Vecinos contra hosteleros en el corazón de la capital

Los dueños de los locales pierden dinero cada día por la falta de turistas y terrazas. Los vecinos piden mantenerlos cerrados y que prime la seguridad

SOS Malasaña.

Ruido ha sido sinónimo de negocio en el centro de la capital, pero algunas cosas pueden cambiar por efecto del coronavirus. Cuando llegó la pandemia, el ocio nocturno bajó sus persianas y reinó el silencio en las calles. Los vecinos pudieron volver a dormir sin tapones, las paredes dejaron de retumbar, los borrachos ya no cantaron a las cuatro de la mañana bajo el portal y nadie les volvió a interrumpir el sueño. Hasta que llegó la llamada nueva normalidad y, c...

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Ruido ha sido sinónimo de negocio en el centro de la capital, pero algunas cosas pueden cambiar por efecto del coronavirus. Cuando llegó la pandemia, el ocio nocturno bajó sus persianas y reinó el silencio en las calles. Los vecinos pudieron volver a dormir sin tapones, las paredes dejaron de retumbar, los borrachos ya no cantaron a las cuatro de la mañana bajo el portal y nadie les volvió a interrumpir el sueño. Hasta que llegó la llamada nueva normalidad y, con ella, el silencio volvió a estar amenazado. Ahora, se ha desatado una batalla más de la guerra que vecinos y empresarios de la noche madrileña mantienen desde hace años, pero en esta ocasión lo hace con una pandemia global como telón de fondo y una crisis sanitaria que convirtieron durante semanas a la capital en el epicentro mundial del coronavirus. Los vecinos no quieren volver a la normalidad de antes. Y los dueños de los locales no quieren ir a bancarrota.

Mientras los vecinos duermen profundamente, los locales de ocio se están arruinando. Normas como la ZPAE (Zona de Protección Acústica Especial del distrito Centro) o la nueva normativa del ocio que obliga a cerrar todos los bares a la 1.30 están haciendo cada vez más difícil la recuperación de la economía del sector. Es por esto que esta semana La Plataforma por el Ocio se ha concentrado para denunciar el fracaso de la campaña de apoyo a la hostelería y de ampliación de terrazas. “He solicitado tres veces una terraza para mi negocio, porque creo que es nuestra única salvación y siempre me la han denegado”, afirma Juan Q, de 68 años, dueño de cinco bares en el distrito centro.

Saturnino Vera, vocal de la Asociación de Vecinos Cava-La Latina. En vídeo, Vera critica la petición de los hosteleros de modificar la norma de protección acústica. Vídeo: FOTO Y EUROPA PRESS

El Ayuntamiento ha recibido a 29 de julio 3419 instalaciones de terrazas, se han concedido 1441, denegado 444 y están pendientes de resolver el resto. Según los expedientes presentados por las asociaciones pertenecientes a la plataforma del ocio en Madrid, el 75% de estas autorizaciones se han producido de forma automática, de tal manera que las Juntas de Distrito únicamente habrían resuelto 450 expedientes, lo que supone apenas un 13,7% del total. De ellos, la mayoría de las resoluciones han sido desfavorables. “La falta de soluciones administrativas ha dejado abandonadas cerca de 1500 pymes de la hostelería madrileña que se ven abocadas a la ruina”, afirma un portavoz de la plataforma.

El 5% de las denuncias por beber en la calle en la capital son a menores de edad y los contagios entre adolescentes se han multiplicado por siete en la segunda quincena de julio en la Comunidad de Madrid

Según la Encuesta de Población Activa la Comunidad de Madrid, se han perdido 35.000 puestos de trabajo en el sector de la hostelería desde el inicio de la crisis, y las previsiones no son nada halagüeñas, ya que el próximo otoño, creen los hosteleros, se agravará la situación, lo que significará la destrucción de casi 80.000 puestos de trabajo más.

Pero la moneda tiene dos caras. Los vecinos del centro, por su parte, han mandado una carta al Ayuntamiento pidiendo al alcalde de la ciudad, José Luis Martínez Almeida, un plan de seguridad que impida el botellón y las aglomeraciones en las terrazas. “Tenemos mucha experiencia acumulada. Sobre todo, porque llevamos años soportando esta masificación incontrolada y el incumplimiento de las normas y la legalidad a costa de nuestros derechos”, afirma el presidente de SOS Malasaña, Jordi Gordon.

Y, en medio, el Ayuntamiento, que desde que hace décadas hosteleros y vecinos se declararon la guerra, siempre pierde, o bien porque la normativa no es lo suficientemente flexible como quisieran los bares, o bien porque no es lo suficientemente estricta como para contentar a los vecinos. Ninguno de los sucesivos consistorios de Esperanza Aguirre, Alberto Ruiz Gallardón, Ana Botella, Manuela Carmena y, ahora, José Luis Martínez Almeida, han sido capaces de hallar una solución satisfactoria para todos. “El Ayuntamiento está haciendo lo posible para flexibilizar y ayudar a la hostelería y prueba de ello son las numerosas medidas que se han adoptado”, afirma un portavoz del consistorio.

Y el problema no es menor. Según los datos que ha recopilado la Asociación S.O.S Malasaña, una de las más combativas con el tema y de las que más estudios y documentación ha generado, en el centro de Madrid hay un bar por cada 32 habitantes. “Probablemente esta sea la proporción más elevada del mundo, ya que hay unos 4.000 bares para los 130.000 habitantes del distrito”, resume Gordon.

Lo cierto es que desde que se han relajado las medidas de confinamiento, los vecinos del centro han observado un aumento de la concentración en la calle de personas que incumplen las medidas de distanciamiento social, y la policía ha tenido que intervenir centenares de fiestas y botellones mientras el peligro de activar un brote que expanda de nuevo sin control el virus sigue vigente. Por ello, desde las asociaciones de vecinos que agrupan el distrito centro consideran que es necesario que el Ayuntamiento tome medidas de control y, a la vez, informe a la población de que el centro de la ciudad no está libre de restricciones.

Las cifras avalan esta preocupación. El 5% de las denuncias por beber en la calle en la capital son a menores de edad y los contagios entre adolescentes se han multiplicado por siete en la segunda quincena de julio en la Comunidad de Madrid, donde el porcentaje de casos ha llegado a subir un 413% de la semana pasada a esta.

A la 1.30 en la plaza del Dos de mayo los establecimientos de ocio nocturno bajan las persianas. Los clientes van saliendo poco a poco por la puerta. Muchos deciden irse a casa de amigos de after, pero algunos prefieren comprarse unas cervezas en la tienda de alimentación más cercanas y quedarse en la plaza. Viendo el panorama, el dueño de un bar de la zona sale de su local: “El ocio nocturno vive de ser nocturno, y hasta donde yo sé, el bicho contagia igual a las 12.00 del mediodía que a las 3.00 de la mañana, por lo que no entiendo por qué me toca cerrar”, afirma. Y al final de la noche, resulta que han perdido todos: los vecinos de la plaza no han podido pegar el ojo y los dueños de los bares han perdido dinero.

La noche de Madrid se apaga

El próximo fin de semana, el ocio nocturno de Madrid bajará la persiana en una decisión inédita en la capital. La Plataforma por el Ocio, que agrupa a sus principales asociaciones, convoca un cierre voluntario del viernes 7 de agosto al domingo 9 para protestar por las restricciones impuestas al sector y para exigir a las autoridades un rescate de los locales de hostelería más afectados por las medidas impuestas como freno a la pandemia de la covid-19. A esta iniciativa ya se han unido bares míticos del centro de Madrid como: El Penta, La Vía Láctea y El Tupperware.


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