuestas alternativas y ofrecer acuerdos al PP; no ha dudado en plantear matices a políticas clave del gobierno de España (formado por PSOE y Sumar) que preside Sánchez; y ha intentado hablar sobre todo de Madrid y sus retos. Una fórmula que permite llamar la atención del electorado a través de un contraste distintivo.

De esta manera, la confrontación total con Ayuso, de hipérbole en hipérbole, ha sido protagonizada en gran medida por Más Madrid, igual que si la presidenta y las portavoces del partido de izquierdas — Mónica García, primero; Manuela Bergerot, ahora— fueran dos caras de la misma moneda.

El portavoz del PSOE en la Asamblea de Madrid, Juan Lobato, durante un pleno de la Asamblea de Madrid, este jueves. FERNANDO ALVARADO (EFE)

“No sé si hay dos estilos [de hacer oposición en la izquierda], lo que sí sé es para qué nos votaron los madrileños: para ejercer una oposición firme y rigurosa, para encarnar una alternativa radicalmente diferente a las políticas de Ayuso”, sostiene Manuela Bergerot, la portavoz del partido que lidera la oposición. “Ante un gobierno que le ha declarado la guerra al derecho a la vivienda, a la igualdad de oportunidades y a la sanidad pública, la oposición debe ser contundente”, insiste. “Ante una presidenta que ampara la corrupción y no se hace responsable de algo tan grave como los protocolos de la vergüenza, los votantes progresistas demandan firmeza”.

El contraste de estilos, que algunos diputados ven como una reedición del que protagonizaban antes el PSOE e IU, cristaliza en el último pleno de la Asamblea, celebrado el jueves.

Bergerot se lanza contra Ana Millán, diputada del PP investigada por la presunta comisión de un delito de prevaricación administrativa, que está dirigiendo el pleno por la baja del presidente, Enrique Ossorio: “Pensé que a estas alturas ya habría dimitido”. Emilio Delgado, representante de Más Madrid, enumera todos los casos de corrupción del PP para criticar que se erija ahora en garante de la ejemplaridad para desgastar al gobierno central del PSOE y Sumar: “Me hacen acordarme de una sección que hay en el supermercado de en frente de la Asamblea, y que reza huevos gordos, ¡huevos gordos señorías!”, lanza. Y desde su bancada, donde se sienta Pablo Padilla, sancionado con 22 días sin sueldo por imitar el gesto de un disparo en el pleno, se interactúa, por decirlo suave, una y otra vez con la del PP.

Esa estrategia de oposición, con mucha pirotecnia acompañada de una presión constante contra el gobierno de Ayuso a base de iniciativas de control, peticiones de investigación y plenos monográficos, es juzgado como “macarrilla” desde el PSOE.

Desaparecido Podemos de la Cámara tras las elecciones de mayo de 2023, Más Madrid se ha quedado con su espacio, mientras que los socialistas intentan ocupar uno claramente socialdemócrata, según sus estrategas. El jueves, Lobato no menciona a Millán, porque, argumenta, no está condenada. Usa su intervención para plantear críticas al plan de empleo joven regional, proponer alternativas, y defender preventivamente al gobierno de las críticas de la presidenta recordando los casos de corrupción del PP de Madrid. Y cuando escucha cómo Díaz Ayuso explota el encausamiento del fiscal general del estado, Álvaro García Ortiz —”El ciudadano está indefenso ante un Gobierno que utiliza prácticas mafiosas”, dice— convoca una rueda de prensa para respaldar su continuidad en el cargo, y defender al PSOE de las acusaciones de la baronesa.

“Estafa continua del PP”

¿Y Vox? Ningún otro partido tiene más necesidad de resituarse frente a Ayuso: ha pasado de ser decisivo en Madrid, a ser intrascendente. El terremoto interno que ha supuesto la dimisión como portavoz de Rocío Monasterio, tras ser defenestrada como presidenta de Vox Madrid, abre una ventana de oportunidad para esa redefinición que aclare cómo se puede competir desde la derecha con la política de moda en la derecha.

Para empezar, la nueva portavoz de Vox, Isabel Pérez Moñino, ha debutado con mano tendida en guante de hierro. Estas son algunas expresiones suyas en su primera rueda de prensa: “Estafa continua del PP”; “El PP una vez más da un paso para adelante y uno para atrás en cuando la izquierda le insulta o le amedrenta con sus míticos insultos”. O “aquí no podemos arrodillarnos ni plegarnos a la izquierda, como hace siempre el PP”.

Son tres estrategias de oposición con matices diferenciados para responder a un mismo problema: Díaz Ayuso tiene mayoría absoluta, su tirón entre los electores parece vigente, y la izquierda sigue dividida en un mínimo de cuatro marcas (PSOE, Más Madrid, Izquierda Unida y Podemos).

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