Los latinos despiertan en Madrid la pasión por la estética

Médicos y directores de clínicas en la capital hablan sobre cómo ha evolucionado el sector gracias a la migración latina en los últimos años y los riesgos que esto supone

Luz Correa, directora de la clínica estética 'Salud y Forma'.

Mirada de foxy eyes, ojos rasgados, labios enormes, dientes con carillas (pequeñas láminas de porcelana para mejorar el aspecto), narices respingonas y pómulos muy acentuados. Esto es lo que las pacientes de la doctora Natividad Cano, directora de una clínica que lleva su nombre, le piden cada con vez más frecuencia. “Esto viene de unos cánones de belleza que antes no teníamos en España. Ha cambiado, y en parte ha sido por la influencia de la migración hispana”, asegura.

El médico y cirujano plástico Andrés Martín, de 50 años, se presenta como doctor colombiano en redes sociales. Detrás de esto hay una razón muy simple: “A los latinos nos creen cuando hablamos de belleza”, afirma. Martín abrió su propia clínica, llamada Inlaser, en Madrid, hace seis años, después de cerrar la que tenía en Bogotá hace 25 y migrar. “Cuando abrimos vi muy claro que me buscaban por ser colombiano. Somos referentes en el mundo de la estética y por eso empezaron a confiar en mí en España”, explica.

Este médico ha visto de cerca cómo ha evolucionado el sector “Las latinas son referentes en tratamientos estéticos en el mundo, y las españolas lo han podido ver ahora de cerca. Eso ha hecho que se les haya antojado a ellas también”, cuenta. Su negocio está ubicado estratégicamente en el barrio de Salamanca porque el perfil de sus clientes responde a una foto clara: mujeres de entre 35 y 60 años y de poder adquisitivo alto. En España, las mujeres se retocan y se operan más que los hombres: de las operaciones de estética que se hacen en España, el 85% se las hacen mujeres y el 15%, hombres. “El paciente latinoamericano es más exigente, más agresivo. A los europeos les gusta todo más natural y que no se note que se han hecho ningún retoque”, explica.

Para Martín, el auge que viven las clínicas estéticas en el país no ha hecho más que empezar. “Va a haber un bum. En un futuro no muy lejano, la mayoría de personas habrán pasado por una clínica estética”. El 40% de los españoles se ha hecho alguna intervención —ya sea un simple blanqueamiento de dientes o una cirugía plástica— al menos una vez en su vida. Y lo haría el 60% si los procedimientos médico-estéticos “no tuvieran IVA”, según la última encuesta encargada por la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME), que asegura que en 2021 (últimos datos disponibles) se realizaron 900.000 operaciones estéticas en España. Cano aclara que las clínicas estéticas son sitios para pequeños tratamientos no invasivos en la piel y en el cuerpo. “El problema está en que cualquiera puede montar uno de estos locales, y de ahí el auge. Sin embargo, esto no tiene nada que ver con la cirugía plástica o con una clínica dermatológica. La población no conoce la diferencia y a todo le llaman igual”, afirma, y recuerda la importancia de que los pacientes exijan el certificado de sanidad y que todos los procedimientos cumplan con las condiciones adecuadas de higiene y seguridad. “El auge de la estética está llevando a una situación descontrolada donde se abren clínicas sin los papeles en regla”.

Se ha multiplicado por dos el número de intervenciones estéticas después de la pandemia, según datos del Instituto Cano. La razón: “Cada vez nos vemos más influenciados por las redes sociales. La gente se mira más en las pantallas de los ordenadores, y quieren verse diferentes”, dice la médica quirúrgica, que recomienda a sus pacientes huir de estas modas. “Así son criadas las mujeres sudamericanas. Desde pequeñas las educan en la vanidad y viendo concursos de belleza”, dice la directora de Salud y Forma, Luz Correa, que abrió su clínica en Madrid hace un año. Correa comenzó a trabajar en una clínica estética ayudando a una doctora española hasta que sus socios le ofrecieron montar una sucursal de Salud y Forma. El centro lleva funcionando más de 15 años en Colombia y es reconocido por patrocinar muchos de los reinados que se llevan a cabo en el país andino. “Aquí la estética no estaba bien explotada. La gente se limitaba a hacerse procedimientos de cara al verano y eso no funciona así. Esto es un estilo de vida”, resume.

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La estrategia con la que Correa maneja su negocio se apoya en las redes sociales, donde publica fotos del antes y después de sus pacientes. “Me parece que es la mejor forma de mostrar que sí funcionan los procedimientos, sin embargo, en España a la gente no le gusta que publiquemos sus resultados y los convencemos invitándolos a más sesiones”. Las redes sociales han distorsionado las expectativas y también han cambiado los esfuerzos de los médicos, que ahora buscan una mayor presencia en Instagram y TikTok. “En 2010, solo el 20% de los cirujanos plásticos tenían una cuenta activa en las redes sociales; en 2019 esa cifra se había triplicado”, según un estudio de 2023 de la revista especializada Aesthetic Surgery Journal.

“La vanidad es un lujo”

Correa, al igual que Martín, tiene muy claro su público: mujeres de la alta sociedad madrileña. “La vanidad es un lujo”, aclara. En Colombia, a muchas niñas al cumplir los 15 años les regalan una operación de mamas o de rinoplastia. “Esto no pasa en España aunque nuestra belleza les ha inspirado”, dice Correa, que principalmente atiende tratamiento de bótox, labios inyectados o reducción de celulitis. La facturación anual de los centros de medicina estética en España crece cada año y en 2021 (últimos datos disponibles) superó los 3.500 millones de euros, por lo que ella no dudó en aceptar cuando le ofrecieron abrir su clínica. Correa asegura que sabía que la “iban a sacar del estadio”. Por una cuestión muy simple: “Tú dices Colombia y la gente nos cree. Este sector es nuestro y confían”.

La colombiana María Camila Poveda llegó a Madrid a hacer un máster el año pasado, y una de las cosas que más echaba de menos eran las “ayuditas”, como ella las llama, que se hacía en su clínica estética de Bogotá. “Crecí en un ambiente donde la belleza es muy importante”. Sin embargo, este tipo de retoques se salían de su presupuesto en España. “Un día descubrí que mi clínica también había abierto en Madrid, y fui la más feliz”. Para la experta en estética Leidy Castillo, el sector ha evolucionado mucho después de la pandemia. “La gente en Madrid antes no se preocupaba tanto por hacerse estos arreglitos. Ahora sí, sobre todo el bótox y el ácido en los labios”. Para Castillo, esto es gracias a la llegada de las latinas a Madrid. De los 1,4 millones de extranjeros que vivían en la Comunidad de Madrid en 2022, el 58% de ellos habían nacido en Latinoamérica (816.000), mientras que, en enero de 2015, representaban un 49% (561.000 de un total de 1,1 millones), según los datos de empadronamiento de la población nacida fuera de España.

La clínica de Diana Montoya tiene una lista de espera de más de tres meses para poder hacerse un tratamiento facial. Montoya llegó a España hace 25 años en busca de mejores oportunidades y se ha formado en el mundo de la belleza a los dos lados del océano. “Cuando llegué era todo muy diferente. En Latinoamérica había un culto al cuerpo y a la belleza que aquí no existía por entonces”, afirma. En su opinión, el auge de las clínicas estéticas tiene que ver con la globalización, el feminismo y las redes sociales. “A mis pacientes, cuando me estaba iniciando en este mundo, les decía que yo hacía las cosas a la colombiana, y eso les gustaba”,

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