La Fundación Eleven, de Alexia Putellas: “Queremos cambiar la vida de las niñas a través del fútbol”
Un centenar de niñas vulnerables acuden dos veces por semana al campo municipal de Mollet del Vallès para mejorar su desarrollo social y emocional de manera gratuita
Eli Segura reparte los nuevos calcetines altos a las pequeñas en los vestuarios. Salen corriendo, emocionadas y sonrientes, a las instalaciones del Campo Municipal de los Hermanos Gonzalvo (Mollet del Vallès, Barcelona) para divertirse y aprender, no sin antes chocar la mano de Eli. Es directora de la Fundación Eleven, y la madre de Alexia Putellas, la dos veces Balón de Oro de quien nació la idea y proyecto durante su lesión. Después de un año de preparación, el 17 de septiembre empezaron a trabajar con 100 niñas de Mollet de entre 8 y 16 años procedentes de comunidades con ciertas vulnerabilidades. En el proyecto, gratuito para ellas, acuden dos veces por semana para entrenar a fútbol; son un equipo a pesar de no jugar partidos. El fin es claro: la identidad personal y el empoderamiento desde la no competitividad.
“La Fundación Eleven nace para intentar cambiar la vida de muchas niñas a través del fútbol. Que aprendan valores y conozcan sus emociones para que el día de mañana, en cualquier ámbito y profesión, tengan esas habilidades y sean lo que deseen”, desarrolla Miriam Chaves, directora de metodología, con ilusión. Las realidades de cada niña son muy diferentes, pero sobre el césped son iguales, siempre acompañadas del staff de la Fundación —entrenadores y educadores sociales— y en constante comunicación con los colegios y familias para informar de su evolución. Todo ello en un momento en el que el 70% de las chicas de entre 12 y 16 años abandonan la práctica deportiva, según informe de l’Observatori Català de l’Esport.
Este es su primero año, aunque el presupuesto — el Ayuntamiento de Mollet aporta, además, 20.000 euros— está previsto para una década de acompañamiento. Al inicio, surgió el dilema de cómo escogerlas. “No queríamos segregación, sino que llevaran con orgullo el emblema Eleven. Por lo que el 85% de las plazas se asignaron a niñas que tenían un informe de servicios sociales del Ayuntamiento y Educación, y el otro 15% se dejó al azar a las direcciones de colegios, bien porque les gustaba el fútbol o porque podían ser referentes positivos”, añade Chaves sobre el proceso. Cuando se puso en marcha, se informó a colegios e institutos, para finalmente escoger las cuatro escuelas públicas más cercanas al campo y otros cuatro institutos, también públicos.
Las tardes de Eleven empiezan desde la salida del colegio, donde parte del staff va a recoger a las más pequeñas —momento en que tutores aprovechan para hablar con el equipo sobre cualquier situación del día— y las acompañan a las instalaciones. A las 17.15, todas listas sobre el césped para entrenar durante una hora y cuarto con un programa dividido en bloques. “Hay una parte inicial, el calentamiento, enfocada al ámbito emocional y psicosocial, donde hacemos juegos para trabajar el equipo y el empoderamiento mientras se lo pasan bien. Luego la parte técnica de 40 minutos, y una vuelta a la calma de 10 donde recogemos el inicio y reflexionamos mientras estiran y se relajan”, comparte la educadora social Andrea de La Fuente. A nivel emocional trabajan bloques como el empoderamiento a las compañeras o el control de la frustración.
De la parte futbolística se encarga Carla Cotado. “Hemos empezado con la iniciación de fútbol: control y pase, conducción de balón, golpeo de cabeza, paredes, posiciones de juego… Todo muy básico”, comparte sonriente Cotado. Vestidas de negro —todo el material y la equipación al completo lo garantiza la Fundación—, cada tarde se dividen en grupos de 25 niñas por franjas de edad guiadas cada por un entrenador o entrenadora, una pedagoga, educadora social y la encargada de la parte técnica. Y Chaves y Segura —se ha convertido en una “mami” para ellas— siempre están presentes supervisando y ayudando en las dinámicas.
A pesar de llevar cuatro semanas trabajando, ya notan la evolución. Para constatarlo, se dividen en trimestres y elaboran informes personales que se comunican a las familias y a los centros sobre la evolución —emocional, social y técnica— de las niñas. “Ponen mucho de su parte, son muy agradecidas y generosas. Están creciendo y aprendiendo”, explica sorprendida Cotado. “Lo noto en la timidez. Se les marcó mucho que eran un equipo, aunque no jugasen partidos”, añade De la Fuente. Y las propias niñas lo corroboran. Sara Taheri, de 13 años, llegó hace dos de Marruecos y nunca había jugado al fútbol. Tuvo problemas con el idioma al inicio, y ahora la Fundación le está ayudando a relacionarse. “Es un buen sitio para aprender. Juego y paso el tiempo con amigos”, explica.
A su lado, Anna Pinto, de 15 años. Una profesora le propuso el proyecto Eleven para mejorar el bienestar consigo misma, hacer ejercicio y conocer gente nueva. “Me ha ayudado a dejar la vergüenza. Cuando vienes aquí, te olvidas de todo lo malo durante un rato, aunque haya tenido algún problema en casa. Hemos construido muy buen vínculo: somos un equipo”, asegura la joven, que ya jugaba en la calle con sus amigos. Otras, como Alma Medina, de 12 años, lleva practicando el deporte desde hace tiempo en otros clubes, y sonríe tímidamente cuando asegura que desea dedicarse al fútbol.
“Sienten mucha emoción porque nunca han sido futbolistas, y ya se sienten como tal”, confiesa Chaves. Un reclamo para ellas es la figura de Alexia Putellas. “Les llama la atención; estar en su Fundación puede ser un incentivo. Al final el mensaje que ella quiere transmitir es su ejemplo, el de haber conseguido dedicarse a una profesión que hasta hace unos años no era posible para una mujer”, añade la directora. Por ello el proyecto de la Fundación no se queda en Mollet: desde verano ya trabajan —con la misma metodología— en Colombia, y el futuro es expandirse. “Llegaremos a México en julio de 2025, y si todo va bien, a República Dominicana en junio de 2026″, asegura Pere Gallego, quien se encarga de la gestión internacional de la Fundación.
La capitana azulgrana está implicada en el desarrollo del proyecto; rara es la vez que no se reúna semanalmente. Pendiente de todo lo que sucede —“aquí no hay cosa que ella no sepa”, asegura Chaves—, pero siempre desde la sombra: la organización no lleva su nombre. La fundación Eleven es más que el ‘11′, es más que Alexia. Eleven son todas ellas, aquellas niñas con un espacio del que muchas veces carecen para aprender valores a través, y más allá, del fútbol.