Como una ola

Mientras los blancos conquistan, los negros invaden. ¡Qué cosas!

Un ánade real o azulón levanta su vuelo en el Manzanares.KIKE PARA
Madrid -

El humorista Alexis Valdés lo dejó caer en un monólogo hace ahora 14 años y parece que desde entonces no ha cambiado nada.

Muchos de nosotros recordamos aquello de “agujero hijueputa negro”, y todavía se nos escapa una carcajada. Un fragmento del monólogo en el que Valdés reflexionaba sobre el porqué en el imaginario colectivo todo lo negro es malo.

Un gato negro, semana negra, corazón negro, alma negra.

Una niña pequeña me dijo una vez que Yo le daba miedo porque parecía una b...

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El humorista Alexis Valdés lo dejó caer en un monólogo hace ahora 14 años y parece que desde entonces no ha cambiado nada.

Muchos de nosotros recordamos aquello de “agujero hijueputa negro”, y todavía se nos escapa una carcajada. Un fragmento del monólogo en el que Valdés reflexionaba sobre el porqué en el imaginario colectivo todo lo negro es malo.

Un gato negro, semana negra, corazón negro, alma negra.

Una niña pequeña me dijo una vez que Yo le daba miedo porque parecía una bruja. Normal.

El patito feo era negro, cuando una hada se vuelve mala viste de negro, las brujas van de negro…

Las novias castas y puras, de blanco y la muerte, de negro.

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Si me hubieran metido todo eso en la cabeza desde niña, a mí también me darían miedo los negros.

Denigrar, un verbo que he dejado de usar al percatarme, después de todo estos años, de que denigrar proviene del latín y significa “ennegrecer”, es decir, que cuando a una persona se le arrebata su fama, su buen nombre y su honor, lo que hacemos es volverle negro.

Denigrar proviene del latín y significa “ennegrecer”, es decir, que cuando a una persona se le arrebata su fama, su buen nombre y su honor, lo que hacemos es volverle negro.

Yo creo que habría que quitar esa mierda de verbo del diccionario.

Ayer un compañero me pasó la captura de pantalla de un titular en el que avisaban de una ola de calor a la que casualmente llamaban “bestia africana”.

Y digo “casualmente” por puro sarcasmo, porque lo cierto es que el nombrecito no tiene nada de casual.

Cuando decimos “Tsunami de inmigrantes” lo que queremos impregnar en la piel del lector es que “esa gente” es un peligro. Que su único afán arriesgando su vida es arrollarlo todo como un Tsunami.

Qué feliz se puso mi vecina cuando su hijo consiguió trabajo en Londres porque aquí no tenía oportunidades, luego te suelta tan tranquila que “los negros nos quitan el trabajo”.

Su hijo lo consigue, los negros lo quitan…

Mientras los blancos conquistan, los negros invaden. ¡Qué cosas!

Las mujeres negras son unas “fieras” unas “panteras” seres salvajes del mundo animal, temibles, salvo en lo exótico o lo furtivo.

Una construcción de la mujer negra que eleva a la categoría de “problemática” o “radical” cualquier aseveración suya que exceda el silencio.

Luego escribieron un artículo sobre Ansu Fati en el que le comparaban con una gacela.

Mientras Sergio Ramos aparecía con unas alas en el anuncio de su documental.

Nada es casual.

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