Crónica

Las fuerzas independentistas deciden su futuro y el del Gobierno de Sánchez

Junts, Esquerra y la CUP convocan a sus fieles para perfilar la nueva estrategia política y se lleva a debate la prórroga del liderazgo de los ideólogos del ‘procés’

Oriol Junqueras y Carles Puigemont, en 2021, en Waterloo (Bélgica), tras uno de los escasos encuentros que han mantenido después de sus choques por el 'procés'.Europa Press News (Europa Press via Getty Images)

Los indicadores meteorológicos señalan que el calor se ha atornillado a Cataluña este verano y que ha habido zonas donde se han registrado temperaturas de 40 grados durante siete días seguidos. Los sofocos también han llegado al Parlament. El día de la investidura de Salvador Illa, y del regreso efímero de Carles Puigdemont a Barcelona, un expresidente de la Generalitat destacó que había vivido la jornada con “bochorno”. El v...

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Los indicadores meteorológicos señalan que el calor se ha atornillado a Cataluña este verano y que ha habido zonas donde se han registrado temperaturas de 40 grados durante siete días seguidos. Los sofocos también han llegado al Parlament. El día de la investidura de Salvador Illa, y del regreso efímero de Carles Puigdemont a Barcelona, un expresidente de la Generalitat destacó que había vivido la jornada con “bochorno”. El verano pasará y los termómetros tendrán una tregua, pero el otoño político catalán se prevé igualmente caliente. El PSC ha recuperado el Govern de la Generalitat 14 años después y el independentismo se ha quedado apeado del poder, lo que lleva a las dos principales fuerzas, Junts per Catalunya y Esquerra Republicana, a convocar a sus filas para celebrar sendos congresos políticos en octubre, Junts; y en noviembre, ERC. También la CUP tiene pendiente una reorganización interna. En la mano de las bases independentistas está decidir si procede otra prórroga para unos líderes que mandan desde los días del procés o si ha llegado la hora del relevo. El dictamen se toma en Cataluña, pero tiene capacidad para marcar el paso del Gobierno de España, toda vez que tanto Junts como ERC pueden zancadillear la mayoría de Pedro Sánchez en el Congreso.

El pacto de Esquerra con el PSC para hacer president a Salvador Illa ha hecho añicos los pocos retales que quedaban enteros de la unidad independentista en Cataluña. Junts y Esquerra se llevan tan mal desde hace tanto tiempo que el disimulo en público ha cedido el paso a las críticas desaforadas para buscar el sonrojo rival. Mientras el líder del PSC ultimaba su discurso de investidura, Carles Puigdemont señaló que el gesto de Esquerra facilitaba su detención; ERC tildó de inadmisible la “ofensa” y reclamó disculpas, pero apareció Jordi Turull, secretario general de Junts, a subrayar que en la cúpula del partido republicano hay un problema de “comprensión lectora”.

El choque entre Junts y Esquerra es una prolongación de la pugna entre Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, dos antiguos compañeros de trabajo (Junqueras fue vicepresidente del Govern de Puigdemont) que llevan años rivalizando por la plaza de jefe del independentismo. En sus respectivos partidos ambos han mandado mucho y, pese a que ninguno de los dos ocupa cargo oficial alguno, siguen conservando una destacable cuota de poder. Junqueras dimitió de la presidencia de ERC el 10 de junio, pero presenta como un fracaso que le es ajeno el trastazo electoral de Esquerra el 12 de mayo en las elecciones autonómicas. De hecho, ha logrado salir con apenas algún rasguño del lastimoso escándalo que ha vivido el partido por el caso de los carteles de Alzhéimer contra los hermanos Maragall. Puigdemont, por su parte, maneja los hilos de Junts sin oposición tras su nueva escapada a Bélgica y pese a haber incumplido sus compromisos electorales: estar en el debate de investidura en el Parlament y dejar la “política activa” si no era elegido president.

El 15 de mayo, Esquerra reconoció la conveniencia de un congreso para “fijar la nueva estrategia de la formación” y lo convocó para el 30 de noviembre. Junts ha aplicado la idea de que los últimos serán los primeros y, el pasado lunes, anunció igualmente la convocatoria de un congreso para el otoño, un mes antes que el de sus contrincantes. La premisa es responder “a la ruptura del bloque independentista y la configuración de un gobierno españolista encabezado por Salvador Illa”. Junts abunda en el imaginario que ya trató de exprimir Carles Puigdemont durante su campaña fallida para ser president: solo hay un faro que sigue iluminando al independentismo. “No se trata de recomponer el partido, sino de recomponer y relanzar la estrategia independentista desde el liderazgo de Junts”, señala la carta que ha recibido la militancia de JxCat.

Oriol Junqueras ha dado señales públicas de querer recuperar las riendas de Esquerra en noviembre. Por su parte, Puigdemont no ha aclarado qué planes tiene, más allá de reclamar que se le aplique la ley de amnistía. Jordi Turull sí que ha señalado que “no es imaginable un relanzamiento de la estrategia independentista sin la participación activa del president Puigdemont”.

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Decidir en manos de quién recae el timón de las dos principales facciones del independentismo da pistas para predecir qué porvenir le espera a la política catalana y condiciona qué tipo de oposición tendrá que afrontar el Govern de Salvador Illa. Además, el eco de los congresos retumbará en Madrid, dada la dependencia que tiene el Gobierno de Pedro Sánchez tanto de Esquerra como de Junts.

La relación con los republicanos es llevadera, y a ambos bandos les interesa evitar los sobresaltos. Sánchez se ahorra sustos en el Congreso y Esquerra puede presentar avances en temas pactados con el PSOE, como el nuevo modelo de financiación catalán o el traspaso de los trenes de Rodalies. Con Junts, es una moneda al aire. Si no hay amnistía para Puigdemont y el partido no luce de manera inminente ningún rédito de sus tratos con el PSOE, el apoyo a Sánchez puede tener los días contados. Portavoces de Junts ya han advertido más de una vez que “lo mismo da el PSOE que el PP”. Y Puigdemont ha afirmado en alguna ocasión que su confianza en el presidente es escasa: “No le compraría un coche de segunda mano”.

El papel de los actores secundarios

La CUP y los Comuns también tienen a la vista un proceso de reestructuración interna. Los dos partidos sufrieron trasquilones en las últimas elecciones catalanas, pero conservan la capacidad de alterar la dinámica de bloques en el Parlament. Los Comuns forzaron la convocatoria anticipada de elecciones tras rechazar apoyar los presupuestos de Pere Aragonès, y atisban la nueva etapa de gobierno de Salvador Illa con la premisa de evitar que los socialistas canibalicen su espacio electoral. Jéssica Albiach aún no ha anunciado si seguirá al frente de los Comuns. La presidenta del grupo parlamentario de la formación ha dejado la puerta abierta a dejar de ser una de las caras visibles del partido, que celebrará el 16 y 17 de noviembre su asamblea nacional para renovar sus liderazgos. “Necesitamos personas nuevas, energía nueva, oxigenar”, declaró hace un mes y medio. Albiach forma parte del órgano de dirección del partido junto a la exalcaldesa de Barcelona, Ada Colau y la diputada en el Congreso Candela López.

La CUP, por su parte, ha convocado una asamblea nacional para el 21 de septiembre para culminar su refundación. Con únicamente cuatro diputados en el Parlament, la formación explora la manera de marcar perfil propio dentro de un espectro independentista que se ha encogido y que busca referentes. Los anticapitalistas han acusado a Carles Puigdemont de “fantasear” y a Esquerra de haber “aparcado” la independencia.

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