La cara oculta de la primera película censurada en España tras la dictadura de Franco
El cortometraje ‘Descartes’, nacido en la Filmoteca Española de Madrid, impulsa la recuperación del documental ‘Rocío’ (1980) y de su director Fernando Ruiz Vergara, pionero de la memoria histórica en España
Una sala de cine muestra una película que no puede proyectarse en España. No se trata de Perpiñán ni de los años 70. Ha ocurrido en Portugal en 2021. El festival de cine DocLisboa ha programado en los últimos días de octubre la versión íntegra de Rocío, el documental de Fernando Ruiz Vergara que se convirtió en la primera producción cinematográfica secuestrada judicialmente en España tras el fin de la dictadura de...
Una sala de cine muestra una película que no puede proyectarse en España. No se trata de Perpiñán ni de los años 70. Ha ocurrido en Portugal en 2021. El festival de cine DocLisboa ha programado en los últimos días de octubre la versión íntegra de Rocío, el documental de Fernando Ruiz Vergara que se convirtió en la primera producción cinematográfica secuestrada judicialmente en España tras el fin de la dictadura de Franco. La sentencia convirtió al director en “una víctima más” de los que rechazan la memoria histórica en España, dicen los cineastas e investigadores Alejandro Alvarado y Concha Barquero.
Su cortometraje experimental Descartes (2021), inspirado en ese documental y nacido entre los archivos de la Filmoteca Española de Madrid, ha impulsado el recuperar en el país vecino las imágenes censuradas en la Transición con una sesión doble. Primero, los 21 minutos de material que ellos han construido a partir del que desechó el director. Luego, el largometraje original de 1980 con los controvertidos minutos suprimidos que ningún pase español incluye.
En Rocío, rodada a finales de los setenta, Ruiz Vergara analizaba el origen y evolución del culto a la virgen del Rocío. También los claroscuros, las diferencias de clase, los intereses económicos y la trama de poder en torno a una devoción situada entre lo religioso y lo pagano. Decidió incluir en el metraje el testimonio de Pedro Gómez Clavijo y José Aragón Domínguez, dos vecinos de Almonte (Huelva) que denunciaban que, en 1936, fueron asesinadas a palos en su localidad 100 personas: una mujer y 99 hombres.
La propia autocensura del director borró entonces con un pitido el nombre que el vecino de Almonte pronuncia como cabecilla de estos hechos: José María Reales Carrasco, cuya foto también aparece en la película con una banda negra sobre los ojos. Aun así, la familia de Reales Carrasco decidió presentar una denuncia por injurias. “Prevaleció su derecho al honor frente al de las víctimas y frente a la libertad de expresión”, lamentan ahora Barquero y Alvarado, los responsables de Descartes, después de la doble proyección en Lisboa.
La película íntegra había sido estrenada y premiada en el festival de cine de Sevilla, seleccionada para el festival de cine de Venecia y vista en el Círculo de Bellas Artes. La denuncia se interpuso en 1981, “en el mismo mes del golpe de Estado de Tejero”, recuerdan los directores e investigadores. El 3 de febrero de 1984, el Supremo imponía a Ruiz Vergara una condena de dos meses de arresto y el pago de 10 millones de pesetas de indemnización a la familia del injuriado. Y Rocío desapareció. Una sentencia en un país con una democracia todavía no consolidada sigue sentando jurisprudencia décadas después.
No puede verse en salas, pero en YouTube Rocío está colgada incluyendo el testimonio de los dos vecinos de Almonte, en los minutos, 38, 40 y 43 de metraje. Se trata, en realidad, de una copia que construyó José Luis Tirado, creador en 2013 del documental El caso Rocío, donde también se explica la historia detrás de esta película maldita. “Seguimos buscando la copia original, la que nadie ha visto desde entonces, en el juzgado donde se secuestró. La sentencia decía que se quedaba una copia de perpetuidad, pero nos dicen que en los almacenes no está”, apuntan los directores de Descartes.
Los realizadores, fascinados por la historia de Rocío, hallaron en la Filmoteca Española 260 rollos de imágenes que quedaron fuera del controvertido documental. Decidieron crear una pieza, llamada Descartes, mostrando más partes inéditas. “Es un gesto de resistencia. Se trata de intentar recuperar hasta la última parte de la película, que sea un recordatorio continuo”, defienden Barquero y Alvarado.
Aunque la idea de la sesión doble fue de los responsables de DocLisboa, los directores entienden que, a partir de ahora, es la mejor manera de programar su cortometraje, para siempre unido a Rocío, “pensando en la voluntad última del proyecto, que es recordar que existe esa película, ese director y esa censura”, dicen.
Ambos entablaron una relación personal con Ruiz Vergara en 2010, poco antes de su muerte en Castelo Branco (Portugal) en 2011. Hasta ahora se ha contado de él que esa sentencia partió su vida y su carrera cinematográfica, que le hizo abandonar su profesión y su país. Pero los directores matizan esta parte de su biografía. Aunque la censura de Rocío lo marcó más de lo que él admitía, ya mantenía fuertes conexiones con Portugal, de hecho rodó el documental con un equipo técnico luso. Hasta el final tuvo ideas para rodar, proyectos que nunca salían adelante. El andaluz nació en una familia trabajadora en la que nadie se había dedicado al cine antes. Él no contaba con formación académica al respecto y tenía una personalidad demasiado libre, por lo que apenas tuvo oportunidades en una industria del cine por la que nunca perdió interés. Solo le faltaba una estructura de apoyo, explican sus dos amigos.
Ellos lo definen como un personaje único y sorprendente. “Se ganaba la vida pintando carteles de toros de los que se venden a los turistas, llegó a vivir en un barco en Sevilla como si estuviera en Ámsterdam…”, recuerdan. Desde que lo conocieron planean un nuevo documental sobre los proyectos que él no pudo hacer, “que sirva para reivindicar su figura y a la memoria histórica”, avanzan.
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