“Hay directores que te piden plagiar bandas sonoras de otras películas”

Para el compositor de bandas sonoras para cine Fernando Velázquez (Getxo, Bizkaia, 44 años) su trabajo es como un juego de disfraces. Y aunque resulte extraño, los de dos proyectos tan dispares como la serie Patria y la exitosa comedia cinematográfica Ocho apellidos vascos le salieron muy parecidos. “Hay un aspecto técnico, que forma parte de mi secreto profesional, que hace que ambas estén relacionadas”, comenta misteri...

Para el compositor de bandas sonoras para cine Fernando Velázquez (Getxo, Bizkaia, 44 años) su trabajo es como un juego de disfraces. Y aunque resulte extraño, los de dos proyectos tan dispares como la serie Patria y la exitosa comedia cinematográfica Ocho apellidos vascos le salieron muy parecidos. “Hay un aspecto técnico, que forma parte de mi secreto profesional, que hace que ambas estén relacionadas”, comenta misterioso, hasta que da alguna pista más. “Las dos parten de la idiosincrasia vasca y de algo que yo conozco mucho y que he vivido”. Sobre su labor como creador de melodías fílmicas va a charlar en la tarde de este lunes en el Círculo de Bellas Artes, coincidiendo con la reciente entrega de los premios Goya de este fin de semana. Su intervención, cuya entrada es gratuita hasta completar el aforo y que también puede seguirse a través del canal de YouTube del centro cultural madrileño, forma parte del ciclo Los lunes al Círculo. En este espacio de debate ya han participado, entre otros, el filósofo esloveno Slavoj Žižek, el historiador de arte Georges Didi-Huberman y el creador Joan Fontcuberta.

El vasco va a coincidir por vez primera con un compañero de profesión que, como él, también se ha llevado la estatuilla a mejor composición original. Olivier Arson (París, 41 años) es colaborador habitual de Rodrigo Sorogoyen, con quien ha coincidido en películas como El reino y en la serie Antidisturbios. Los dos músicos charlarán sobre el momento actual de la composición para cine y televisión en nuestro país desde diferentes estilos y posicionamientos estéticos sonoros. “Las composiciones de Olivier son inconfundibles. Sorogoyen sería muy distinto si tuviera otra música”, dice de su compañero de charla, aunque bien podría hablar de sí mismo. De la extensa lista de créditos que Velázquez ha ido acumulando en los últimos 21 años, hay un nombre que aparece de forma recurrente y con el que ha crecido en paralelo: Juan Antonio Bayona. El compositor se metió en el cine gracias a Koldo Serra, que le pidió que pusiera melodía a uno de sus cortos. Y que le presentó a Bayona, con quien hizo la transición el formato breve, El hombre esponja, al largometraje El orfanato, Lo imposible, y Un monstruo viene a verme. “Hay algo de él que a mí me gusta mucho y es su falta de complejos a la hora de hacer cine. Yo no los tengo, pero soy algo más retraído a la hora de exponer emociones. Te lleva a ese lugar en el que quieres estar, pero no te atreves a ir”, dice.

Velázquez, también multipremiado y reconocido director de orquesta, está a menudo asociado con la escuela de los grandes compositores de Hollywood. “Mi banda sonora favorita es La misión de Ennio Morricone, aunque lo que pienso a menudo cuando trabajo es ‘¿Qué haría John Williams aquí?’. El tío nunca falla”, confiesa. En España, mucho han cambiado las cosas desde las partituras de José Nieto y los inicios de Alberto Iglesias a las de una nueva hornada de compositores que el propio Velázquez forma junto a creadores como Roque Baños. El enorme cambio que ha experimentado el cine español en las últimas dos décadas tiene mucho que ver con ese salto generacional, opina: “La vaquilla, siendo una gran película, no tenía que ver con el cine de En busca del arca perdida. Además del salto técnico que hemos dado en este tiempo, el lenguaje cinematográfico ha cambiado mucho. De un grande como Vicente Aranda hemos pasado a otro grande como Bayona. Y las melodías tienen que adaptarse a esa evolución”.Admite que no existe la banda sonora más complicada de su vida, porque casi siempre ha abandonado los proyectos en los que no se ha sentido a gusto. “A veces ha ocurrido que no he encontrado la tecla adecuada. Pero suele haber sido por una cuestión que ocurre mucho más a menudo de lo que debería en esta profesión, cuando el director o la directora se enamoran de una música concreta y te piden directamente que la copies. Una cosa es inspirarse y tener un estilo en mente y otra es directamente el plagio. Es que lo de copiar no me sale”, dice.