Carta abierta a Ayuso de 400 madres de menores trans: “El problema es la mirada adulta, sucia y cruel”

Las asociaciones LGTBI de la comunidad de Madrid llevamos muchos años trabajando para visibilizar la realidad de nuestra infancia y juventud en los centros educativos

Esmeralda y su hijo durante las protestas en la Puerta del Sol, el pasado 13 de noviembre, contra la reforma de las leyes trans y LGTBI de la Comunidad de Madrid.Ana María Puentes Pulido

Teresa es mamá de una niña trans de 11 años, su marido y ella retornaron del país extranjero en el que trabajaban desde hacía 3 años porque la vida de su niña corría peligro si se visibilizaba. Eligieron Madrid para que su hija pudiera ser quien era libremente. En su colegio actual le reconocen como chica, con su nombre elegido, Noa, y tiene un montón de amigos y amigas que no cuestionan...

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Teresa es mamá de una niña trans de 11 años, su marido y ella retornaron del país extranjero en el que trabajaban desde hacía 3 años porque la vida de su niña corría peligro si se visibilizaba. Eligieron Madrid para que su hija pudiera ser quien era libremente. En su colegio actual le reconocen como chica, con su nombre elegido, Noa, y tiene un montón de amigos y amigas que no cuestionan su identidad. “No le hemos cambiado el nombre en el DNI porque no nos hizo falta ya que en el cole lo incluyeron inmediatamente en las listas, exámenes y notas porque la ley así lo establecía, ahora lo tendremos que hacer de forma urgente, claro. Estoy aterrorizada con que cualquier profesor o profesora pueda negarse a seguir tratándola por su nombre sentido. Es algo que mi niña no va a entender y le va a causar muchísimo sufrimiento”.

“Soy Jana, la hermana pequeña de Noa y tengo miedo a tener que cambiar de casa y de cole para proteger a mi hermana.”

La Ley 2/2016 y la 3/2016 que usted va a modificar facilitaba el tránsito de nuestros hijos, hijas e hijes en los centros educativos. Eran leyes poco conocidas, pero teníamos la seguridad y la garantía de remitirnos a ellas para pedir que a nuestra infancia y adolescencia se le acompañara respetuosamente. En ocho años de vigencia no hemos tenido que acudir casi nunca al régimen disciplinario, bastaba con recordar lo regulado en la ley a los equipos directivos de los centros educativos. Usted sabe, o debería saber, que al derogar íntegramente el régimen sancionador de la ley nadie podrá sancionar administrativamente las conductas discriminatorias que se produzcan en ámbitos de competencia exclusiva de la CAM, como son el educativo o el sanitario.

Los centros educativos serán espacios más hostiles para la infancia y juventud LGTBIAQ+ y para los propios equipos directivos.

Anne es madre, ahora divorciada, de origen británico. El rechazo del padre (español) y su familia ha provocado mucho sufrimiento a su hija de 7 añitos, Alma. “Mi niña ya ha sufrido la más cruel discriminación y rechazo por parte de personas adultas muy allegadas hasta llegar a ponerse muy malita”.

Señora Ayuso, ¿de verdad no puede empatizar con Anne? Otro de los cambios que quiere usted realizar implica que Alma ya no tenga derecho a utilizar los baños de niñas o que, algún padre o madre de sus compañeras de baile moderno, se niegue a que la niña pueda seguir entrando a los vestuarios con sus amiguitas de siempre. ¿Qué sentido tiene que el derecho a la intimidad de sus compañeras se vea atacado al compartir vestuario con Alma?. Ellas son inocentes, sus mentes están limpias todavía de prejuicios y miedos absurdos. El problema no es Alma, el problema es la mirada adulta, sucia y cruel que se antepone al derecho de protección e identidad de una niña de 7 años.

Blanca y David tienen dos peques, Alejandra de 11 años y Aser de 6. El más peque, Aser, les dejó muy clara su identidad al poquito de empezar a hablar y no fue feliz hasta que sus profes empezaron a llamarle por su nombre sentido. “Sus amiguitos y amiguitas siempre supieron que era un niño con nombre de niña, así que asumieron de forma natural y tranquila su nuevo nombre. Al día siguiente lo empezaron a utilizar y dos años después ni siquiera recuerdan cómo se llamaba antes. Gracias a la formación y sensibilización que ha realizado el equipo directivo del cole la realidad de mi niño se vive con absoluta tranquilidad. No me puedo creer que vayamos a retroceder décadas y que la escuela ya no vaya a ser un lugar seguro para la infancia y juventud trans.”

Señora Presidenta, la eliminación de los Planes Integrales de educación y formación en diversidad, del Consejo contra la discriminación por Lgtbifobia, de los protocolos de actuación para evitar el acoso o la discriminación por identidad de género, de la obligación de adaptar los currículos educativos a la diversidad y a la identidad de género va a empobrecer y dañar al Sistema Educativo madrileño y a sus profesionales.

Sin planes, formación y protocolos claros no habrá una buena prevención y abocará a las familias y a los equipos directivos a una relación más tensa y judicializada. No nos gustan los conflictos, tan solo necesitamos que se proteja a nuestra infancia y juventud para que no se les dañe ni discrimine.

Eli es madre monomarental y su hija Carla de 15 años ya ha cambiado dos veces de instituto y localidad para evitar el acoso constante que recibía, dentro y fuera del centro. “Es absolutamente incomprensible que la nueva ley vaya a proteger a las personas acosadoras por encima de las víctimas. Mi hija no merecía ser agredida y violentada por profesorado y alumnado, no eligió que le insultaran y vejaran durante meses. Las abusona y abusones que le violentaban lo hacían siempre que iba sola así que pocas veces había testigos o tenía pruebas físicas para demostrarlo, aún así, los y las acosadoras terminaron por delatarse mutuamente. Si con las leyes favorables y con buenos protocolos contra el acoso no pude evitar el sufrimiento de mi niña y tuvimos que cambiar de vida, no quiero ni pensar qué puede pasar sin la protección de la ley regional”.

Señora Presidenta, invertir la carga de la prueba en los casos de acoso es una medida injusta para las víctimas. Con ella, el abusón o abusona se va a ver más reforzado en su comportamiento y evitará que las víctimas se atrevan a denunciar. No puede usted negar las tasas de discriminación y violencia a la que ven sometidos nuestros hijos e hijas, hacerlo les invisibiliza y desprotege todavía más.

Raquel y Daniel tienen una chica de 13 años llamada Estela. Inició su tránsito hace un año y realiza visitas periódicas en la Unidad de Identidad de Género del Hospital de la Paz, donde le tratan y le hacen un seguimiento pediátrico y endocrinológico. “Su máximo miedo es que se le obligue a ir a un médico de la salud mental no escogido que cuestione su identidad, que no le conoce de nada, que le puede ver unos minutos cada seis meses y que será quién decida si va a poder evitar que le salga barba y nuez cuando sea necesario.”

Señora Díaz Ayuso, nuestras hijas y nuestros hijos son muy conscientes de la importancia de una buena salud mental en la vida de todas las personas menores y mayores de edad; pero, déjenos decirle que no todes lo necesitan. La sanidad pública debería garantizar ese derecho a toda la sociedad, pero en la mayoría de casos, quien se lo puede permitir acude a la sanidad privada porque la sanidad madrileña no lo garantiza.

Efectivamente, creemos que es importante que cualquier ciudadano o ciudadana pueda acceder a profesionales de salud mental que les acompañe, que les facilite herramientas de mejora de la autoestima y de equilibrio para que puedan desarrollarse como personas o responder a los momentos de estrés y de inseguridad a los que les somete la vida en sociedad. Lo que no podemos entender es que, mientras la sanidad madrileña no ha sido capaz de garantizar este derecho a toda su población, decidan legislar para que se obligue a acudir a la salud mental a un colectivo concreto con la única intención de volver a patologizar y tratar como enfermos a nuestros niños y niñas.

No nos negamos al acompañamiento integral y respetuoso de todos los profesionales de la salud, no criminalizamos a nadie por ofrecernos su ayuda pero tampoco nos pueden acusar ustedes de no aceptarla cuando consideramos, o mejor dicho, cuando nuestros hijos e hijas consideran que no lo necesitan.

“Me llamo Luca, tengo 16 años y no necesito que un tercero valide o autorice mi identidad, yo sé quién soy. Si de verdad les importa tanto mi salud mental y física, que reduzcan las listas de espera y que no me traten como un enfermo, eso es lo que me hace más daño.”

Aprovechamos esta carta para intentar enseñarle, a usted o las personas que han redactado las proposiciones de ley que van a legislar, la diferencia entre la Identidad de Género autopercibida (vivencia interna de quienes somos) y la Orientación Sexual o la Condición Sexual (quién nos gusta). Nos resulta muy llamativo, y a la vez doloroso, esa obsesión por borrar a nuestras niñas y niños eliminando de estas leyes toda alusión a la Identidad de Género para cambiarlo por términos que no les definen y que resultan, incluso, ofensivos y que les deshumanizan.

Tampoco son “los transexuales”, son personas trans. “Sabía que el gobierno del PP iba a cumplir su amenaza y a modificar las leyes LGTBI de Madrid, pero nunca llegué a imaginar tal ataque de odio por parte de una Administración hacia nuestros hijos e hijas. ¿alguien imagina una ley para garantizar los derechos de las personas con discapacidad en la que se les llamara “los deficientes o los inválidos”, se les negara el acceso a baños y vestuarios para no invadir la intimidad o molestar la sensibilidad de terceras personas o se protegiera a quienes les acosaran, discriminaran o dañaran el desarrollo de su infancia? Sería impensable, ¿verdad?” Rodrigo es papá de una persona no binaria de 22 años.

Violeta es una de las madres que defendió la necesidad de legislar en la Comunidad de Madrid hace ocho años para proteger a su hija Eli de 11 años, ahora tiene 19. Compareció en la Comisión de Servicios Sociales e Infancia de la Asamblea de Madrid en el año 2016, unos meses antes de aprobarse las leyes que hoy quieren derogar y participó activamente en su redacción. “Me preocupa que la visibilidad que ha tenido mi hija desde los 8 años de edad no haya servido para nada y ahora se convierta en un arma arrojadiza para hacerle daño en lugar de seguir protegiéndola. Hemos trabajado mucho para que la sociedad les vea, para defender su existencia, no se puede permitir este cruel atropello a sus derechos.”

Señora Presidenta, las asociaciones LGTBI de la comunidad de Madrid llevamos muchos años trabajando para visibilizar la realidad de nuestra infancia y juventud en los centros educativos. No somos asociaciones de extrema izquierda o títeres de una ideología y no vamos a los colegios e institutos a adoctrinar a nadie, tal y como manifiestan en la sorprendente exposición de motivos de las proposiciones de ley. Muchos centros educativos nos llaman para que les ayudemos a acompañar a su alumnado, nos piden que contemos nuestra vivencia y experiencia como familias para aprender de ella y comprender mejor las necesidades que se les presentan. No reciben la formación que necesitan y que ustedes deberían proporcionarles así que intentamos facilitarles todas las herramientas de las que disponemos sobre diversidad e identidad de género. Las asociaciones de familias no damos charlas de sexualidad, no realizamos una formación profesionalizada, pero nuestra experiencia como padres y madres (voluntarias y sin remuneración) se considera muy valiosa para los equipos directivos y de profesorado que acuden a nosotras.

Si usted, Señora Ayuso, hubiera accedido a reunirse con nosotras antes de preparar esta dañina reforma le podríamos haber enseñado todo esto y más. Hubiera conocido de primera mano nuestras necesidades, nuestros miedos, nuestras preocupaciones y quizás hubiera podido empatizar con todas nosotras y con nuestras hijas e hijos. También hubiera podido comprobar el inmenso orgullo y el amor que nos mueve y nos mantiene en la lucha por sus derechos.

“Soy la abuela de Álex de 12 años. Mi temor es que mi nieto no pueda desarrollarse como lo que es, un niño feliz.”

En lugar de eso, ha decidido usted reunirse con los y las abusonas de clase, con los profesionales que niegan la identidad de género y necesitan de su protección para discriminar y patologizar “con libertad”, quizás alguno o alguna de ellas les falte más formación e información sobre Derechos Humanos y diversidad. Por suerte (y gracias al trabajo de visibilización y concienciación realizado en los últimos años), la mayoría de educadores, personal sanitario y personal funcionario que se relaciona y trata con nuestros hijos e hijas empatizan y acompañan con mucha profesionalidad.

Su Ejecutivo y las administraciones públicas deben velar por la seguridad y el respeto de los Derechos Humanos de toda su ciudadanía, con especial atención en los colectivos más vulnerables y más todavía si son menores de edad o jóvenes en riesgo. Esperamos de nuestros poderes y representantes públicos esa protección, en cambio, en las modificaciones que Vdes. plantean a las leyes LGTBI de la CAM tan solo vemos un empeño desmedido y poco razonable para proteger a una parte de profesionales que pretenden discriminar, patologizar y dañar a nuestra infancia y juventud con total impunidad.

Para ello, no dudan ustedes, usted señora Ayuso, en vaciar las leyes autonómicas para dejarlas sin el contenido protector que hasta ahora tenían.

“Soy Asier, hermano mayor de Mark de 13 años y no entiendo que mi hermano pequeño tenga menos protección y menos derechos que yo por ser quien es, ¡no lo entiendo!”

Esta infancia y juventud trans va a seguir existiendo a pesar de los ataques y de la discriminación institucional que sufren. Serán, en un futuro, parte de esa historia y memoria trans que Vdes. quieren borrar con su reforma legislativa. Llegarán a cumplir sus sueños personales y profesionales porque tienen a sus familias y a gran parte de la sociedad avanzando y progresando junto a ellos y ellas, de eso, estamos seguras.

Señora Isabel Díaz Ayuso, no olvide nunca que el amor y la fuerza de un padre o una madre puede cambiar el mundo y a sus dirigentes.

La carta está firmada por familiares de la Asociación de familias de Infancia y Juventud Trans* (CHRYSALLIS) y del Colectivo LGTB+ de Madrid (Cogam)

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