Los asalariados catalanes más pobres encadenan tres años sin reducir la brecha con los más ricos

La inflación se come las subidas en las nóminas, que se situó de promedio en los 28.744 euros

Una camarera atiende a unos clientes en un restaurante de Barcelona.massimiliano minocri

Un trabajador asalariado de Cataluña cobró una media de 28.744 euros en 2022, último año con datos disponibles. Ese ciudadano prototipo lo podría celebrar, porque sus ingresos aumentaron un 2,2% (también de promedio), pero si quisiera también tendría la opción de lamentarse, ya que ese ladrón invisible que es la inflación no solo se comió esa mejora, sino que de tan fuerte que fue también le robó un 5,3% adicional de su poder adquisitivo, el equivalente a 1.500 euros. Es la principal conclusión del último informe Los salarios en Cataluña, elaborado por el Departamento de Empresa, que muestra también dos tendencias indelebles: las mujeres son incapaces de recortar la brecha salarial con los hombres de la misma forma que los más pobres no pueden hacerlo con los más ricos. En Barcelona, según los datos del Ayuntamiento, el salario medio alcanzó ese mismo año los 33.837 euros brutos.

Precios de las cosas aparte, las estadísticas muestran que los ingresos medios crecen año a año. En 2021 saltaron un 4,4% probablemente a lomos de la mejora del salario mínimo interprofesional (SMI) y un año después es posible que influyera la reforma laboral, que fijaba más contratos fijos y eso, al menos sobre la teoría, acaba convirtiéndose en mejores condiciones que las que ofrecen la temporalidad. De hecho, el empleo a tiempo completo creció un 3,4%, lo que supone más horas trabajadas y, en definitiva, mejor nómina. Solo hay un tipo de ocupación que pinchó y que es justamente la que está en la cúspide: la de directores y gerentes. Seis años después de alzas reiteradas, vieron como sus emolumentos caían un 6,3%, hasta los 59.304 euros. No es una contradicción con el hecho de que los pobres sean comparativamente tan pobres como antes, ya que su número es muy bajo respecto al conjunto de técnicos, empleados de oficina, trabajadores de servicios como la restauración u otras ocupaciones que se reparten por Cataluña. Por sector de actividad, el que mejor paga es la industria, con una media de 32.600 euros, muy por encima de la construcción y los servicios (se sitúan en la franja baja de los 28.000 euros). De hecho, el sector secundario fue el que más subió los salarios de los tres, un 3,8%.

Si todos los habitantes de Cataluña hubieran hecho cola ordenados por su salario, justo el del medio hubiera contado con un salario de 24.772 euros. Esa cifra es la mediana, mucho más baja que el promedio de 28.774 euros, lo que muestra cómo las rentas más bajas se concentran en la franja más baja de salarios. La décima parte más pobre de Cataluña tenía unos ingresos de 10.988 euros, por debajo de los 14.000 euros en que aquel mismo año estaba fijado el salario mínimo interprofesional (SMI). Al otro lado del fiel de la balanza se encuentra el 10% de la población más rica, con unos ingresos anuales de 50.516 euros. Es decir, el grupo de los más ricos cobraba 4,6 veces más que el de los más pobres, un múltiplo que había ido descendiendo desde sus máximos de 2013 (5,4), pero que acumula tres años inalterable.

En el caso de la brecha salarial de género, sucede algo parecido. Desde 2020 casi no se ha reducido y los últimos datos muestran como un hombre ingresa de media un 19,5% más que una mujer. Ese porcentaje es el equivalente a los 6.219 euros (518 euros cada uno de los doce meses del año), una diferencia similar a lo que cobra una persona con nacionalidad española y otra extranjera.

Los jóvenes, por su parte, siguen a la cola en lo que se refiere a ingresos, lo que explica fácilmente la baja tasa de emancipación: bajos salarios y alto coste de la vivienda son tan difíciles de mezclar como el agua y el aceite. Los menores de 25 años tienen un salario medio alrededor de los 15.000 euros y quienes se sitúan entre los 25 y los 34 años cuentan con unos ingresos medios de 24.888 euros. Eso supone 2.074 euros mensuales brutos y, una vez restados impuestos y cotizaciones sociales, el sueldo neto se situaría en torno a los 1.650 euros. El alquiler medio en Cataluña cerró aquel año en 818 euros mensuales (930 euros en el área metropolitana de Barcelona) y los reguladores consideran que el coste de la vivienda no debe superar el 30% de los ingresos de un hogar.

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