“¡A ver qué montan ahora en Génova 13!”

Los comerciantes de los alrededores de la sede del PP reciben la noticia de la mudanza del partido a la expectativa de quién ocupará ahora el edificio

Madrid -
Sede nacional del Partido Popular en la calle Génova, 13.VÍCTOR SAINZ

El puesto de flores que lleva Javier Fernández desde hace 25 años está justo al final de la calle de Génova, en la esquina con el Paseo del Prado. El dueño no se había enterado de que el PP tiene previsto abandonar la histórica sede del número 13, como ha anunciado este martes su presidente, Pablo Casado. Y se lleva una alegría al escuchar la noticia. “Cuando pasa algo, estén o no en el Gobierno, siempre hay manifestaciones, mucho más jaleo si están ellos con todos los coc...

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El puesto de flores que lleva Javier Fernández desde hace 25 años está justo al final de la calle de Génova, en la esquina con el Paseo del Prado. El dueño no se había enterado de que el PP tiene previsto abandonar la histórica sede del número 13, como ha anunciado este martes su presidente, Pablo Casado. Y se lleva una alegría al escuchar la noticia. “Cuando pasa algo, estén o no en el Gobierno, siempre hay manifestaciones, mucho más jaleo si están ellos con todos los coches que vienen y toda la gente que va a enfrentarse allí, es una locura”, explica el propietario del tenderete sentado en su silla. “A nosotros, que estamos por el barrio repartiendo, nos limita”. Cuenta que la calle la cortan muy a menudo y que, cuando tienen que ir a la plaza de Alonso Martínez o a la calle de Sagasta para entregar ramos o cestas, están obligados a dar toda la vuelta y tardan el doble.

En el cercano restaurante Época, atiende Eliseo Garcella, que en cambio se echa las manos a la cabeza: “Lo que nos faltaba. No es que vinieran muchísimo, pero sí que venían, y no solo ellos, muchos periodistas cuando tienen que cubrir cosas ”, explica, mientras registra en la máquina las cervezas que ha servido en una de las mesas del establecimiento. Los comerciantes de los alrededores de la sede del PP se dividen entre los que no echarán de menos a los militantes por las molestias de las protestas en la calle y los que lamentan perder clientes. Pero todos están a la expectativa: “¡A ver qué montan ahora!”, exclama Garcella.

Más arriba de la calle se llega a la cafetería Humita Coffee, donde venden empanadas argentinas. Este establecimiento está justo a la altura de la sede del PP, pero en la acera de enfrente. Paloma Timón recoge detrás de la barra y, este martes por la tarde, tampoco sabía nada de la mudanza. “A ver si vienen y les pregunto. La verdad es que se acercaban bastante, la mayoría a desayunar y nos venía muy bien. Es que ahí trabaja mucha gente”, se lamenta, por las evidentes repercusiones de la pérdida de parroquianos en su negocio.

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En cambio, la encargada de la Perfumería Julia, que se encuentra a escasos metros de la cafetería, indica que todo depende de quién ocupe el edificio después. “Creo que otra cosa atraería a más personas”, opina. “Lo normal es que un edificio de ese tamaño lo coja una empresa potente, como puede ser Inditex o similar, y eso haga que se revalorice la calle, para los negocios, sobre todo”, señala Esther Piñeiro, que echa la vista atrás y recuerda la época en la que cada martes había manifestaciones en la sede por el caso de la estafa piramidal de los sellos de Fórum Filatélico, que afectó a más de 250.000 personas.

Raúl Álvarez lleva el quiosco que era de su padre, ya fallecido, y que está en activo desde 1984. Confiesa que a él las manifestaciones le hacen perder dinero. También se encuentra enfrente de la sede y afirma que de ahí le compran unos pocos periódicos a diario. “Al ser yo un comercio abierto en la calle, si hay manifestación por ejemplo y dura dos o tres horas, esas horas no vendo y estoy aquí aguantando pitos, silbidos y gritos. Aun así con la pandemia esto parece un solar y vendo un 30% de lo que vendía antes. Los de Viena Capellanes me han dicho que llegaban a dar 140 menús al día y, ahora, solo 30”, responde mientras va apilando la prensa y las revistas para dar por terminada la jornada.

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En el paso de cebra que conduce a la entrada de la sede, se puede reconocer a Pablo Montesinos, vicesecretario de Comunicación del PP, detrás de la mascarilla. Puede que alguna vez se haya comprado un sándwich en el Rodilla, que está en el mismo lado, bajando unos pasos la calle. Y es que Delfín, un joven latino trabajador de la cadena, que lleva el pelo trenzado y un corte en la ceja como una estrella del trap, cree que van a salir muy perjudicados: “Tenemos mucha clientela del PP, los desayunos son muy fuertes aquí y si se van lo notaremos muchísimo desde luego. Además, las manifestaciones siempre nos eran beneficiosas”.

Al salir de la calle de Génova, el puesto de lotería más cercano se encuentra en la calle de Argensola y está regentado por Mabel desde hace seis años. “Claro que son clientes y nos afecta que se vayan. A mí que venga la gente a manifestarse una hora y estén ahí gritando, si entran y compran no me importa lo más mínimo, aunque entiendo que para los vecinos son molestas, pero para nosotros se traduce en ventas”, declara.

En la vecina calle de Zurbano, La peseta de Doña Casilda es uno de los lugares que más frecuentan los populares. Es un pequeño y coqueto restaurante que desprende un aire familiar gracias a que Sandra Caballero atiende con cercanía y buen humor. Está preparando un café y ya está enterada de que los populares dejan la sede: “Sí que nos va a afectar que se vayan, pero otros vendrán, somos muy positivos. Muchos clientes son de ahí y yo tengo bastante relación con ellos, de un trato de todos los días, y les deseo lo mejor. Espero que les vaya muy bien”. Sostiene que no solo hay clientela del PP y que bastante gente que acude es del barrio o son turistas. “Aunque ya no trabajen aquí, repetirán, vendrán de visita seguro”, dice con una gran sonrisa que la mascarilla impide ver, pero que se intuye en sus ojos.

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