Unas vacaciones en Senegal, un encuentro inesperado y, de repente, una ONG: así cambió la vida de dos jóvenes valencianos
Carles Díaz y Elisa Crespo crean una red para formar en energía solar y prestar cuidados sanitarios en poblados y aldeas del país africano
A Carles Díaz, de 34 años, y a Elisa Crespo, de 33, sus vacaciones en Senegal en septiembre de 2023 les cambiaron un poco la vida. Su travesía les llevó “por pura casualidad” a País Bassari, una de las regiones más remotas del país, declarada por la Unesco ...
A Carles Díaz, de 34 años, y a Elisa Crespo, de 33, sus vacaciones en Senegal en septiembre de 2023 les cambiaron un poco la vida. Su travesía les llevó “por pura casualidad” a País Bassari, una de las regiones más remotas del país, declarada por la Unesco Patrimonio de la Humanidad. Allí recalaron en el campamento de Alfa, un senegalés que hospeda a diferentes ONG —también a turistas—, y facilita la entrada de voluntarios a poblados y aldeas necesitados de atención sanitaria o de formación.
Conocían el mundo de la cooperación por algunos de sus amigos pero fue Alfa quien los sumergió de lleno en ese mundo. Dos años después de aquel feliz encuentro, ambos tratan de consolidar la asociación Yiimbe Bassari, que se encarga de formar a los jóvenes de esas aldeas alejadas de la red eléctrica, para autoabastecerse con energía fotovoltaica, al tiempo que idean y crean una pequeña red de asistencia sanitaria.
“Llegamos al campamento Tako Mayo, en Thiabacare, donde conocimos a Alfa, y estando allí perdí el trabajo”, cuenta Díaz. Estuvieron una semana en esta región del sureste de Senegal, fronteriza con Malí y Guinea, y conocieron muchos poblados. El diseñador, aficionado a la energía fotovoltaica, se fijó en que existían instalaciones de placas fotovoltaicas, pero tenían muchas deficiencias y dio a los locales algunos consejos de mantenimiento.
“Y explicándoles una cosa y otra me dijeron que les enseñara un poco a tratarlas y mantenerlas, que los formara. Estaba libre para hacerlo y mi pareja, enfermera de profesión, sugirió pedir una excedencia y venirse conmigo”, cuenta. Así que regresaron a España con esa idea, lo pensaron unas semanas y el proyecto fue creciendo en sus cabezas. Consciente de que no podía hacerlo solo, el diseñador se puso en contacto con un amigo de Barcelona, ingeniero fotovoltaico, que le ayudó a preparar el contenido del curso, con material didáctico.
“Ellos tienen acceso a las placas pero las montan mediante el sistema de prueba y error. No saben cuidar las baterías y se rompen enseguida”, añade. En enero de 2024 volvieron a Senegal a comenzar la instrucción, que acabaron en abril. Formó a un joven senegalés para que le ayudase a dar las clases en poulá, una de las lenguas locales, y al primer curso acudieron 16 jóvenes, 14 chicos y dos chicas, todos del pueblo de Dindefelo. Se graduaron 11.
“Con las placas más pequeñas tiene para encender dos bombillas y cargar el teléfono móvil. Las neveras no son todavía muy frecuentes y el agua procede de pozos comunitarios”, describe Díaz. “La comunicación allí es superimportante, también por las redes sociales. Nos resultó chocante cocinar con fuego en el suelo a la vez que ven el TikTok”, añade. Son comunidades que viven de la agricultura y la ganadería.
“No nos reciben como extraños, nos tiene muy vistos por los móviles y porque reciben turistas ciertas épocas del año”, corrobora Díaz. Los primeros días lo llevaron a conocer al alcalde, al director de la escuela y tuvo que adaptarse a su ritmo porque allí las cosas se hacen de otro modo. Díaz y Crespo se ríen de las conversaciones que tienen con algunos alumnos senegaleses. “Me enseñaban vídeos de TikTok de rascacielos en Dubái y me preguntaban ‘¿de eso tenéis en España?’. Y luego la pregunta de si somos ricos. Ellos creen que todos los blancos somos ricos”.
Ahora, en agosto, han vuelto a irse para la tercera promoción en Bandafassi. La segunda la impartió en Segu. Se entendían con intérprete, aunque algunas personas hablaban un poco de español, básicamente por el turismo. Allí conviven pulás, mandingas, bassari, bedik... Casi todos ellos hablan las lenguas de los demás y está el francés también, pero no sirve para profundizar en la materia.
Díaz sigue los progresos de sus aprendices senegaleses por Whatsapp. “Hace un par de meses me llegó la noticia de que uno de mis alumnos le había hecho la instalación al jefe del pueblo y eso para mí fue muy potente. La formación está ampliamente aceptada”. Y si Díaz se centró en la energía solar, Crespo contactó con varias ONG que estaban en la zona (Bassari África o Yakaar África) con misiones sanitarias.
Crespo se propuso hacer la continuidad de los cuidados más que ir unos días. Probó a hacer seguimiento de las personas atendidas por Yakaar durante mes y medio y tuvo un montón de pacientes con heridas, infecciones o convalecientes de operaciones, a los que asistió y dio de alta. A partir del mes y medio empezó a hacer consultas en pequeños pueblos, donde se encontraba anemias, hipertensiones y heridas infectadas, sobre todo.
Llegó a visitar a domicilio gracias a una moto y también asistió a un bebé con desnutrición. “Un poco lo que iba surgiendo”, añade. Crespo tiene su trabajo en Valencia, pero le gustaría sobre todo, como ONG, enviar enfermeras en estancias más largas detrás de las misiones sanitarias de las grandes organizaciones para dar continuidad a los cuidados. Su intención es hacer un equipo de enfermeras que puedan estar en varios enclaves, con estancias de un mes al menos y que haya relevo.
Crespo también mantiene el contacto con algunos de sus pacientes; es el caso de Saïdou, un bebé que conoció con tres meses de vida, afectado por una desnutrición severa a causa del labio leporino y el paladar hendido con el que nació. No podía succionar ni el pecho de su madre ni tan siquiera el biberón por la deformación, y la organización Yakaar África le colocó una sonda nasogástrica para alimentarse.
Cuando la misión sanitaria se fue, Crespo siguió con el cuidado del bebé y consiguió que al final ganara peso y no cogiera ninguna infección. Se enteró por una doctora amiga que vive en Senegal de que la ONG española Hope and Progress, fundada en 2012 por el cirujano pediátrico Carlos Bardají, estaba operando en Senegal, y se hicieron ocho horas de viaje hasta la ciudad de Kolda, donde con una cirugía le corrigieron el labio leporino a Saïdou. El niño, que hará dos años el próximo noviembre, se recuperó y Crespo sigue hablando con la madre a menudo.
Clases en Orriols, el barrio más multirracial
A la vuelta de Senegal, ambos, residentes en el barrio de Orriols, la zona más multirracial de Valencia, acudieron a Orriols Convive, una asociación creada para mejorar la convivencia en el barrio, fomentar el tejido asociativo y solucionar los problemas a los que se enfrentan los vecinos. Díaz y Crespo dan clases de español a los vecinos migrantes. “Es muy divertido porque se crea un espacio bastante seguro para ellos y se sienten cómodos”, dice él. Crespo explica que ella les enseña a defenderse en castellano y los alumnos a ella “la valentía y la constancia” de aprender.