Cientos de miles de árboles dañados por el temporal en la Casa de Campo
Los jardineros más veteranos del bosque urbano más grande de España aseguran que no han visto nunca nada parecido: siete de cada diez ejemplares están dañados de gravedad
Cae el décimo pino y último de la mañana. Una decena de jardineros de la Casa de Campo trabaja sin parar en una calle próxima al parque que todavía rebosa de nieve, las ramas y troncos sobre los coches. La cuadrilla estará hasta que acabe su turno, a las dos de la tarde. Luego, no vendrá nadie más a continuar con las labores de retirada de árboles sobre la calzada o los que están a punto de caer sobre la vía. No dan abasto desde el lunes y tampoco han tenido refuerzos extraordinarios. ...
Cae el décimo pino y último de la mañana. Una decena de jardineros de la Casa de Campo trabaja sin parar en una calle próxima al parque que todavía rebosa de nieve, las ramas y troncos sobre los coches. La cuadrilla estará hasta que acabe su turno, a las dos de la tarde. Luego, no vendrá nadie más a continuar con las labores de retirada de árboles sobre la calzada o los que están a punto de caer sobre la vía. No dan abasto desde el lunes y tampoco han tenido refuerzos extraordinarios. El área de Medio Ambiente asegura que van a contratar 1.110 operarios para “inspeccionar y sanear todo el arbolado de la ciudad”. Aunque no han aclarado qué cantidad de trabajadores y de inversión irá destinada a recuperar la seguridad de un parque familiar, que se ha convertido en un bosque de riesgo por caída de ramas y troncos.
De momento, el Ayuntamiento ha cerrado la Casa de Campo, como el resto de parques, pero todavía no son capaces de prever por cuánto tiempo. “Si no empiezan a tomarse en serio esta catástrofe, va a estar cerrada un año mínimo hasta que sea segura. Siete de cada diez árboles están afectados de gravedad y los otros tres tienen daños. Cuando la nieve desaparezca comprenderemos qué es lo que ha pasado, pero calculo que hay cerca de un millón de árboles afectados en la Casa de Campo”, explica a este periódico Santiago López, jardinero desde hace 20 años en el mayor parque urbano de España (1.700 hectáreas). Nunca ha visto nada igual. Según datos del Ayuntamiento, en la Casa de Campo hay más de 600.000 árboles afectados.
Junto a Santiago hay otros 49 jardineros y 15 conductores de plantilla dedicados a este bosque. No son suficientes para devolver a la normalidad los miles de hectáreas dañadas: “Está arrasada, es un desastre. Necesitamos 200 jardineros más, pero no queremos que el beneficio se lo lleve una empresa. El alcalde debería invertirlo en la propia Administración y contratar a jardineros de la bolsa de trabajo”, dice Santiago. Recuerda que hace unos años, con las ventiscas fuertes, retiraron árboles partidos durante cuatro meses. Nada que ver con el espectáculo dantesco que ha dejado el paso del temporal Filomena. “¿Te puedes creer que el alcalde ni se ha pasado por aquí para comprobar los daños de la Casa de Campo?”, apunta y dispara López.
“Si te parece que esto está mal, ya verás cuando entres al bosque. Es como una guerra, como si hubieran caído bombas. Aquello parece el Verdún”, suelta uno de sus compañeros subido a la pala que conduce, en referencia a la batalla más cruel de la Primera Guerra Mundial, donde murieron más de 250.000 personas, en diciembre de 1916. Con el vehículo limpia las partes troceadas de los pinos que los otros desmenuzan con sus motosierras. Estos ejemplares hechos pedazos estaban vivos la semana pasada y los cuidaban. Hoy son un peligro para las aceras y tienen que acabar con ellos.
Algo personal
“En esta calle vamos a tener que cortar unos 200 árboles. Esto va a quedar arrasado”, vaticina Antonio Terrones, que actúa en el paseo de la Venta, cerca de la entrada al Parque de Atracciones. Es jardinero desde hace 33 años en la Casa de Campo y reconoce que lloró el día que comprobó el estado en el que había quedado el bosque al que iba con sus abuelos y sus padres a pasear y jugar. Es del barrio y esta catástrofe natural lo vive como “algo personal”. Habla de pinares arrasados y de encinas centenarias partidas en dos, ejemplares que habían sobrevivido a la Guerra Civil y a los incendios.
A 40 minutos de la periferia del parque en el que trabajan los jardineros se encuentra la majada con el rebaño de las ovejas que viene desde Puebla de la Sierra, a dar a luz a temperaturas menos extremas que las de la sierra pobre. La nevada les ha enterrado la comida durante todo el fin de semana. Este jueves han empezado a rumiar algo de yerba fresca, a los pies de las encinas y en laderas que van recuperando su estado habitual. “Hasta hoy les costaba avanzar y les he echado alfalfa. Hoy ya han comido todo el día”, comenta la pastora que se encarga esta jornada de las 300 piezas. En dos meses darán a luz y quizá vuelvan a repetir un estado de soledad como el del año pasado, en pleno confinamiento. “Esto es una masacre, parece una guerra. Lo que más temo es el destrozo que harán las máquinas cuando vengan a limpiar”, añade.
Van a tener que talar miles de árboles y reclama a los técnicos de Medio Ambiente que piensen de urgencia un plan de reforestación, con especies más resistentes a los inviernos extremos. “El pino piñonero no está preparado para lo que se viene”, dice Terrones. La Casa de Campo podría cambiar de piel en la reforestación que se avecina, para recuperar la masa verde perdida. “Más encinas y fresnos”, añade el veterano jardinero, con su uniforme fluorescente salpicado de virutas y serrín. Por si fuera poco, las altas temperaturas y el deshielo traerán más malas noticias: “Ahora están en parada vegetativa invernal, pero cuando la savia vuelva a funcionar en verano, muchos árboles se van a caer porque aflorarán las heridas que les han causado ahora”, avisa Santiago López. Entonces, si el parque ha vuelto a la vida humana y los madrileños acuden al que es su bosque desde hace 90 años, la alargada sombra de Filomena seguirá ahí.
Patrimonio natural devastado
En la carretera que va del Zoológico al Parque de Atracciones se levantaba una inmensa encina, un monumento de siglo y medio. Cuentan los jardineros que han estado velando por ella hasta el sábado pasado que lloraron cuando se la encontraron, muerta entre la nieve. Ese día, después de haber resistido a los tiros y las bombas de la Guerra Civil, el sobrepeso en su copa ancha y redonda derribó su firmeza, y partió en dos mitades su tronco ceniciento. Los jardineros han escrito una carta al alcalde, José Luis Martínez-Almeida, y a la vicealcaldesa, Begoña Villacís, para comunicarles que los daños son “devastadores” y que pasarán muchos años “en recuperar parte de lo que conocíamos”. Le piden una plantilla de trabajadores a la altura de la catástrofe, que calculan en el doble de árboles caídos de lo que ha dicho Borja Carabante, delegado de Medio Ambiente y Movilidad, en un vídeo que ha colgado en su cuenta de Twitter. El Ayuntamiento habla de más de 600.000 árboles caídos.