Las Águilas, el “realismo de gotelé” de la serie ‘El vecino’

La comedia de Netflix, aunque protagonizada por un superhéroe, se aleja de la fantasía en un barrio madrileño que representa a ‘la España del toldo verde’

Nacho Vigalondo (izquierda) dirige al actor Quim Gutiérrez durante el rodaje de uno de los primeros capítulos de 'El vecino'.María Heras

Puede que sea un barrio costumbrista, pero en televisión no cumple con tópicos. En Las Águilas, perfilado al suroeste Madrid por el paseo de Extremadura, la avenida de los Poblados, la avenida de Aviación y el parque de las Cruces, se ruedan las escenas exteriores de El vecino (Netflix). Pero no es un personaje más de la serie. En realidad, representa la forma de estar de sus personales, los de carne y hueso. Javier, un periodista con una doble vida como superhéroe interpretado por ...

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Puede que sea un barrio costumbrista, pero en televisión no cumple con tópicos. En Las Águilas, perfilado al suroeste Madrid por el paseo de Extremadura, la avenida de los Poblados, la avenida de Aviación y el parque de las Cruces, se ruedan las escenas exteriores de El vecino (Netflix). Pero no es un personaje más de la serie. En realidad, representa la forma de estar de sus personales, los de carne y hueso. Javier, un periodista con una doble vida como superhéroe interpretado por Quim Gutiérrez, su novia (Clara Lago) y su vecino José Ramón (Adrián Pino) son ellos y su circunstancia. Y esa circunstancia, la de la precariedad laboral y la solución habitacional alejada de las grandes casas que aparecen en la ficción audiovisual, tiene la fisionomía de Las Águilas.

“Necesitábamos un espacio que no se reconociese por ningún detalle en concreto, pero que a su vez fuese reconocible para la mayoría”, comenta Eneko Gutiérrez, productor ejecutivo de esta producción. En este caso, como le gusta decir a la presidenta de la región, Isabel Díaz Ayuso, Madrid es España y España es Madrid. Y es, además, “una España que, por lo general, se olvida en las series de televisión: la del toldo verde”, explica el que es uno de los responsables de esta comedia, que ya prepara una segunda temporada para ser estrenada a lo largo de este 2021.

La intención, argumenta Gutiérrez, es que, “aunque rodada en Madrid, El vecino pudiera ocurrir Hospitalet de Llobregat (Barcelona) o Barakaldo (Bizkaia); uno de esos barrios hechos de cientos de casas y edificios que no tienen nada, que pueden llegar a ser anodinos. Ni están en el centro, ni en una zona bonita, ni tienen una arquitectura muy característica. Porque, en realidad, así son la mayor parte de viviendas que habitamos los españoles”.

La adaptación televisiva que Miguel Esteban y Raúl Navarro hacen del cómic de Pepo Pérez y Santiago García con la dirección de Nacho Vigilando en los primeros episodios prefiere no poner nombre en el guion al lugar que tanto influye en la ambientación de la serie. Para lograr el costumbrismo deseado, el equipo de localización eligió Las Águilas. “Esa zona en concreto es como un callejón cerrado, perteneciente a una especie de cooperativa, casi con una plaza interior, que nos permitía crear un microcosmos. No necesitamos la Gran Vía para contar esta historia”, defiende el productor.

Lo que sí era imprescindible para una comedia de estas características era un bar. El suyo en concreto está completamente construido en un plató de televisión, gracias al trabajo del director de arte Javier Alvariño y de su equipo. Para Gutiérrez es uno de los grandes alicientes de esta producción. “Él es un maestro haciendo que las cosas parezcan reales. Es lo que llama el realismo de gotelé, que huye de ese lujo inexplicable que hemos visto mil veces en series y películas. Es un mérito, porque cuesta mucho que el gotelé quede bonito”.

Un momento del rodaje de la comedia 'El vecino' en Las Águilas (Madrid).María Heras

Los exteriores de El vecino complementan ese concepto de personajes que viven “en casas que combinan esos muebles viejos de madera que han heredado con los que se ha comprado en Ikea y con algún recuerdo que se han traído de un viaje”. Esa ambientación representa el nuevo concepto de clase media de la generación de los treintañeros Quim Gutiérrez y Clara Lago, “jóvenes que no han podido ni soñar en toda su vida con hacer una reforma en sus casas”.

Esa aparente falta de personalidad de las localizaciones ayuda a que otros elementos de la serie brillen, como es la comedia y ese punto de fantasía propia del cómic y superhéroes. “Hay muchos sitios interesantes en los que trabajar en Madrid. De hecho, lo complicado es rodar en el centro, que por desgracia es donde tendemos a rodar habitualmente. Tener un rodaje en tu calle es una molestia. En lugares como Las Águilas no están acostumbrados a que rompas su rutina y les sorprende lo mucho que se tarda en completar una sola escena. Cuando estamos trabajando allí, nos preguntan a menudo: ¿Qué, mañana volvéis? ¿Qué habéis estado haciendo todo el día? Pero en definitiva la gente está encantada de colaborar y de cerrar las calles”.

Clara Lago (izquierda) y Catalina Sopelana durante el rodaje de la serie de Netflix.María Heras

Trucos de localizadores

Encontrar el lugar adecuado para hacer realista una ficción es el gran reto de la parte del equipo técnico encargada de las localizaciones. La clave es crear una poderosa base de datos. “Nos vamos fijando en cosas que cualquier otro ni se para a mirar. Una fábrica de frigoríficos puede ser el próximo lugar en el que ruedes”, comenta Valerio Marello, jefe de localizaciones de La Casa de Papel, también de Netflix. “Si tienes mucha experiencia, tienes ya un archivo de lugares donde grabar y que ya funcionan prácticamente como platós, de tanto como aparecen en series, películas y anuncios”.

Si no llevas tantos años en esto, el boca a boca entre profesionales también es muy recurrido, comenta Sergio Prado, responsable de localizaciones de Veneno, quien también apunta a Google Maps como forma de tantear exteriores. Son trucos que facilitan este proceso llamado scouting, que consiste en explorar espacios para comprobar si pueden soportar un rodaje en ellos. “Hay agencias especializadas en ofertar localizaciones a productoras. En estos casos, suelen ser sitios lujosos. De esta forma, los ricachones encuentran una ayuda para mantener esas mansiones”, dice Eneko Gutiérrez el productor ejecutivo de El Vecino. “A veces, simplemente interviene el ego de quien le gusta que una de sus propiedades aparezca en pantalla”.

Otra ayuda las organizaciones regionales, como la City of Madrid Film Office, que han resurgido en los últimos años y cuya misión es precisamente atraer rodajes a su zona, que se traduce en una mayor inversión económica para la zona y un mayor atractivo turístico.

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