Ayuso presiona para que se prohíba un campamento propalestino en Madrid y Moreno se muestra “respetuoso” en Andalucía
La Universidad Complutense de la capital se une a la ola mundial de protestas contra la operación militar de Israel en Gaza
El Gobierno andaluz de Juan Manuel Moreno se desmarca de la petición de su homóloga madrileña, Isabel Díaz Ayuso, que este lunes se mostró contraria a que los campus madrileños albergaran acampadas en favor de Palestina y contra la matanza de civiles por parte del ejército de Israel. El portavoz de la Junta, Ramón Fernández-Pacheco, ha asegurado esta tarde que el Ejecutivo autónomo “es extremadamente respetuoso con el derecho a manifestar su op...
El Gobierno andaluz de Juan Manuel Moreno se desmarca de la petición de su homóloga madrileña, Isabel Díaz Ayuso, que este lunes se mostró contraria a que los campus madrileños albergaran acampadas en favor de Palestina y contra la matanza de civiles por parte del ejército de Israel. El portavoz de la Junta, Ramón Fernández-Pacheco, ha asegurado esta tarde que el Ejecutivo autónomo “es extremadamente respetuoso con el derecho a manifestar su opinión” de todos los ciudadanos, un ámbito que incluye las acampadas universitarias. “El deseo de la Junta es que la guerra de Israel contra Hamás termine cuanto antes”, ha señalado el portavoz. Moreno se ha mostrado partidario del reconocimiento de Palestina como Estado, tal y como defiende el presidente español, Pedro Sánchez. El primer campamento en Madrid se levantó a mediodía de este martes en la Universidad Complutense, horas antes de una reunión convocada con los rectores de las universidades madrileñas en las que se presagiaba presiones de la Comunidad de Madrid para que se prohibieran las acampadas. Todo esto, mientras Israel reafirma su poder en la Franja, controlando el único paso fronterizo de Gaza que quedaba fuera de su supervisión.
Los estudiantes de la Universidad de Sevilla votarán en los próximos días sumarse a las acampadas que ya han iniciado sus compañeros de Valencia, Barcelona, País Vasco o Madrid. Desde la otra universidad pública sevillana, la Pablo de Olavide, los representantes de los alumnos han indicado a este diario que como parte de la CRUE (Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas) se adhieren a todos sus comunicados, manifestando desde el principio “preocupación y rechazo por la escalada bélica en Oriente Próximo y mostrando solidaridad con la población civil y las comunidades universitarias y científicas de Israel y Palestina, gravemente afectadas por los bombardeos”, aunque no se plantean otras acciones.
Por su parte, la acampada propalestina de València, la primera en ponerse en marcha, ha invitado a la rectora María Vicenta Mestre y a su equipo a asistir a la próxima reunión del 9 de mayo a las 20.00, para escuchar en primera persona los motivos de su protesta. La invitación se produce tras rechazar la propuesta del equipo de Rectorado para llevar a cabo “una reunión bilateral en la que participaría una reducida delegación de la asamblea”, según indica el colectivo estudiantil.
En Barcelona, más de 70 universitarios catalanes han pasado la primera noche en el campamento propalestino del edificio antiguo de la Universidad de Barcelona (UB). Pablo Castilla (24 años), estudiante del Máster en políticas públicas de la UB y miembro del comité estudiantil por Palestina ha subrayado: “Seguiremos ampliando la organización con acciones en los distintos campus, y no descartamos quedarnos pese a las elecciones del domingo, nuestra protesta no interfiere en la actividad electoral”. Sin embargo, el Rectorado ha anunciado que levantaría el campamento del claustro para poder desempeñar sus funciones como colegio electoral.
Los estudiantes catalanes han convocado para el miércoles un claustro extraordinario en la universidad para debatir la aprobación de una moción de apoyo al pueblo palestino, en otro intento por presionar al Gobierno central y la Generalita para que corten relaciones académicas con universidades, centros de estudios y de investigación israelíes y que mantengan “las puertas abiertas” a todos los refugiados palestinos.
Entre tanto, las tiendas de campaña en defensa del pueblo palestino ya están instaladas en el campus madrileño de la Complutense, en Ciudad Universitaria. La orden ha sido clara: “Dar comienzo a la acampada rápidamente para que la policía no nos impida montar”, ha dicho a través del micrófono una estudiante de 22 años que evita decir su nombre “por temor a represalias de la Universidad”. La decisión de pernoctar en el campus ha sido tomada en una asamblea estudiantil, con el objetivo de sumar a Madrid a las manifestaciones de los últimos días en los centros educativos de Estados Unidos, Francia, Canadá, México o en las ciudades españolas Valencia, en primer lugar, y luego otras como en País Vasco o Barcelona.
Las peticiones del alumnado las ha dejado claras otro estudiante, que tambíen ha pedido proteger su identidad, y que ha tomado la palabra en la asamblea: la ruptura de relaciones con Israel; detener el comercio de armas; cortar los vínculos que mantiene la universidad con las empresas “que financia el genocidio”; el cese de convenios de investigación; el fin de la persecución y criminalización del pueblo palestino; y la derogación de ley mordaza. A las 14.00, una veintena de carpas copaban la entrada de La Casa del Estudiante de la UCM, un día después de que el Gobierno regional pidiera “dejar la política fuera de las aulas”.
El germén del levantamiento estudiantil madrileño en defensa de Palestina brotó alrededor del medio día. Decenas de jóvenes llegaron por goteo a la explanada frente a la boca del metro de la Ciudad Universitaria. Algunos ya traían las mochilas hasta arriba de víveres, carpas y colchonetas. “Esto apenas se va a decidir, pero, por si acaso, no tener que volver a casa por las cosas”, narraba premonitoriamente una estudiante de unos 20 años que cargaba una mochila equipada para varios días. Poco a poco, el alumnado se fue congregando frente a una pancarta que decía: “No al blanqueamiento de apartheid israelí. Fuera sionistas de la universidad”. El sol brillaba, la gente sudaba. Un joven descargó en la plaza dos mochilas, un saco de dormir y una silla de playa, antes de aplicarse protector solar en los hombros que sobresalían de su camiseta sin mangas.
A las 12.30, hora prevista para inicio de la asamblea, los aspersores de agua comenzaron a funcionar, obligando a varios asistentes a correr para mover sus pertenencias del césped donde los habían dejado, justo frente a un monumento a los brigadistas internacionales del cual ondeaba una bandera palestina. “Esto es [cosa de] la vicerrectora”, ha comentado, medio en broma, medio en serio, uno de los estudiantes alcanzado por el chorro. Minutos después, el público comenzó a tomar asiento en la explanada de cemento a la espera del inicio de la Asamblea. La cita fue convocada por organizaciones estudiantiles de las cuatro universidades públicas de Madrid, que ya han acudido a diversas manifestaciones propalestinas en las últimas semanas. Han decidido llamarse el Bloque Interuniversitario por Palestina.
La última de los tres alumnos que intervinieron en la asamblea explicó cuestiones logísticas y el reglamento del campamento: solo una pancarta por colectivo, no se permiten banderas de ninguna organización, evitar el consumo de alcohol, usar los baños de las facultades y, cuando estos cierren en la noche, acudir a los de un parking cercano. Al final, la interlocutora ha apurado a los asistentes para que se pusieran manos a la obra. “Desde el río hasta el mar, Palestina vencerá”, fue lo último que corearon los asistentes, antes de comenzar con la instalación de las carpas.
Dáel, de 20 años, es estudiante de Filosofía de la Complutense y miembro de Contracorriente, uno de los colectivos estudiantiles que han llamado a la acampada. Intuía que el rumor se iba a materializar, así que se organizó con un grupo de amigos para venir preparados con colchonetas, esterillas, sacos de dormir y tiendas de campaña. Aún necesitan luces para la noche. Han pensado en hacer turnos entre ellos, ya que algunos como Dáel deben alternar el campamento con su trabajo. Este estudiante de filosofía dice que ha desplegado su carpa por “un motivo puramente político”, que se ha visto espoleado por “el genocidio ejecutado por el Estado sionista de Israel”, a lo que se une que “el Gobierno de España continúe las relaciones con Netanyahu y después de haber visto a todos los estudiantes que internacionalmente se han unido”.
Dáel alza los hombros cuando se le pregunta hasta cuándo se quedará en el campamento. “No quiero levantar la carpa hasta que el Gobierno rompa relaciones con el Estado de Israel y nuestra universidad rompa los vínculos con el Ministerio de Defensa”. A la puerta de su carpa, sus compañeros pintan una pancarta con los logos de algunas agrupaciones estudiantiles y la frase “los estudiantes decimos basta”. El ambiente es festivo y surgen amistades espontáneas. “¿Alguien tiene cinta americana?”, grita un hombre de pelo rizado. “Yo”, ofrece una mujer desde el interior de la carpa contigua.
Una acampada inevitable
Este lunes, la capital ya mostraba intenciones de movilizar a los estudiantes para denunciar lo que ocurre en Gaza, cuando, al inicio de la jornada académica, un grupo de estudiantes de la Universidad Autónoma protagonizó una marcha desde la Facultad de Filosofía y Letras hasta el Rectorado, para denunciar lo que consideran “complicidad del Gobierno español y los lazos de la universidad con empresas armamentísticas”, según han escrito en un comunicado. El texto también acusaba a la UAM de mantenerse equidistante ante la guerra y de tener “acuerdos con empresas que aumentan sus beneficios, financiando el genocidio, como el Banco Santander, el BBVA, Accenture y también con el ejército español”.
Esa misma mañana, la Junta de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Complutense publicó una declaración que pedía la suspensión de la cuenta bancaria que esta institución tiene con el Banco Santander “por financiar la industria fósil y la industria armamentística implicada en el genocidio sobre Gaza”.
Ante la escalada de los sucesos, el consejero madrileño de Educación, Ciencia y Universidades, Emilio Viciana, informó de una petición que llevará a la próxima conferencia de rectores de las universidades públicas para “dejar la política fuera de las aulas”. Al ser preguntado sobre si las manifestaciones en Madrid podrían alcanzar la envergadura de las convocadas en EE UU, Viciana ha considerado “muy difícil que suceda”. “Yo creo que mantenemos, a pesar de todo, un nivel de objetividad y de neutralidad muy importante en la enseñanza universitaria y no creo que lleguemos a esos extremos”, ha concluido el responsable de Universidades del Ejecutivo regional.
Con información de Ferran Bono y Amparo Pérez.
Suscríbete aquí a nuestra newsletter sobre Madrid, que se publica cada martes y viernes.