Gabilondo renuncia al acta y Franco dimite como secretario general del PSOE de Madrid
Miembros prominentes de la lista electoral y de la dirección regional reclamaban el paso atrás del candidato y una gestora tras el fiasco electoral del 4-M
La debacle electoral del 4-M provocó este jueves otra jornada de vértigo en el PSOE de Madrid. El candidato y el líder regional del partido renunciaron dos días después por los resultados, los peores de la historia. José Manuel Franco presentó, antes de la ejecutiva federal, su renuncia como secretario general. Horas después Ángel Gabilondo renunció al acta de diputado en la Asamblea. Destacados miembros de la list...
La debacle electoral del 4-M provocó este jueves otra jornada de vértigo en el PSOE de Madrid. El candidato y el líder regional del partido renunciaron dos días después por los resultados, los peores de la historia. José Manuel Franco presentó, antes de la ejecutiva federal, su renuncia como secretario general. Horas después Ángel Gabilondo renunció al acta de diputado en la Asamblea. Destacados miembros de la lista electoral exigían que se asumieran responsabilidades en la candidatura y al máximo nivel orgánico de la dirección regional. Una gestora dirigirá a la federación madrileña hasta el congreso de otoño.
El Partido Socialista de Madrid (PSM) se ha acabado cobrando las cabezas más visibles del partido. La primera fue la de Franco, el secretario general que logró apaciguar muchísimo más de lo esperado a una de las federaciones socialistas más complicadas. Fiel a Sánchez desde el proceso de primarias de 2017, cuando la mayoría de cuadros orgánicos mejor posicionados se decantaron por Susana Díaz, Franco fue elegido en octubre de ese año con el respaldo del 71,77% de los votos emitidos por los militancia.
Desde entonces los socialistas madrileños habían permanecido en cierta calma. El interés que Sánchez prestaba a la federación a la que pertenece, y más desde la situación de privilegio que le daba presidir el Gobierno de España, también fue clave en la tregua entre las diferentes corrientes del PSOE de Madrid. Pero todo eso saltó por los aires el martes por la noche.
El 4-M quedó grabado a fuego en el PSOE tras firmar su peor resultado. De 37 escaños se desplomó a 24 diputados. Y se perdieron 275.000 votos respecto a 2019. La bronca, que fue a más y subió de decibelios en la reunión del miércoles de la ejecutiva regional ante la falta de una respuesta contundente —en forma de renuncia—, amainó algo con la marcha de Franco. “Quiero agradecerle su lealtad, su compromiso al frente de la responsabilidad que ha desempeñado. Tenemos una deuda con él, fue uno de los protagonistas del proyecto político que se inició en 2017. Tendrá siempre el reconocimiento del partido”, dijo José Luis Ábalos, ministro de Transportes y secretario de Organización del PSOE.
Horas después de que Franco comunicase su renuncia, Gabilondo, que esta tarde ha sufrido una arritmia, aceptaba no recoger el acta en el Parlamento de Madrid. La intención del cabeza de cartel desde 2015 era continuar incluso como diputado raso pese al descalabro del martes. “En una situación así lo lógico es que haya responsables políticos y de la candidatura”, coinciden una decena de dirigentes de la federación madrileña, entre ellos afines al exministro de Educación.
La responsabilidad del desastre electoral no es exclusiva de Franco ni de Gabilondo, según coinciden la mayor parte de los cuadros del PSOE consultados. Gabilondo, vencedor de las elecciones de 2019, y que cuatro años antes se quedó a un escaño de ser presidente —IU no logró el 5% mínimo de votos para tener representación en la Asamblea— era partidario de mantener la lista electoral de hace dos años. Pero Pedro Sánchez impuso su criterio y aplicó una transformación profunda de la candidatura. La Moncloa asumió la estrategia de campaña, criticada en las filas socialistas por haber aspirado a crecer, con un discurso moderado, a costa del caladero de 630.000 votantes de Ciudadanos, al que las encuestas situaban fuera de la Asamblea. Cuando se vio que era una misión imposible, Gabilondo viró hacia la izquierda y se abrió a un pacto con Pablo Iglesias después de un mes cerrándose a esa opción.
Una de las derivadas, que explotó Más Madrid, fue que los socialistas no opusieron resistencia a la fuga de votantes hacia Mónica García. El objetivo era sumar con Más Madrid y Unidas Podemos para gobernar. Un mensaje de unidad con el que se esperaba movilizar al electorado progresista. Sucedió lo contrario.
Dirigentes territoriales del PSOE subrayan, ante las críticas a La Moncloa, que “lo más previsible” en Madrid “era una derrota segura, como en estos últimos 26 años”. “La victoria en Cataluña sí que fue un imposible inesperado que se logró”, apostillan sobre el triunfo del PSC el 14-F. No se producía desde 2003. “Iván Redondo hace un tándem exitoso con Pedro Sánchez. Han cosechado muchos triunfos desde que empezaron juntos”, sentencian.
Otros dirigentes consultados resaltan en cambio que Franco, y con él la dirección de Madrid, aceptó las imposiciones en la lista electoral, sobre todo en los primeros puestos. Lo mismo sucedió con la estrategia seguida. Franco, aseguran fuentes cercanas, advirtió que el electorado de Cs en Madrid era muy distinto al de Cs en Cataluña. Mientras en Madrid procedían en su gran mayoría del PP, partido al que regresaron el 4-M, en Cataluña una nutrida parte había votado en anteriores ocasiones al PSC. Y eso es lo que hicieron en las últimas elecciones catalanas. En Madrid, en cambio, la apuesta fue letal.
El paso atrás de Gabilondo no habría sido posible, según las fuentes consultadas, sin una salida acorde a su desempeño al frente del grupo parlamentario los últimos seis años. En el PSOE de Madrid se da por hecho que Pedro Sánchez le tiene reservado un destino institucional. “Siempre he dicho: estoy donde estoy y estoy entregado a donde estoy. Yo estoy y quiero ser presidente de la Comunidad de Madrid. Ahora, también digo, si la vida me presenta otro desafío, condiciones: tiene que ser en el servicio público y tiene que ser con dimensión social. A estas alturas de la vida, es lo único que sé hacer y lo único que me interesa”, afirmó Gabilondo en una entrevista en RNE el 29 de abril.
Su relevo, esgrimen quienes lo demandaban, era el primer paso para reconstruir una alternativa socialista en Madrid. Los socialistas afrontarán las elecciones de 2023 en una situación inédita: por primera vez no serán el principal partido de la oposición. Y durante estos dos años deberán aplicarse para recuperar su condición de fuerza hegemónica de la izquierda. Unos galones que la candidata de Más Madrid, Mónica García, les ha arrebatado con un proyecto fresco y atractivo, sobre todo entre el electorado de menos de 45 años, universitario y femenino.
Gabilondo había trasladado estos días que no sería un problema para el PSOE. Pero en eso mismo empezaba a convertirse por su obcecación para permanecer en la Asamblea tras firmar los peores resultados de los socialistas en la Comunidad de Madrid. Su presencia, advertían incluso sus afines, retrasaría la renovación y desgastaría al nuevo portavoz. Nadie dudaba que Isabel Díaz Ayuso atacaría por ese flanco a la bancada socialista. Los mejores posicionados para suceder a Gabilondo como referentes del PSOE —a la espera de lo que suceda en el congreso regional de otoño— son Hana Jalloul y Juan Lobato.
La número dos de la candidatura es una apuesta personal de Pedro Sánchez. La exsecretaria de Estado de Migraciones, de 43 años, ha crecido durante la campaña, hasta labrarse un perfil propio. Su punto débil es la falta de peso orgánico, pero desde hace días mantiene contactos con alcaldes y secretarios de agrupación sondeando potenciales apoyos. Lobato, cuatro de la lista, tiene un conocimiento más amplio del partido: se presentó a las primarias de 2017, en las que se impuso el actual secretario general, José Manuel Franco. Técnico de Hacienda del Estado de 36 años, antes de la campaña dimitió como alcalde de Soto del Real, localidad que hasta 2015 no había tenido un regidor socialista desde la Guerra Civil.
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