Silvio Rodríguez: soñando serpientes en Madrid
La leyenda viva de la canción de autor cumple 75 años. Desde su primer álbum de estudio, ‘Días y flores’, lanzado en 1975, ha publicado más de una veintena de discos
Cuando la música, la poesía y el compromiso social se unen en incorruptible armonía aparece Silvio Rodríguez, una leyenda viva de la canción de autor que ayer cumplió 75 años. El pasado 2 de octubre, emocionó a Madrid en un multitudinario concierto de más de dos horas en el WiZink Center. Unas 8.000 personas acudieron al encuentro con el mítico cantautor cubano, inmerso en una gira para promocionar su disco más reciente: Para la espera.
Sin embargo, el concierto fue mucho más que eso: se convirtió en un auténtico homenaje a su carrera musical, que comenzó por los años setenta y h...
Cuando la música, la poesía y el compromiso social se unen en incorruptible armonía aparece Silvio Rodríguez, una leyenda viva de la canción de autor que ayer cumplió 75 años. El pasado 2 de octubre, emocionó a Madrid en un multitudinario concierto de más de dos horas en el WiZink Center. Unas 8.000 personas acudieron al encuentro con el mítico cantautor cubano, inmerso en una gira para promocionar su disco más reciente: Para la espera.
Sin embargo, el concierto fue mucho más que eso: se convirtió en un auténtico homenaje a su carrera musical, que comenzó por los años setenta y ha seguido desarrollándose más allá de las fronteras cubanas, siempre atenta al momento social. Desde su primer álbum de estudio, Días y flores, lanzado en 1975, Silvio ha publicado más de una veintena de discos, incluyendo los directos, y es reconocido como un artista universal, admirado por varias generaciones, como muestra la variedad de edades entre los asistentes a su último concierto de Madrid: desde veinteañeros a octogenarios, pasando por aquellos jóvenes de la década de los setenta que ya han dejado atrás los sesenta años, pero que continúan conmoviéndose como entonces y coreando las canciones que, con el tiempo, se han convertido en himnos.
Y sonaron muchos aquel sábado. Uno de los primeros fue Sueño con serpientes, hondo y de tono onírico, en el que monstruosas criaturas con forma de serpientes gigantes tratan de tragarse a la voz lírica, que las combate con poesía y sinceridad. Otro, el célebre Óleo de mujer con sombrero, inspirado en un cuadro de Marc Chagall, de cuyos versos se escapa “una mujer innombrable” que “huye como una gaviota”. Criaturas leves y poéticas, como la de En el claro de la luna, otra canción que arrancó las lágrimas del público: “Entre las luces más bellas / duerme, intranquilo, mi amor, / porque, en su sueño de estrellas, / mi paso en tierra es dolor”. El Silvio poeta brilló en dos de sus temas más celebrados, Pequeña serenata diurna y Ojalá.
Precisamente Pequeña serenata diurna, de su álbum Días y flores (1975), comienza aludiendo a Cuba: “Vivo en un país libre, / cual solamente puede ser libre / en esta tierra, en este instante…”. Una libertad relativa para muchos, puesto que Cuba ya estaba en aquellos momentos bajo el régimen de Fidel Castro, al que Silvio ha sido afín desde sus inicios musicales. A pesar de mostrar una actitud aperturista desde hace décadas, su activismo político le ha acarreado numerosos enemigos. Horas antes del concierto en el antiguo Palacio de los Deportes tuvo lugar en Madrid una manifestación anticastrista convocada por la plataforma de Movimiento de Acciones por la Democracia, que declaró a Silvio “persona non grata”. Sin embargo, dentro del recinto el ambiente fue distendido y entusiasta: se desplegaron banderas de Cuba entre el público al grito de “¡Viva Cuba socialista!” y el propio Silvio mostró sus convicciones con alguna declaración –”Abajo el bloqueo”– y un repertorio antiimperialista en el que destacó El necio, en cuya letra se define fiel a sus principios: “Me vienen a convidar a arrepentirme, / me vienen a convidar a que no pierda, / me vienen a convidar a indefinirme […] / Yo me muero como viví”.
El 26 de septiembre, Silvio ya había demostrado su compromiso en Madrid participando en el homenaje por el centenario del Partido Comunista Español, celebrado en el auditorio Miguel Ríos de Rivas-Vaciamadrid, que puso el broche final a las célebres fiestas del PCE, cuyo emplazamiento tradicional, hasta 2007, fue la Casa de Campo. Allí acudió en 2004, acompañado en el cartel por Ana Belén y Víctor Manuel.
Madrid ha sido un destino frecuente para el cantautor, vinculado con figuras como Luis Eduardo Aute, al que le unió una gran amistad y con quien llegó a grabar un álbum en directo, en la Plaza de las Ventas, en 1993: Mano a mano. En mayo de 2016, ambos –acompañados por Ismael Serrano y Luis Pastor– actuaron en un concierto gratuito en Vallecas, llamado “Silvio por los barrios”. El acto pretendía extender la tradición de celebrar conciertos en barrios populares de La Habana, una tradición con la que Silvio se ha ido ganando su fama de “músico del pueblo”. Fue su última actuación juntos. En agosto de ese mismo año, Aute sufrió un infarto que lo condujo a un estado de coma y a abandonar definitivamente los escenarios. Entonces Silvio le compuso un tema, Noche sin fin y mar, que se convirtió en el segundo sencillo de Para la espera. En 2018, Silvio fue uno de los veinte músicos que participaron en “Ánimo, animal”: un concierto homenaje a Aute celebrado en el WiZink Center. Regresó a Madrid en mayo de 2019 para cerrar una gira con la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba. En la actuación, dedicó a su gran amigo Noche sin fin y mar: “¿Quién estuviera allí viéndote reposar? / Saber tu sueño y cantarlo. / Noche sin fin, sin fin y mar”. Aute murió en abril de 2020, ni un año después de aquel concierto.
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