EXTRA 9 D'OCTUBRE

Nacidos en 1982: cinco cuarentañeros que han vivido a la sombra del Estatut

Son una generación que ha crecido con una norma de la que apenas saben pero que les ha influido en sus vidas

Laura Sanchis, actriz, nació con el Estatut d’autonomia valenciano y ahora, a sus 40 años, participa en una obra homenaje a Joan Fuster.Mònica Torres

Nacieron en 1982, el año en el que se aprobó el Estatut d’Autonomía valenciano, pero han crecido con una norma de la que apenas saben nada. Aun así, intuyen que algo ha influido en la vida que han tenido. Aprovecharon la educación pública y tienen en la actualidad un puesto de trabajo que les llena, les permite vivir y, en muchos casos, haber formado una familia. Varios de ellos acabaron su formación académica fuera de la Comunidad Valenciana y eso les ha dado perspectiva, en algunos casos, y ha pro...

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Nacieron en 1982, el año en el que se aprobó el Estatut d’Autonomía valenciano, pero han crecido con una norma de la que apenas saben nada. Aun así, intuyen que algo ha influido en la vida que han tenido. Aprovecharon la educación pública y tienen en la actualidad un puesto de trabajo que les llena, les permite vivir y, en muchos casos, haber formado una familia. Varios de ellos acabaron su formación académica fuera de la Comunidad Valenciana y eso les ha dado perspectiva, en algunos casos, y ha provocado añoranza en los que aún no han vuelto. No sienten envidia por lo que han conocido fuera de la terreta a la que tienen apego y a la que muchos decidieron retornar. Al contrario, si miran a su alrededor, se dicen satisfechos y valoran lo que ven y tienen, aunque sean hipotecas. La crisis de 2009, a sus 27 años, les pilló de pleno, en lo que debía ser su auge profesional. Les marcó. Por sus consecuencias directas o por las que afectaron a sus familias.

Saben que la Sanidad es otra de las competencias transferidas y, sin haber sufrido ninguna dolencia especial, se muestran satisfechos con su funcionamiento y, vista la atención gratuita y universal desde fuera, el valor aumenta. Pero no acaban de calibrar la importancia de las otras patas del autogobierno y creen que igual debería explicarse más y mejor, tanto este como celebraciones como la del 9 d´Octubre.

Ninguno polemiza con el valenciano. Unos lo estudiaron y otros no. Alguno porque las líneas aún no habían alcanzado todos los centros, algo que ahora les provoca extrañeza. Unos lo hablan y otros no, pero sin controversia.

En su juventud, se interesaron más por la política. Fueron a alguna manifestación y recuerdan un pasado más reivindicativo. En cualquier caso, viven el presente y miran al futuro.

Laura Sanchis: “Estaría bien ver de dónde partimos los valencianos”

Laura Sanchis nació en Valencia en junio de 1982 pero creció en Xàtiva desde los cinco años. En casa hablaba valenciano pero en el colegio estudió en castellano. “No había línea” confirma ahora con un punto de extrañeza.

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Tiene el recuerdo de asistir de pequeña a varias manifestaciones con sus padres, un ambiente reivindicativo que cree que se ha dulficidado con la historia oficial de la Transición, lo mismo que cree que ha pasado con el Estatut. “En los institutos no se explica que la Transición fue tan dura, con tanta tensión, y con el Estatut debió pasar algo parecido. Se habla de ilusión y de esperanza pero se obvia muchas veces la mal llamada batalla de Valencia y la violencia que ejercían los fascistas”, apunta.

Ella es dramaturga y en los últimos meses ha hecho una inmersión en la época y en las reivindicaciones del Estatut para escribir, siguiendo el libro de Francesc Bayarri, la obra de teatro Bomba va, bomba ve, Joan Fuster, que parte del atentado terrorista que sufrió el escritor en su casa de Sueca. Estos días están con pases para estudiantes. “Ha sido maravilloso ver cómo la recibían los adolescentes, cómo entraban a entender la identidad valenciana no tanto desde la parte política sino desde la poética”, afirma.

En el mundo del artisteo asegura que las últimas dos décadas han sido de una incertidumbre aún mayor que la propia del sector y no olvida el impacto que tuvo la crisis económica de 2009. “Lo vi y lo viví en mi familia y recuerdo cómo afectó a la vivienda. Me da la sensación de que nos está volviendo a pasar, que está viniendo otra situación económica parecida”, señala. Además, constata que en el mundo de la cultura, y especialmente en el de la actuación, hasta hace bien poco la Comunidad sufría su propia centralización. “Un actor en Alicante o en Castellón no era lo mismo que uno de Valencia. Se quejaban y con razón. Ahora parece que se está rompiendo un poco aunque hay que hacerlo con cuidado para que la cultura y la lengua no pierdan protección”, dice.

Laura pide no llevar más allá la nostalgia sino preparar los próximos 40 años. “Estaría bien retomar esos análisis de Fuster de Nosaltres els valencians para ver de dónde partimos realmente”, apunta. / NACHO HERRERO (Valencia)

Lledó Rosas posa para El País poco antes de su entrevista en L'Olivera de Rei en Jaume en Castelló. / Angel SánchezCD CASTELLÓN

Lledó Rosas: “La crisis de 2008 marcó nuestra generación”

Lledó Rosas nació en el hospital general de Castellón 23 días antes de que el Congreso aprobara el Estatut. Siempre vota, aunque lo hace “por inercia” o porque “así me lo inculcaron mis padres… hay que votar”. Sin embargo, se confiesa desencantada con la política y los políticos: “El que es válido, acaba desilusionado o se va por principios; los que se quedan, quieren seguir calentando la silla. Están muy lejos de la sociedad”, explica. Reconoce que no siempre fue así, que cuando rondaba la veintena su atención e interés fue mayor. Estudió en un colegio público, igual que sus dos hermanas. “Era el único que tenía línea en valenciano”, recuerda. Para sus hijos, de 9 y 11 años, buscó un centro público con una filosofía similar, la potenciación del trabajo en grupo y las ideas más abiertas. Quizá por eso no percibe mucho cambio entre su educación y la que ahora ha elegido para sus hijos. No cree que en la Comunidad Valenciana haya ningún conflicto con la lengua “pero porque no somos conflictivos”. Aun así piensa que el valenciano sí ha calado en las instituciones pero no en la calle: “Creo que se ha estancado”, afirma.

Nunca había pensado que era coetánea al Estatut, del que duda sobre si es un conjunto de leyes valencianas, y pensaba “que era más nuevo”, pero sabe que entre las competencias propias de la Generalitat están la sanidad y la educación. Respecto a la primera, se dice “bastante contenta”. Tampoco reniega de la educación, sobre todo de las infraestructuras, aunque admite que hace falta más personal. Y lo sabe bien porque se dedica a la enseñanza, aunque es arquitecta de formación. Lledó Rosas estudió la carrera universitaria en Barcelona. Pero la crisis le devolvió a Castellón, le hizo pasar de poder elegir dónde trabajaba a “la nada”. “Fue una crisis que marcó nuestra generación”, afirma, pero no le guarda rencor. “Soy feliz dando clases de Matemáticas, sabiendo mis horarios, conociendo a los chavales”.

Recuerda que la última manifestación en la que participó fue un 25 de abril, la Diada valenciana, aunque también se acuerda del No a la guerra. No percibe que la Comunidad Valenciana esté por detrás de otras autonomías y cree que el problema es que “nos hacemos poca propaganda”. / MARÍA FABRA (Castellón)

Salomé Mas posa en la plaza de la Comunidad Valenciana en Crevillent.JOAQUIN DE HARO RODRIGUEZ

Salomé Mas: ”Hay que explicar a los niños el 9 d’Octubre”

Cuando su hijo mayor, Pau, que ahora tiene seis años, entró en el ciclo escolar, Salomé Mas decidió volver a la Comunidad Valenciana. Tras estudiar un módulo de Educación Infantil y la carrera de magisterio en Educación Física en la Universidad de Alicante (UA), aprovechó que “en Cataluña había una hora lectiva más y la bolsa era más amplia” para presentarse a las oposiciones catalanas de enseñanza. Tras 12 años en centros de Barcelona y Blanes (Girona), pidió un concurso de traslados y ahora da clase en el CEIP Nuestra Señora de la Esperanza de su municipio natal, Crevillente.

A Mas se le hace difícil comparar la situación actual con la histórica anterior. Pero se identifica con “la lengua, las tradiciones, los rasgos que nos identifican y nos diferencian de un madrileño o un andaluz”, sostiene. Tras los años pasados en Cataluña, se ha apuntado a una kábila de Moros y Cristianos y considera que “hay que explicar a los niños por qué se celebra el 9 d’Octubre”. “En el colegio tenemos clase de pilota valenciana”, continúa. “Son cosas que de otra forma no conocerían y nos ayudan a compartir”.

Su hijo Pau habla en castellano, “aunque todos nos dirigimos a él en valenciano”. Su sueldo como profesora, “lejos de un mileurista”, le obliga a trasladar a su casa “muchas horas de trabajo” entre correcciones y la elaboración de proyectos para sus clases “que la gente no suele reconocer”. También ejerce de “psicóloga, enfermera e incluso dentista, cuando a algún alumno se le cae un diente y lo guardamos para el Ratoncito Pérez”, bromea. La marcha a Barcelona tras las oposiciones forzó su emancipación a los 25 años, apenas tres antes que su hermana. “Ella trabajaba en un centro concertado y sus circunstancias eran distintas, salió de casa cuando se casó”, explica.

Tanto ella como su marido tuvieron suerte a la hora de volver. A ella le correspondió una plaza en un centro escolar que está a siete minutos de su casa y él logró hacerse con un puesto de directivo de sección en su empresa. “Fue a finales de 2019, justo antes de que la pandemia provocara cierres y pérdidas de empleo”, señala. Hace cuatro meses tuvieron una hija, Iris. / RAFA BURGOS (Alicante)

Manuel Limonchi: “No existen demasiados beneficios por el autogobierno”

Manuel Limonchi nació en Elche unos meses antes de que se aprobase el Estatut. Creció en el centro de la ciudad junto a sus tres hermanos, su abuela y su madre, porque sus padres se separaron cuando era muy pequeño. Ahora reside en un piso en propiedad junto a su mujer y su hija de seis meses en el barrio de Altabix, una de las zonas en expansión del municipio. Estudió un grado de Automoción, cuando la FP no contaba con el prestigio del que goza en la actualidad, pero acabó ejerciendo de cocinero.

Siente un gran apego, más que por la Comunidad, por Elche. Apenas habla valenciano pese a que su madre y su abuela sí lo hacen. Aunque considera que “no existen demasiados beneficios por el autogobierno” pero es consciente de que en materias como Educación o Sanidad se ha conseguido una notable evolución positiva en los últimos 40 años. Limonchi recuerda que cuando comenzó a estudiar, por ejemplo, las clases eran de más de 40 estudiantes y ahora la ratio ha bajado a en torno la veintena, lo que considera que facilita una mayor calidad de la enseñanza. Además, en comparación con otras comunidades autónomas como Madrid, asegura que en la Comunidad Valenciana existe una mejor prestación de servicios públicos. Aun así, fuera del ámbito educativo y sanitario, tampoco sabría decir en qué ha contribuido el autogobierno. Pero también es consciente de que el gobierno de la Generalitat es el que “pelea” ante el Ejecutivo central para defender los intereses de la población valenciana. Sin embargo, asegura que la situación política que se ha vivido en estos últimos 40 años también ha sido determinante para la obtención de beneficios. Manuel Limonchi cree que es muy significativo que cuando en la Comunidad gobierna el mismo partido que a nivel central, las reivindicaciones no son las mismas que estando en la oposición y, por tanto, no se mira tanto por la ciudadanía. MARIO ABRIL (Elche)

Tono Juliá: “Ahora me siento mucho más ligado a Valencia que antes”

Tono Juliá López-Barrantes nació el 2 de julio de 1982, al día siguiente de que el Boletín Oficial del Estado publicara el Estatut d’Autonomia valenciano pero no es un texto que conozca o que recuerde haber estudiado. “Es algo desconocido para mí, la verdad”. Tal vez, apunta, el ser de familia castellano hablante o haber crecido lejos de ambientes autonomistas puede haber influido. Su sensación, no obstante, es que poco a poco se ha avanzado en asentar de manera más amplia en la sociedad aspectos singulares. “Creo que ahora hay una mayor incidencia en la cultura valenciana de lo que había antes”, apunta.

Intuye que el Estatut puede haber apuntalado un sistema que a él le ha permitido tener su vida actual. Vive desde hace 13 años en Colonia (Alemania) y, paradójicamente, estar fuera le ha unido mucho más a la tierra donde nació. “Emocionalmente ahora me siento mucho más ligado a Valencia que antes”, asegura. Hay un punto de nostalgia pero sobre todo agradecimiento a las estructuras educativas y sanitarias que se lo han permitido. “Yo me vine aquí con el programa Erasmus de la Universitat Politècnica de València y gracias a la educación pública universitaria porque yo seguramente no me podría haber permitido pagarme unos estudios de telecomunicaciones de manera privada”, reflexiona. Pero hay más. Su padre arrastra desde hace tiempo problemas de salud. “Sin la sanidad que hay en España yo no podría estar aquí, me tendría que haber vuelto. Toda esa infraestructura pública ha sido fundamental”, afirma.

Se fue para seis meses en 2009 y el estallido de la gran crisis económica le pilló allí empezando a crear lazos sociales que ahora son ya raíces. “Se juntó todo. Al final hice la tesis aquí, al profesor que me la dirigió le gustó mucho y me salió la oportunidad de trabajar. Además, las perspectivas de trabajo que tenía si volvía eran negras”, recuerda. “Ahora cuando vuelves lo valoras más y cuando no estás lo echas más de menos”, asegura. / N. HERRERO (Valencia)





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