El despido de 6.000 sanitarios en el frente contra la pandemia en Madrid: “Me sacrifiqué y ahora mi función ya no es necesaria”

Los profesionales con contratos covid denuncian la precariedad de las alternativas que tienen a partir del 1 de abril: empleos temporales, en la sanidad privada o en otras comunidades

El médico Francisco Galeano, en la entrada del Hospital Gregorio Marañón, en Madrid, donde perderá su plaza el próximo 1 de abril.Samuel Sánchez

“Le indicamos que la notificación de su cese de fecha 31 de marzo de 2022 está disponible”, decía un SMS claro y escueto enviado por la Comunidad de Madrid. Así se enteró el médico Francisco Galeano de su despido. Como él, 6.000 sanitarios con contrato covid, de refuerzo para hacer frente a la pandemia, se quedarán sin puesto de trabajo este viernes 1 de abril, después de estar en la primera línea de la lucha contra la pandemia durante más de dos años. La alternativa que les queda es lo que denominan como “contratos basura”: cubrir bajas temporales, entrar en la sanidad privada o mudarse a otr...

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“Le indicamos que la notificación de su cese de fecha 31 de marzo de 2022 está disponible”, decía un SMS claro y escueto enviado por la Comunidad de Madrid. Así se enteró el médico Francisco Galeano de su despido. Como él, 6.000 sanitarios con contrato covid, de refuerzo para hacer frente a la pandemia, se quedarán sin puesto de trabajo este viernes 1 de abril, después de estar en la primera línea de la lucha contra la pandemia durante más de dos años. La alternativa que les queda es lo que denominan como “contratos basura”: cubrir bajas temporales, entrar en la sanidad privada o mudarse a otras comunidades. Con el cese de más de la mitad de los profesionales contratados para el refuerzo durante la covid —si renuevan a 5.000 de los 11.000 — la presión asistencial recae en los que se quedan en un sistema de salud pública con las listas de espera disparadas por la pandemia.

La desazón se apodera de los sanitarios, que denuncian la precariedad de sus posibilidades después de estar en primera línea en los momentos más duros de la pandemia. Desde la Asociación de Médicos y Titulados Superiores de Madrid (Amyts) tachan de “desastre absoluto” los miles de despidos del personal sanitario, entre ellos 400 médicos, porque la mayoría son profesionales que ya formaban parte de las plantillas de los hospitales. “La gente se está buscando la vida con contratos muy precarios”, explican desde el sindicato.

Trabajar dos días a la semana y cobrar 700 euros

Es el caso de Francisco Galeano (Badajoz, 34 años), especialista en Medicina Interna en el Hospital Gregorio Marañón. La dirección del hospital le ha ofrecido un contrato anual de un 40%: “Eso significa trabajar dos días a la semana y cobrar unos 700 euros. Con eso no se vive”. El médico llevaba cuatro años trabajando en el hospital, encadenando contratos de investigación, jubilaciones y bajas maternales, hasta que en marzo de 2020 firmó el contrato covid. Antes de la pandemia ya cubría un puesto estructural en la consulta de trombosis.

Desde ese momento, se dedicó a asistir a los pacientes de coronavirus: “Me sacrifiqué para hacer lo que nadie quería y ahora se ha premiado a las personas que no han visto a pacientes covid, porque su función sigue siendo necesaria y la mía ya no”. Galeano tilda de arbitrario el proceso de selección de los profesionales que mantendrán el contrato: “Ha sido a dedo, porque no ha habido una convocatoria abierta”.

Desde la Consejería de Sanidad de Madrid explican que el proceso se está haciendo en función de las necesidades de los hospitales. “Los centros gestores indican las necesidades asistenciales que tienen y lo ajustan con la Dirección General de Recursos Humanos”, explica su portavoz.

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Con su contrato finalizado, Galeano augura que la presión asistencial aumentará por los despidos: “Faltarán médicos para atender a los ingresados en hospitalización. El paciente va a sufrir las consecuencias”. En su equipo, nueve personas tenían contratos covid. Cuatro de ellos se han quedado sin trabajo.

Pacientes sin seguimiento

Como su compañera Irene García (Madrid, 31 años), que abrió hace un par de meses una consulta de Medicina Interna en el hospital debido a las largas listas de espera, de más de seis meses. Pero ya no podrá hacer seguimiento de sus pacientes: “Se han quedado descolgados porque no les pude dar cita de revisión”. A seis días de que finalizara su contrato y al no haberse realizado aún un concurso público, la dirección del centro le informaba verbalmente del despido.

“No me han ofrecido ninguna alternativa”, lamenta. La médica ya ha empezado a buscar trabajo en la sanidad privada, donde muchos sanitarios intentan encontrar un empleo. “Los centros privados están en auge porque la sanidad pública está destrozada”, opina. Durante la pandemia, ha trabajado en la planta covid, en urgencias y en las consultas de Medicina Interna del Gregorio Marañón. “Nos echan a los que hemos estado más implicados en la pandemia y muchos somos noveles”, explica.

Elena Barci, auxiliar de enfermería, en el hospital Príncipe de Asturias en Alcalá de Henares, en una foto cedida por ella.

En una situación similar se encuentra Elena Barci, de 41 años, auxiliar de enfermería en el hospital Universitario Príncipe de Asturias, en Alcalá de Henares. Ella empezó a trabajar en este hospital el 10 de marzo de 2020 por voluntad propia. Anteriormente, estaba empleada en una empresa privada de servicios asistenciales a domicilio, pero lo dejó para ayudar durante la pandemia. Su resquemor es que después de tanto tiempo y esfuerzo, su futuro dependa de una lista interna del centro que no se ha actualizado desde octubre del 2020, según cuenta ella misma. “Si se hubiesen baremado correctamente los méritos, yo tendría otro tipo de contrato, no la calle”, sentencia. La madrileña intentará retomar su anterior trabajo: “Yo tengo un hijo a cargo y una hipoteca. Tengo que meter dinero en mi casa como sea”.

Hay otros que se plantean huir de Madrid, viajar al extranjero o regresar a su lugar de origen. Como la gaditana Patricia (33 años), médica de Urgencias en el Hospital de Getafe, que lleva residiendo en la región 15 años: “No tiene sentido quedarme porque estamos todos igual. Para tener un contrato temporal, mejor empiezo de cero en otro sitio”. La médica, que ha encadenado 13 contratos temporales desde 2018, explica la incertidumbre que sufre junto a sus ocho compañeros. El 24 de marzo, a siete días de terminar su contrato, finalizaba el plazo para presentar la documentación de la solicitud de plaza.

“Nos harán contratos temporales hasta que se resuelva el concurso público de interinidad con el que se decidirá quién se queda y quién se va”, explica la especialista, que desconoce cuándo será. Lo que sí sabe es que seis personas del equipo se quedarán sin trabajo después de que finalice el proceso. “Ninguno de nosotros sobra. Con seis médicos menos la atención va a ser completamente deficitaria”, sentencia, preocupada.

La Comunidad saca pecho por la renovación de los más de 5.000 sanitarios que tenían contratos covid en eventuales de trámite hasta que se les pueda hacer interinos, sin fecha prevista para que esto suceda. Pero los trabajadores reclaman la urgencia de plantillas estables para acabar con el desmantelamiento de la sanidad pública madrileña. “Es mano de obra de usar y tirar que no garantiza la calidad asistencial. Luego, la Administración se quejará de que el personal al que maltrata se va a otras comunidades y al extranjero”, reprocha Santiago Zarapuz, portavoz del sindicato Mats (Movimiento Asambleario de Trabajadores de Sanidad) del hospital Clínico.

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