La entrega del Premio Oficio de Periodista a Ramon Besa se convierte en una preciosa ‘master class’ de la profesión
Emocionado e intenso, el galardonado, elogiado por su dignidad y generosidad, ha desgranado un valioso vademécum de recetas para el periodismo actual
Ha entrado esta tarde Ramon Besa en la sala de actos del Col·legi de Periodistes de Catalunya, con más gente del ramo conocida que en Todos los hombres del presidente o Primera plana, y ha parecido que avanzaba por el túnel de vestuarios viniendo de un partido especialmente glorioso. No era para menos: la profesión se reunía para arroparle, aplaudirle (e incluso jalearle en algún momento) en la entrega del que podría considerarse el más alto reconocimiento que un periodista puede recibir, el que le dan sus propios compañeros, el Premio Oficio de Periodista del Col.legi de Periodistes de Catalunya.
En un acto de tanta emotividad que parecía que Besa (Perafita, 66 años) no iba a aguantarlo —y de hecho solo lo ha conseguido sacando ese carácter fuerte que no le falta, de forma que parecía a ratos que nos reñía a todos—, el galardonado ha recibido los elogios de colegas y amigos antes de tomar él la palabra y regalar un valioso vademécum de recetas para el periodismo actual.
La sala se ha llenado de rostros famosos de la profesión y viejos colegas —por antigüedad solo faltaban John Reed y Alit Joliv y Harry Blown (los dos periodistas audaces de Miguel Strogoff, que no eran de deportes pero podrían haberlo sido por lo que los hicieron correr los tártaros)—. El decano del colegio, Joan Maria Morros ha hecho una glosa del homenajeado subrayando que el galardón, cuyo fallo se anunció el pasado 4 de septiembre, premia la excelencia y la ética periodística, y recordando los nombres prestigiosos y de referencia a los que viene a unirse ahora el de Ramon Besa. El decano, que ha recalcado que se trata de un premio que “no se otorga a la ligera”, ha elogiado el rigor y dedicación profesional de Besa, y ha destacado especialmente su compromiso con el colegio, en el que ha ocupado diversos cargos y cuyos valores e ideales ha demostrado siempre asumir y ha ayudado a visibilizar. Ha dicho que Besa representa la responsabilidad, el respeto y la decencia esenciales del buen periodismo y que ello y su profesionalidad, excelencia y trayectoria ejemplar lo han convertido en un maestro.
Los numerosos elogios de la velada podrían sonar excesivos de no tratarse de Ramon Besa, y de hecho, ha sido muy emocionante ver como tantos representantes de la (casi) más vieja profesión del mundo y sin duda una de las más correosas, escépticas y hasta cínicas, asentía y tragaba saliva. La presentación del premiado por el decano ha levantado un larguísimo aplauso, solo uno de los varios que se han ido sucediendo durante el acto.
Jordi Basté ha hecho la glosa del premiado y ha dicho cosas tan simpáticas como que con la ceremonia, “Perafita se convierte en capital moral del periodismo”. Y ha continuado: “Ramon ha convertido su lugar de origen en una forma de ver el mundo”. Para Basté, Besa, “maestro en todas las redacciones”, es “el periodismo que escucha y mira alrededor, y una manera de entender el oficio como vocación y conciencia cívica, y una forma de vivir”. Para el glosador, Besa tiene su despacho en la calle y los estadios, no pontifica sino que dialoga, y su obra es además de un ejemplo de periodismo “una crónica moral del país”. Ha sintetizado que su fútbol “es literatura y es humanismo” y el suyo un periodismo de rigor, sensibilidad y serenidad que piensa antes de hablar y escucha antes de opinar. Ha señalado que su mirada sobre el deporte “es una mirada sobre el país” y que ha convertido el periodismo deportivo tan maltratado en espacio de pensamiento.
A continuación Besa ha levantado el premio y lo ha besado. Se le ha entregado asimismo una caricatura suya por Jaume Capdevila. “Qué sidral, qué colla”, ha empezado Besa antes de dar las gracias a todos. “Le he dado muchas vueltas a cómo agradecer este premio”, ha continuado después de enviar un beso a su madre en Perafita. “Me siento tan querido que espero no reventar”, ha seguido y ha expresado su deseo de compartir el premio con tres personas que ya no están, la primera, Antonio Franco, “gigante justiciero, que hizo escuela de cómo debía ser un director y relacionarse con el poder”. Mientras hablaba, Besa iba lanzando máximas dignas de figurar en un manual de urgencia sobre el periodismo para uso actual. “La gracia está en la imperfección”, ha recordado que decía Franco. Ha tenido críticas para “la máquina de encargar” que prevalece en los medios, la obsesión con los clics y “los directores que ahora son CEOS”.
“Hay que perder el miedo sin ser temerarios”, “distinguir lo importante de lo que no lo es” (al respecto algunos en la sala han recordado aquellas máximas de Andreu Missé, también presente: “Lo primero es antes” y “lo bueno es enemigo de lo mejor”). “Hay que escribir bien”, continuaba alzando la voz Besa, que ha señalado en la sala también a Emilio Pérez de Rozas, “el periodista que me hizo periodista en EL PAÍS”. Ha dicho que “este es un trabajo que no puede hacer todo el mundo”.
Ha compartido su premio también en segundo lugar con otro tristemente desaparecido Agustí Fancelli, “que nos enseñó a hacer redacción y del que dudó que dirigiera hoy la sección por grupo de WhatsApp”. “Te acercaba la cultura sin hacerte sentir un pedazo de asno”, ha continuado, reflexionando que hoy en día “ser ignorante no penaliza sino que más bien puntúa”. Ha alabado a otros presentes en la sala como Enric González y Sergi Pàmies y los felices tiempos de los “coros y danzas” (las secciones tenidas por blandas como Deportes y Cultura).
El tercer nombre que ha citado para compartir su premio es el de Fermí Puig, Padrí, “representante del lector por excelencia, el que te reñía y hacía que te bajara el ego de golpe”. Ha recordado a propósito la necesidad de ganarte el respeto del lector y su confianza”. Y ha continuado su decálogo: “No es lo mismo una noticia que un tuit”, “el teletrabajo no puede sustituir al trabajo en la redacción”, “el abuso de la tecnología puede llevar a que desaprendas todo lo que has aprendido”, ”contra el intrusismo, código deontólogico”, “no es lo mismo ser rápido que ir deprisa”. Y ha recordado que la sensación de tener todo el diario pendiente de cierre a falta de tu crónica, “no tiene precio”. Ha saludado a sus compañeros Robert Álvarez y Manel Serras, en la sala ambos, como Walter Oppenheimer, Lluis Bassets, Xavier Vidal Folch, Irene Guevara…
Se ha dejado acompañar al final por Basté, Monica Terribas y Santi Carreras y ha evocado cosas que no creeríais como ver cantar My way a Enrique Vila-Matas en un karaoke que eso sí es fuerte y no las naves ardiendo más allá de Orion. Y al final, asumiendo su avatar de “corresponsal del Lluçanès”, ha soltado un refrán de pagès para encuadernar con él su breviario de la profesión. Nunca, nunca, ha dicho, ”donar garces per perdius”