Ni matrimonio, ni adopción, ni cambio de sexo en la sanidad pública: los derechos LGTBI que Vox quiere eliminar

Más allá de retirar la bandera arcoíris de las instituciones, el partido ultra propone un paquete de medidas contra los derechos de este colectivo

Bandera LGTBI colgada en el Parlamento de Baleares, en Palma, el miércoles.FRANCISCO UBILLA

La retirada de la bandera arcoíris de las fachadas de ayuntamientos y parlamentos autonómicos en los que Vox se ha hecho con el poder, de la mano del PP, es la parte más visible, pero no la más importante, de su ofensiva contra la comunidad LGTBI, a la que se refiere despectivamente con el apelativo de lobby. Si el partido ultra aplica los planes que ha ido desgranando en los últimos años, las minorías sexuales verían recortados, como mínimo, los siguientes derechos:
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La retirada de la bandera arcoíris de las fachadas de ayuntamientos y parlamentos autonómicos en los que Vox se ha hecho con el poder, de la mano del PP, es la parte más visible, pero no la más importante, de su ofensiva contra la comunidad LGTBI, a la que se refiere despectivamente con el apelativo de lobby. Si el partido ultra aplica los planes que ha ido desgranando en los últimos años, las minorías sexuales verían recortados, como mínimo, los siguientes derechos:

El derecho a contraer matrimonio. Vox considera que el matrimonio es la unión entre un hombre y una mujer, con el objetivo de formar una familia, a la que añade el calificativo de “natural”. El veto al matrimonio entre homosexuales —legal en España desde 2005―, supondría, por tanto, la imposibilidad de que pudieran formar una familia, por lo que los excluyen de una institución que Vox considera esencial para el desarrollo personal y social.

En compensación, Vox admite que las personas del mismo sexo puedan sellar una “unión civil”. Abascal no ha explicado lo que esto significa, pero sí ha dicho que no tendrían por qué formarla personas que mantengan una relación sexual, sino también amigos, hermanos, primos y cualquier otra combinación imaginable. Se trataría, por tanto, de una especie de sociedad limitada, sin que esté claro si sus miembros tendrían derecho a heredar los bienes respectivos, a tener días libres en caso de enfermedad o fallecimiento del otro o a decidir sobre qué tratamiento médico recibiría su asociado en caso necesario.

Lo que no tendrían, en ningún caso, sería posibilidad de adoptar a un hijo. Vox rechaza de plano que las parejas homosexuales puedan acceder a la adopción, lo que implica también que un miembro de la pareja no tendría derecho de tutela o patria potestad sobre el hijo del otro. El argumento que Vox esgrime para negar la adopción a parejas del mismo sexo —que los hijos necesitan del modelo femenino y el masculino simultáneamente para su desarrollo personal— serviría también para vetarla a las personas solas.

Restricciones a las personas trans. Vox ha hecho bandera de la oposición a la ley trans, que asegura que “borra” la identidad de las mujeres, y se ha comprometido a impedir que una persona nacida con sexo masculino pueda entrar en un vestuario de mujeres, acceder a las plazas de empleo público reservadas a estas —que, por otra parte, Vox quiere eliminar— o participar en competiciones reservadas para el sexo femenino solo porque esta declare que “se autopercibe como mujer”.

No al cambio de sexo en la sanidad pública. De las afirmaciones de Abascal, podría deducirse que las personas nacidas con sexo masculino que culminen su transición mediante tratamiento hormonal o quirúrgico, sí serían aceptados plenamente como mujeres. Sin embargo, esta opción también sería más difícil si gobierna Vox, pues este partido, según especifica en la número 56 de sus 100 medidas para España, quiere eliminar las intervenciones de cambio de sexo del catálogo de prestaciones de la sanidad pública, por lo que quedarán reservadas a quienes las puedan pagar en la sanidad privada.

No a la educación sexual en las escuelas. Vox rechaza de plano las charlas de educación sexual en las escuelas, uno de cuyos objetivos es prevenir la homofobia y el acoso a aquellos niños a los que se margina por sus características físicas, raza u orientación sexual diferente. Abascal equipara estas charlas con la corrupci­­ón de menores y la pederastia, aunque nunca ha condenado los numerosos casos probados de pederastia entre sacerdotes, por los que ha pedido perdón la Iglesia católica.

Terapias de aversión. Vox se ha opuesto a la prohibición de las terapias de aversión o de reorientación sexual, que tratan la homosexualidad como una enfermedad y pretenden “curar” a quienes sienten atracción sexual por personas del mismo sexo para que vuelvan a la “normalidad”. Este tipo de terapias son consideradas por muchos psicólogos y psiquiatras como una forma de tortura.

Más allá de las medidas prácticas, que solo se ejecutarán si Vox tiene mayoría suficiente para aprobarlas, los expertos subrayan que el clima que crean estos discursos supone un caldo de cultivo para la discriminación de estos colectivos. Abascal se ha desmarcado de afirmaciones como la del exdirigente de su partido Fernando Paz, quien dijo que si tuviera un hijo gay, lo sometería a tratamiento “para reconducir su psicología”. En mayo de 2020, ante las acusaciones de homofobia, Abascal llegó a proclamar que “la gente puede amar a quien quiera” y que en Vox no se deprecia a nadie por su orientación sexual. Sin embargo, en el debate de la última moción de censura, en marzo, calificó de “degenerados” a los activistas de los colectivos LGTBI. Según la RAE, la palabra degenerado designa a aquellas personas cuyo comportamiento se considera “fuera de lo normal o de lo moralmente aceptado, especialmente en el terreno sexual”.

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