El regreso de Marta Rovira pacifica la situación interna de ERC y allana la investidura de Illa
La líder del partido, que prevé participar de forma presencial en un acto en Cataluña el sábado, exige a los socialistas que cumplan los compromisos ya adquiridos para avanzar en el pacto
El inminente regreso a España de Marta Rovira, secretaria general de Esquerra Republicana, tras archivo del caso Tsunami, pone punto y final al capítulo más duro de la respuesta judicial al procés independentista catalán alentado, entre otros, por los cuadros republicanos, y servirá también de bálsamo para un partido, que pasa uno de sus momentos más difíc...
El inminente regreso a España de Marta Rovira, secretaria general de Esquerra Republicana, tras archivo del caso Tsunami, pone punto y final al capítulo más duro de la respuesta judicial al procés independentista catalán alentado, entre otros, por los cuadros republicanos, y servirá también de bálsamo para un partido, que pasa uno de sus momentos más difíciles en la última década. La presencia física de la número dos de la formación ayuda a apaciguar unas aguas muy revueltas por la pugna interna con el expresidente Oriol Junqueras por la renovación del liderazgo y el mal momento electoral de ERC, al tiempo que ayuda a allanar el camino para la negociación de un pacto de investidura con el socialista Salvador Illa como president de la Generalitat.
“Me gustaría mucho volver para poder participar en la Asamblea de Mujeres de ERC de este sábado en la mañana y acabar con las conexiones por pantalla. Tenemos que terminar de ver si es posible, pero me encantaría”, aseguró este martes una emocionada Rovira en una entrevista en la emisora RAC-1. La puerta a su regreso la abrió el pasado lunes la decisión del magistrado Manuel García-Castellón, instructor de la Audiencia Nacional, de archivar la causa sobre Tsunami Democràtic, derivada de un error formal en los plazos para extender la investigación. Rovira, junto con el expresidente Carles Puigdemont y el diputado republicano Ruben Wagensberg, estaban imputados por terrorismo en ese proceso que investigaban las movilizaciones posteriores a la sentencia del juicio al procés.
Sobre Rovira, a la que se le llegó a acusar de un delito de rebelión por su papel en el procés, pesaba un cargo por desobediencia, que fue amnistiado el pasado 1 de julio por el magistrado Pablo Llarena. Ya sin la sombra del Tsunami, el camino para su regreso, al menos de forma temporal, queda aclarado. La Asamblea de ERC, que se celebrará en Olesa de Montserrat (Barcelona) y donde Rovira tenía planeado intervenir de manera telemática, se ofrece así como una vitrina para entronizarla como la líder de la formación tras la ruptura con Junqueras, que sí insiste en mantenerse en la presidencia mientras que Rovira aboga por un cambio de caras.
La referencia de Rovira sobre las intervenciones en pantalla no es baladí. Es el formato que usa desde hace seis años para conectarse a todas las reuniones del partido que no se celebran en territorio de Suiza, donde huyó en marzo de 2018 para evitar responder a Llarena. Un mes antes, el magistrado del Tribunal Supremo la había dejado en libertad bajo fianza de 60.000 euros tras tomarle declaración por los hechos del referéndum del 1-O. La que fuera compañera de tándem con Junqueras para capitanear el partido desde 2011 nunca ha dejado de ejercer como secretaria general de la formación y ahora mismo comanda las negociaciones para decidir el voto de su formación en la investidura.
Serán las bases de ERC las que decidan en una consulta sobre qué hacer en esa investidura, cuyo debate debe celebrarse antes del 25 de agosto para evitar la repetición electoral. Hace una semana, Rovira instó tanto al PSC como a Junts —una posibilidad que implicaría una muy improbable abstención de los socialistas a favor de Puigdemont— a cerrar un preacuerdo para elegir president antes de que termine julio. La vuelta de la secretaria general permite no solo agilizar unos diálogos complicados, sino también calmar a unos cuadros territoriales escépticos sobre cualquier acuerdo con los socialistas y a los que hay que convencer para alinearlos con la voluntad de la cúpula de dar el sí a Salvador Illa.
“Esta semana es muy importante tener el compromiso del PSOE de que se cumplen los acuerdos que tenemos pendientes; no podemos dar ningún paso adelante antes de que se cumplan los acuerdos”, aseguró Rovira en la emisora catalana. Su mensaje positivo se suma al que lanzó el pasado lunes la portavoz republicana Raquel Sans, que dijo que la negociación con los socialistas avanzaban a “buen ritmo”. Los votos de ERC son indispensables para que, junto a los de los comunes, el líder del PSC sea elegido presidente de la Generalitat, con un total de 68 votos. ERC, sin embargo, no entraría de momento al Ejecutivo, pero podría influir en él desde fuera.
Fuentes de los republicanos se remiten al acuerdo de investidura de Pedro Sánchez, firmado en noviembre del año pasado, cuando se les pregunta por qué gestos esperan. En las filas de ERC están atentos a que el próximo lunes, en la reunión del Consejo de Política Fiscal y Financiera, haya algún avance en la quita de deuda del Fondo de Liquidez Autonómica (FLA) que es extensible a otras comunidades, pero que en el caso de la Generalitat implicaría condonar 15.000 millones de euros. A esa reunión asistirá la consejera catalana de Economía en funciones, Natàlia Mas, según confirmó este martes la portavoz del Govern, Patrícia Plaja.
Hace dos años que un consejero catalán no iba a este foro. De hecho, la propia Mas había descartado hacerlo a finales del año pasado. El argumento fue que no había nada que hablar pues su apuesta era salir del régimen común y se apostaba por una financiación singular, parecida al concierto vasco, aunque incluyendo también un aporte a la solidaridad interterritorial. Plaja justificó lo mismo para asistir esta vez: se ha de ir a la reunión a defender ese nuevo modelo. Otro gesto que los republicanos ven es la decisión del Consejo de Ministros de iniciar las obras de la desaladora de Foix (Tarragona) y las obras de ampliación de la de Tordera (Girona). La Generalitat recuerda que estas obras llegan tarde.
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