Las izquierdas se miran de reojo en la campaña madrileña
Los opositores a Ayuso evitan los ataques mutuos, pero se lanzan cargas subliminales. Más Madrid avanza sobre el PSOE y proclama: “Nos hemos echado encima el campo progresista”
Si alguien estaba hastiado de la larga carrera a las elecciones madrileñas, que se vaya preparando: la campaña de verdad empezó este domingo. Lo anunciaba el bosque de banderolas de propaganda con que amaneció el alumbrado público de la capital. En las zonas del centro, las más visibles eran las de Isabel Díaz Ayuso. En uno de los carteles, su fotografía, de chupa negra y camiseta blanca. Al lado, solo una palabra, una simple palabra sobre fondo azul convertida en el conjuro con que la presidenta madrileña y c...
Si alguien estaba hastiado de la larga carrera a las elecciones madrileñas, que se vaya preparando: la campaña de verdad empezó este domingo. Lo anunciaba el bosque de banderolas de propaganda con que amaneció el alumbrado público de la capital. En las zonas del centro, las más visibles eran las de Isabel Díaz Ayuso. En uno de los carteles, su fotografía, de chupa negra y camiseta blanca. Al lado, solo una palabra, una simple palabra sobre fondo azul convertida en el conjuro con que la presidenta madrileña y candidata del PP espera arrasar a sus rivales: “Libertad”. Así, a secas.
En lo más alto de Vallecas, sobre la cima del cerro del Tío Pío, con el abrumador paisaje de toda la ciudad a sus pies, sonaban los aires sabinianos de la canción electoral de Más Madrid: “Y, aunque no te lo digan, está en tu mano / echar de los despachos a estos fulanos”. A la misma hora y bajo el mismo sol del mediodía de domingo en Madrid, el acto de Pablo Iglesias en Lavapiés se cerraba entre acordes de Vetusta Morla: “Fue un golpe maestro / fue un atraco perfecto / dejarnos sin ganas de vencer”. El día había comenzado con nuevas encuestas y un pronóstico similar: la derecha va como una apisonadora camino del 4-M. Y en Vallecas y en Lavapiés, en boca de los antiguos camaradas separados ahora por kilómetros de distancia, reverberaban proclamas parecidas en canciones y discursos: contra la “apatía”, contra el “desánimo”, contra la “resignación”.
En el cerro del Tío Pío y en la plaza Nelson Mandela de Lavapiés también se escuchó una misma letanía toponímica. “Vallecas, Carabanchel, Usera, Villaverde, Parla, Alcorcón…”, iban recitando los oradores de Más Madrid y Unidas Podemos. En esos enclaves de clase trabajadora de la capital y su cinturón reside la última esperanza de la izquierda. “Si van a votar como van en el barrio de Salamanca, derrotaremos a Ayuso”, arengó Mónica García, la candidata de Más Madrid. “¡Nosotros somos más!”, aseguraba Íñigo Errejón. En Lavapiés, el barrio donde se oficializó el nacimiento de Podemos, varios centenares de seguidores se empeñaban en mostrar que la llama no se ha apagado coreando con entusiasmo el “sí, se puede”. Y el discurso de Iglesias se encendía: “Decían que nunca seríamos capaces de echar a Rajoy, decían que nunca llegaríamos al Gobierno, siempre están diciendo que estoy acabado…”. Pero, por mucho que digan las “encuestas y los poderes mediáticos”, el exvicepresidente asegura que va a dar la batalla “sin insultos, sin arrogancia, con educación”.
La izquierda se ha desempeñado hasta ahora con un tácito reparto de papeles. Los socialistas se afanan en los caladeros moderados a la vista del posible descalabro de Ciudadanos. Más Madrid y Unidas Podemos se concentran en la izquierda, aunque con matices, porque el partido de Errejón también cree posible pescar algo entre los desafectos de la formación de Inés Arrimadas. Ese reparto incluye una tregua tácita entre las izquierdas. Los programas de las tres formaciones han mostrado importantes diferencias en política fiscal. Pero apenas ha habido reproches ni discusión pública al respecto. Lo que no quiere decir que los tres no se miren de reojo y de vez en cuando se lancen alguna carga subliminal. El objetivo común de desplazar a Ayuso une mucho, aunque no tanto como para borrar la competencia entre ellos.
El único al que le sopla a favor el viento de las encuestas es Más Madrid, a quien sitúan creciendo a costa del PSOE. Esa inyección de optimismo se reveló en los discursos de Errejón y García, quienes repitieron: “Nos hemos echado encima el campo progresista”. Con una considerable dosis de ironía, la candidata hasta se dirigió a las demás “fuerzas progresistas” bromeando con su profesión de médico: “¡Ánimo, chicos, un poquito de ilusión! ¡Que la anestesista soy yo!”.
En su tono flemático, Gabilondo dio muestras de atisbar amenazas por el flanco de la izquierda. “Con todo el respeto para los demás, solo hay un partido que pueda aglutinar las fuerzas mayoritarias desde la moderación progresista”, dijo el candidato socialista en un acto telemático retransmitido desde la sede del PSOE, en el que volvió a contar con el respaldo de Pedro Sánchez. El presidente reforzó el mensaje señalando que su partido es “la izquierda de Gobierno”.
En Lavapiés, Iglesias también exhibió su presencia en el Ejecutivo, con la vicepresidenta Yolanda Díaz y la ministra Ione Belarra. No hubo críticas al PSOE, aunque sí algún recado. Iglesias insistió en que el Gobierno no se conquista “para hacer exactamente lo mismo que el PP”. Y volvió a presentarse como “la garantía de una política de izquierdas”. “Y a veces”, lamentó, “menos de izquierdas de lo que nos gustaría”.
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