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Opinión

214.000 pisos ¿con qué modelo?

El cambio de escala anunciado por Illa muestra plena consciencia de la magnitud de la crisis de la vivienda

El compromiso de promover en esta legislatura la construcción de 214.000 viviendas adquirido por el Gobierno de Salvador Illa representa un cambio de escala en el abordaje del problema de la vivienda en Cataluña. Hay que pensarlo con detenimiento para calibrar la cifra. ¿Qué representa construir 214.000 viviendas?

Veamos. Junto...

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El compromiso de promover en esta legislatura la construcción de 214.000 viviendas adquirido por el Gobierno de Salvador Illa representa un cambio de escala en el abordaje del problema de la vivienda en Cataluña. Hay que pensarlo con detenimiento para calibrar la cifra. ¿Qué representa construir 214.000 viviendas?

Veamos. Junto a la pequeña ermita de Bellvitge se construyó durante la década de 1960 el polígono de viviendas que lleva el nombre de este lugar de la Marina de L’Hospitalet de Llobregat. Grandes bloques de pisos con unas 10.000 viviendas en total. En el cercano Gornal, de la misma localidad, se construyó un poco más tarde otro polígono con este mismo nombre, más pequeño: 2.250 viviendas. En Cornellà de Llobregat se alzó en la misma época la Ciudad Satélite de San Ildefonso, con cerca de 10.000 viviendas. Son los mismos años en que en el Vallès se levantó, cerca de Sabadell, el polígono de Ciudad Badía, en el que hay 5.372 viviendas, según datos de diversos trabajos publicados en Internet que, como los anteriores, tomo sin pretensión estadística, solo para indicar magnitud. Entre los cuatro suman unas 20.000 viviendas.

Lo que el Gobierno de Illa se propone es crear el equivalente a 10 veces los polígonos de Bellvitge, Gornal, Sant Ildefons y Ciudad Badía (ahora Badia del Vallès). El índice de ocupación de las viviendas en Cataluña es, según el Idescat, de 2,56 residentes por cada una. Se trata, pues, de facilitar alojamiento para más de medio millón de personas.

Como en el área metropolitana de Barcelona, y en la propia capital catalana, en muchas otras ciudades de Cataluña crecieron entre 1960 y 1980 barrios enteros, grandes, medianos y pequeños, para albergar las sucesivas oleadas de migrantes, que en esa época no procedían de países extranjeros sino del campo que huía de una ruralidad sobrepoblada y sin horizontes de progreso hacia una Cataluña que necesitaba mano de obra. Que ofrecía trabajo. La lista, que no pretende ser exhaustiva, es sugerente: Montbau, Trinitat, Ciutat Meridiana, Canyelles, por poner solo cuatro de los muchos que hay en Barcelona; Sant Roc en Badalona; Cerdanyola en Mataró, Singuerlín en Santa Coloma de Gramenet; Balàfia en Lleida; Torreforta en Tarragona. Y tantos otros a lo largo del país. Secà de Sant Pere, Verdum, La Pau, La Florida, Artigues, etcétera.

A los polígonos de nueva vivienda fue a parar la clase obrera del desarrollo industrial de la época y los miles y miles de barraquistas que malvivían en los numerosísimos bidonvilles que orlaban los centros urbanos. Junto a los envejecidos cascos antiguos de las ciudades catalanas, bastantes de estos polígonos de las décadas de 1960 y 1970 figuran ahora como objetivo de la Ley de Barrios, creada para sacarlos de la decadencia.

El cambio de escala anunciado por el presidente de Illa es una expresiva demostración de que su Gobierno ha adquirido plena consciencia de la magnitud del reto social y político en que se ha convertido la escasez la vivienda asequible. Hay que felicitarse por ello. Ahora solo falta que además de la intención, el presidente y su Gobierno expliquen qué modelo van a escoger para una empresa de esta magnitud.

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