Direcciones al límite en las escuelas: “Siempre estás apagando fuegos, no pensando en mejorar los resultados”
Los docentes impulsan asambleas en Barcelona y el Vallès para reclamar recursos para alumnos con trastornos, reducir la burocracia y poder para seleccionar la plantilla
Una buena dirección en una escuela es el segundo factor más importante, tras los docentes, en la mejora de los resultados académicos, concluía el reciente estudio de la Unesco Leadership in education: lead for learning. El colectivo asiente: “Cuando las direcciones disponemos de tiempo, recursos y autonomía, los centros logran mejores resultados, menos absentismo y un mejor clima”. Pero la realidad es otra. Las direcciones se sienten abrumadas —por la montaña de gestiones— y frustradas —saben qué deben hacer, pero no tienen el tiempo ni los recursos—. “Nos piden que hagamos cada vez más cosas, pero no tenemos más horas. La burocracia nos come”, resume Francisco Salmerón, director de la escuela Sallarès i Pla de Sabadell.
“Las direcciones nos sentimos muy solas, no tenemos asesoramiento, estamos expuestas y al final somos docentes, aunque a veces a los sindicatos se les olvide. Sentimos que nos lanzan a los leones, y nadie nos salva”, añade una directora de una escuela de Sant Cugat del Vallès. Las direcciones lamentan, en algunas ocasiones, sentirse cuestionadas por todos lados: sindicatos, familias, el Departamento o incluso a veces por profesores del claustro.
Aunque ya hace tiempo que se cuece, el malestar de las direcciones empezó a aflorar tras la pandemia y ha tenido puntas como el avance del inicio de curso. Ahora renace, impulsado por un grupo de directores del barrio de Sant Andreu de Barcelona, que buscaban un espacio donde compartir inquietudes. “Cada vez tenemos más frentes abiertos, mucha burocracia y sin recursos. Te pasas el rato apagando fuegos de alumnos y familias, no pensando en mejorar los resultados”, lamenta la portavoz de la asamblea, Marta Rubio, directora de la escuela l’Estel de Barcelona. El movimiento tuvo una primera demostración de fuerza el pasado 23 de octubre, cuando unas 130 direcciones de Barcelona celebraron una asamblea para poner en común problemas y soluciones. Del encuentro surgió un manifiesto —que también se ha hecho llegar a las familias— con una lista de quejas y propuestas, agrupadas en tres ámbitos.
El primero es el gran tema de la escuela inclusiva, un gran proyecto teórico que no resiste el día a día de las aulas. “Han hecho un decreto que sobre el papel es ideal, pero no han puesto los recursos suficientes. Si pones una educadora de apoyo escolar para seis alumnos, la vetlladora podrá atender a uno, y cinco quedarán desatendidos”, espeta Salmerón. Las direcciones también lamentan el recorte de 130 integradores y educadores sociales este curso, una figura clave para reducir el absentismo o comunicarse con las familias en los centros con más alumnos vulnerables. En este ámbito, los directores reclaman más personal de apoyo y una mejora de todo el sistema de la inclusiva. “Yo necesito que el Departamento me ponga una enfermera, no que me ponga un aplicativo sobre cómo atender a las criaturas”, reclama Rubio.
Las direcciones también piden una reducción de la burocracia, un reconocimiento de su figura y la incorporación de personal especializado en la gestión económica, que ahora asume el secretario. “Somos maestras, ni economistas ni administrativas. Necesitamos un especialista en hacer contratos laborales, contratos de servicios, declaraciones de Hacienda, hacer presupuestos...”, reclama Burgués. “Necesitamos una reorganización de nuestras tareas, saber qué somos, qué hacemos y adónde vamos”, añade Salmerón.
Otro campo de batalla es el polémico decreto de plantillas, que permite a las direcciones seleccionar profesores de un determinado perfil para una plaza, algo que los sindicatos rechazan al considerar que fomenta el amiguismo. “Cuando te toca un maestro que no tiene el perfil o experiencia en centros de máxima complejidad, lo pasa mal y acaba cogiendo la baja. Cualquier director quiere a los mejores profesores, no creo que nadie quiera enchufar un amigo que sea un inepto”, asevera Sònia Burgués, directora de la escuela La Pau de Barcelona. Este curso, el decreto de plantillas ha quedado en suspenso con el argumento de la necesidad de dar plaza a la gran cantidad de nuevos funcionarios. “Solo podíamos reclamar funcionarios, pero si ningún funcionario pedía la plaza, te enviaban un interino, y a lo mejor perdías el interino que tenías, que era muy bueno y ya conocía el centro. No tiene sentido”, lamenta Burgués.
Este cambio se plasmó en las polémicas adjudicaciones de julio, que acabaron con el cese del subdirector de Plantillas, Enric Trens, y la repetición de todo el proceso, tras detectar que las adjudicaciones se habían hecho siguiendo el decreto de plantillas, y no un acuerdo puntual entre Departamento y sindicatos. Precisamente, el cese de Trens generó un movimiento de rechazo en el Vallès, su zona de origen y donde era conocido por las direcciones. “Nos quedamos de piedra y se generó mucha indignación. Decidimos que había que hacer algo, pero las direcciones siempre tienen miedo a sobresalir por miedo a represalias”, reconoce la directora de Sant Cugat. Hicieron un manifiesto de apoyo a Trens y crearon un chat con hasta 200 personas.
Pero entonces vieron el movimiento que se estaba generando en Barcelona y decidieron imitarlo. El próximo jueves celebran una asamblea a Sant Cugat en la que ya han confirmado la asistencia 115 direcciones. Pondrán en común sus problemas y soluciones —muy parecidos a los de Barcelona— y reclaman ser parte de la solución. “Nosotros queremos mejorar resultados, pero no se nos tiene en cuenta en el proceso de decisiones; las decisiones las toman personas que no están en las aulas: la consejera, los directores generales o los sindicatos”, lamenta una de las directoras impulsoras del encuentro.
Una de cada cuatro plazas a director quedó vacía
Con toda esta amalgama de dificultades, no es de extrañar que sea difícil encontrar docentes que quieran ser directores. “Es difícil encontrar candidatos, ser director no es una ganga, tienes una responsabilidad muy grande, no está bien pagado ni bien valorado”, lamenta Salmerón. En la convocatoria de 406 plazas a dirección de este año, solo se presentaron candidatos a 312, así que el 23% quedó vacía (entonces se busca que la ocupe un profesor del centro), según las resoluciones consultadas por este diario.
“Hay plazas vacías y en la mayoría solo hay un candidato, ¿qué proceso de selección es ese?”, cuestiona Anna Jolonch, directora del centro de liderazgo educativo LID Barcelona, quien reclama profesionalizar la figura del director. Jolonch ve imprescindible mejorar el proceso de selección y formación de las direcciones, crear un programa de acompañamiento durante los primeros años, mejorar la retribución y crear una carrera profesional posterior a los años en el cargo de dirección. “Si se habla de mejora educativa, la profesionalización de la dirección debería ser una de las prioridades de la agenda política, y no la estamos viendo”, remata.