Los científicos vuelven a casa

Más de un centenar de investigadores regresan del exterior o se asientan en instituciones científicas valencianas de la mano del plan GenT de la Generalitat

El astrónomo Iván Martí, de 41 años, pertenece a una de las primeras promociones del programa GenT. En la imagen, en el Observatorio Astronómico de la Universitat de València.Mònica Torres

Cuando acabaron sus carreras universitarias tenían claro que querían dedicarse a la ciencia pero tener un perfil investigador en España exigía marcharse fuera a aprender, curtirse y crear sinergias con equipos extranjeros, y después intentar volver y traerse toda esa experiencia. “Eso es al menos lo que me vendieron a mí”, afirma uno de ellos. Un centenar de investigadores ha regresado a la Comunidad Valenciana de la mano del programa GenT, creado por el Gobierno valenciano en 2018 para recuperar, ...

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Cuando acabaron sus carreras universitarias tenían claro que querían dedicarse a la ciencia pero tener un perfil investigador en España exigía marcharse fuera a aprender, curtirse y crear sinergias con equipos extranjeros, y después intentar volver y traerse toda esa experiencia. “Eso es al menos lo que me vendieron a mí”, afirma uno de ellos. Un centenar de investigadores ha regresado a la Comunidad Valenciana de la mano del programa GenT, creado por el Gobierno valenciano en 2018 para recuperar, atraer y consolidar el talento en el sistema valenciano de I+D+i.

El programa comenzó con un presupuesto de siete millones de euros, que han aumentado hasta los 12 anuales. Las becas son de cuatro años con posibilidad de una prórroga de dos más y van dirigidos a investigadores con experiencia internacional y trayectoria de excelencia en el caso de los más cualificados. “Algunos que están 10 años fuera de España, con la calidad profesional y personal que tienen, se han abierto la puerta en otros muchos sitios; si queremos que vengan, tenemos que apostar muy fuerte por ellos”, explica Ángel Carbonell, director general de Ciencia e Investigación de la Consejería de Innovación, Universidades, Ciencia y Sociedad Digital.

El astrónomo Iván Martí, de Alfarrasí, es de la primera hornada de GenT. Participa en el proyecto Event Horizon Telescope (EHT) que logró fotografiar por primera vez un agujero negro. Este radioastrónomo, de 41 años, se dedica a observar agujeros negros supermasivos y explosiones supernova. La colaboración con EHT es en la que está metido con más ahínco pero también se dedica a la geodesia.

Martí estuvo dos años y medio en Alemania, con una beca postdoctoral, y más de siete años en el Observatorio Astronómico de Onsala, en Suecia. Se fue por necesidad profesional y ha pasado años intentando volver. “Una vez tienes familia no solo cuentan los factores profesionales. Estaba “de cine” en el país escandinavo porque se invierte mucho en ciencia y la burocracia es más flexible para la investigación”. Pero tiene un hijo con necesidades especiales y estar lejos de la familia les suponía a su pareja y a él un gran desgaste. Fue la razón principal para regresar. Sin embargo, llegó la crisis, la inversión en investigación se desplomó y la esperanza de volver a España se disipó. “Estuve intentándolo varios años, probé muchas vías e incluso me planteé seriamente dejarme la investigación, apuntarme al paro y trabajar en lo que saliera”, explica.

Se marcó hasta finales de 2018 y justo entonces salieron las oposiciones a astrónomo del Estado, las aprobó y el primer día de trabajo en el Observatorio de Yebes le llegó un correo de la Generalitat aceptándolo en el plan GenT. “Es un programa de atracción de talento pero la estabilización en un puesto de investigación no es segura, por eso me costó decidirme. Pero, como dice James Bond, en el riesgo está el placer. Y decidí arriesgarme. Algunos conocidos me dijeron que estaba loco pero renuncié a mi plaza y ahora estoy en Valencia”, recuerda.

La experiencia es muy positiva y el programa “indispensable” y aunque hay posibilidad no hay garantía de estabilización al final del camino. “No ocurre como en otros países donde si has cumplido una serie de requisitos [un número mínimo de publicaciones o llevar a buen término un proyecto de investigación] te dan automáticamente un contrato permanente. Aquí todavía no es posible”, apunta Martí.

Silvia de Santis, investigadora del programa GenT, en el laboratorio del Instituto de Neurociencias de Alicante.

Nacida en Roma, Silvia de Santis, de 38 años, entró en el GenT de 2021 y se ha incorporado hace poco tiempo. Ella hizo el doctorado en Física en la Universidad de Roma y la resonancia magnética es su especialidad. Realizó el postgrado en Cardiff y consiguió una beca para conocer otros laboratorios y así fue como aterrizó en el Instituto de Neurociencias de Alicante. Las últimas convocatorias de GenT abrieron la posibilidad no solo a los investigadores que vienen de fuera sino a los que ya estaban en el plan valenciano en una modalidad de menos años de experiencia, así que la investigadora lo aprovechó para dar continuidad a su trabajo.

Esta investigadora busca la manera de detectar el grado de inflamación del cerebro a través de una metodología no invasiva como es la resonancia. Trabaja en el instituto alicantino, que es un centro mixto del CSIC y de la Universidad Miguel Hernández de Elche “La ayuda económica del GenT es importante y el programa me parece una buena opción aunque siempre hay margen para mejorar. Por ejemplo, la Generalitat nos pide periódicamente feedback y mi experiencia es que nos han tomado muy en serio e intentan mejorar año tras año la convocatoria”. La investigadora aplaude la cofinanciación progresiva a que obliga el programa: “Creo que la Generalitat trabaja muy bien para transmitir que esto son becas que se dan para que luego el centro donde trabajas encuentre la manera de estabilizar al investigador”, concluye.

José Jaime Baldoví investiga con el plan GenT en el ICMOL de la Universitat de València.

José Jaime Baldoví, de Xàtiva y 35 años, es químico de formación y ahora investiga en el Instituto de Ciencia Molecular (ICMOL) de la Universitat de València gracias a GenT. Hizo allí su tesis doctoral y cuando acabó accedió buscó al Instituto Max Planck para la Estructura y Dinámica de la Materia de Hamburgo. Fue un cambio radical: “Yo venía de la química y del magnetismo molecular y me puse a trabajar con físicos, fue como empezar de nuevo y eso en ciencia es clave. Salir de la zona de confort, irse fuera te abre mucho la perspectiva”, asevera.

La estancia en el extranjero de este investigador fue corta, dos años, y justo entonces apareció el programa Gen-T y le atrajeron mucho las condiciones del plan. “Eran contratos con las mismas condiciones que tenía en Alemania y que me permitían volver a Valencia y recuperar el arraigo e investigar en el ICMOL, un instituto de primera división”.

Baldoví estudia el diseño de nuevos materiales a muy pequeña escala con propiedades magnéticas que sean interesantes para diferentes aplicaciones. A corto plazo es ciencia básica y a largo se trata de abrir una nueva vía para sustituir a la electrónica. “Mi proyecto es una línea estratégica, que no existía en el Instituto, y que viene de lo aprendido de Alemania combinado con el background que tenía”, añade.

El químico reconoce que no hay mucha gente en España que pueda dedicarse en exclusiva a la investigación y apunta que los GenT han creado la asociación Accent, donde hay perfiles que están desarrollando su propia spin-off. La Asociación Valenciana de Empresarios ha contactado con ellos y está interesada en conocerles. “Veo el plan Gen-T una oportunidad para la Comunidad Valenciana porque abarca todos los campos del conocimiento y hay gente que tiene una visión empresarial”, opina.

Para Baldoví es muy importante que se visibilice la figura del científico, que sea una carrera atractiva. “La ciencia es un mundo donde uno se guía por la curiosidad e intenta buscar las mejores respuestas, y esas respuestas no tienen que estar siempre al lado de casa”, reflexiona.

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