La Coma i la Pedra, el pueblo donde el 85% de las viviendas son segundas residencias

La estación de esquí de Port del Comte (Lleida), abierta en 1974, supuso la construcción de una urbanización con más de 300 chalés y 300 apartamentos

Urbanización de chalés en Port del Comte, en el municipio de La Coma i la Pedra, desde la estación de esquí.Albert Garcia

La Coma i la Pedra. Municipio de la comarca del Solsonès (Lleida). 278 habitantes y 883 viviendas. Dos cifras que no casan. El truco es que solo un 15% de las casas son principales, con vecinos empadronados. El resto, 750, son viviendas no principales, lo que convierte la población en la que más proporción de segundas residencias tiene de Catalu...

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La Coma i la Pedra. Municipio de la comarca del Solsonès (Lleida). 278 habitantes y 883 viviendas. Dos cifras que no casan. El truco es que solo un 15% de las casas son principales, con vecinos empadronados. El resto, 750, son viviendas no principales, lo que convierte la población en la que más proporción de segundas residencias tiene de Cataluña: el 85%, según el último censo de población y viviendas del INE. La clave está en la estación de esquí Port del Comte y la urbanización contigua, en la parte alta del término municipal. Una zona a 1.750 metros que se urbanizó a partir de 1973, con un plan que permitía construir edificios de apartamentos y chalés en mil parcelas. Medio siglo más tarde, se han construido edificios que suman unos 300 pisos y 300 casas en la urbanización de la estación. Pero solo viven allí todo el año una docena de familias. El resto sube en agosto, Semana Santa, puentes y algún fin de semana. El núcleo de La Coma está a 1.000 metros de altura.

“Port del Comte es el problema y la solución de La Coma i la Pedra”, dice el propietario del hotel Fonts del Cardener, Josep Canals (71 años), que fue alcalde durante 16 años. “Antes de los 70 del siglo pasado la juventud se marchaba. Y, aunque la estación y la urbanización tienen aspectos positivos y negativos, nos salvaron la vida. No podríamos tener un Ayuntamiento con secretaria y arquitecto municipal si no fuera por el IBI (Impuesto de Bienes Inmuebles) de las casas de arriba, las plusvalías que generan cuando se venden, o la actividad de la estación. Pero también comporta gestionar un pueblo que en invierno tiene 300 habitantes y en verano o en temporada de nieve puede llegar a 3.000 si cuentas los hoteles y el albergue”.

Chalés de la urbanización de Port del Comte, el pasado día de Todos los Santos.Albert Garcia

Arriba, en la urbanización, el constructor Josep Feliu recuerda que cuando iniciaron las obras de los primeros chalés “Franco todavía estaba vivo”. Las mil parcelas se vendieron en solo dos años, asegura, y desde entonces, no se ha parado de construir. Casas de piedra, de madera... Todas con tejado a dos aguas de pizarra, “como manda la normativa”. Solo un valiente quiso construir piscina en el jardín y tiene que calentar el agua. “Este de aquí lo entregamos la semana pasada”, explicaba el miércoles pasado el constructor desde la terraza de su casa, rodeado de casas cerradas, como los apartamentos: ni una ventana abierta. “Este es de una señora rusa”, indicaba un poco más allá. Con 73 años, Feliu todavía vive en la urbanización todo el año, “como en otras diez o doce casas”, y además de constructor es el alma y guardián de Port del Comte. Los vecinos le encargan la leña, el gasoil, trabajos de jardinería, de pintura, fontanería, le avisan cuando se les estropea algo... Lo atestigua un folio con columnas por tareas en las que apunta los nombres de los propietarios de las casas y los apartamentos. “Era delineante, después ejercí de constructor y ahora apaño cualquier cosa”, resumía.

“Todo el mundo se fía de mi, tengo las llaves de 400 casas. Me suena el teléfono y me dicen Feliu, ¿me abres la calefacción que subimos? Feliu, necesitamos gasóleo. Feliu, a ver si puede venir el jardinero...”. Con mil parcelas y solo unos 300 chalés construidos, el cálculo rápido lleva a pensar que todavía se pueden construir 700, pero Feliu argumentaba por qué no: “Muchos propietarios han comprado una o dos parcelas contiguas, para tener a los vecinos más lejos”. En la urbanización hay una asociación de vecinos y organizan su propia fiesta mayor, Halloween o la llegada de los Reyes Magos. Los veraneantes son de Barcelona, poblaciones de su entorno y también de Manresa, a una hora en coche. “Es gente que está bien, pero no tanto como los que tienen casa en la Cerdanya”.

El núcleo de La Coma, el más poblado del municipio de La Coma i la Pedra, que tiene el mayor porcentaje de segundas residencias de Cataluña por la urbanización de Port del Comte.Albert Garcia

Abajo, en La Coma, con sol y un viento que sales volando, no hay nadie en la calle. El punto de encuentro es Casa Roseta, carnicería, charcutería y minitienda con minibar que abre los días festivos y donde Montse Riu y su marido Josep Maria Plana elaboran embutidos y hacen espectaculares bocadillos de panceta. En La Coma también hay veraneantes que ya subían cuando no existía la estación. La mayoría son familias de Sabadell. También se refieren a la urbanización como “arriba”. No hay conflicto entre los dos núcleos, pero tampoco grandes afinidades. En parte, porque se construyó una carretera que sube a la estación sin pasar por La Coma y mucha gente de arriba ni entra en el pueblo. Lo cuentan quienes toman algo en el bar, donde en la tertulia todo el mundo destaca la mejora en la gestión de la estación de esquí desde que la compraron dos empresarios en 2000. “Estaba casi muerta y la resucitaron, invirtieron y tienen proyecto”, resume Riu. Fuentes de la estación explican que esta temporada han invertido 350.000 euros, que la pasada tuvieron 70.000 esquiadores y 50 empleados y que ante el cambio climático quieren “modernizar la producción de nieve artificial haciéndola más sostenible y desestacionar” la oferta.

“Abajo” algunos se han quedado a vivir en el pueblo después de años de subir los fines de semana. Como Dolors Blancafort, cuya familia es originaria de La Coma. Ya jubilada, es concejal de Educación y explica que este año en la escuela hay 12 alumnos. O la pareja que forman Olga López y su pareja, Xavi, de Sabadell. Él está instalado en La Coma desde la pandemia. Pasó de coger “80 aviones al año”, a trabajar con ropa deportiva y vistas a la montaña. Ella pasa media semana en la ciudad y media en el pueblo.

La Coma es el núcleo principal del pueblo, donde además de la tienda hay el hotel, casas rurales, piscina municipal, la escuela y el edificio del Ayuntamiento. La Pedra, con restos de un castillo, es el núcleo original del conjunto, pero solo viven media docena de familias. Y en medio hay masías diseminadas. El actual alcalde, Gerard Bajona, celebra que desde el año 2000 la empresa Guimaru, que compró la estación al anterior propietario cuando llegó a estar a punto de cerrar, “la ha reactivado al mil por mil”. Como el exalcalde Josep Canals, el actual admite que “la estación es el motor de la Vall de Lord (junto a los pueblos de Guixers i Sant Llorenç de Morunys), pero en un municipio de 278 habitantes con puntas de mil personas genera estrés en los servicios de limpieza, recogida de basura o agua”. Con 15 minutos de carretera entre abajo y arriba, el pueblo tiene su propia pala de nieve.

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