Jaime Alguersuari: “La Fórmula 1 y la música no son tan diferentes, ambas comparten la emoción”

El expiloto de F1 habla sobre su pasado precoz en la categoría reina, su atropellada despedida del organigrama Red Bull y su presente como productor musical y DJ

Jaime Alguersuari, expiloto de F1, posa junto a una fotografía de cuando corría para Toro Rosso entre 2009 y 2011.Albert Garcia

Jaime Alguersuari (33 años, Barcelona), entonces piloto de Fórmula 1, se ataba los zapatos cuando sonó su móvil. Eran las siete de la mañana y volvía a Barcelona tras presentar el coche de la siguiente temporada. “Jaime, tengo malas noticias para ti. Parece que Red Bull no quiere seguir siendo tu sponsor”, dijo Franz Tost, jefe del equipo Toro Rosso. Y colgó. “Estaba en el mejor momento de mi vida, y de mi carrera profesional. ¿Qué me hacía pensar que las cosas iban a terminar así?”, recuerda Jaime. Ante la nec...

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Jaime Alguersuari (33 años, Barcelona), entonces piloto de Fórmula 1, se ataba los zapatos cuando sonó su móvil. Eran las siete de la mañana y volvía a Barcelona tras presentar el coche de la siguiente temporada. “Jaime, tengo malas noticias para ti. Parece que Red Bull no quiere seguir siendo tu sponsor”, dijo Franz Tost, jefe del equipo Toro Rosso. Y colgó. “Estaba en el mejor momento de mi vida, y de mi carrera profesional. ¿Qué me hacía pensar que las cosas iban a terminar así?”, recuerda Jaime. Ante la necesidad de respuestas, llamó a Helmut Marko, asesor de Red Bull y uno de los pesos pesados del equipo. “Ya te has enterado, ¿no? No he podido hacer absolutamente nada. Lo siento”, decía el austríaco, sin más explicaciones.

“En aquel momento no entendía nada. Ellos me habían entrenado para ser el número uno. Me habían diseñado para ser una persona con pocos sentimientos, a veces egoísta y soberbio. Era una máquina con 20 años que solo respiraba y olía a conducir coches lo más rápido posible”, se confiesa. El expiloto tuvo que acudir a terapia tras el despido. Y su madre aún no lo ha superado: “Me cambió la vida, era una persona infeliz. Estaba frustrado y sentía impotencia”.

Hoy el ya expiloto sonríe al hablar de música. Bajo el nombre Squire trabaja como productor musical y DJ, aunque hace más de una década se convertía en el debutante más joven de la Fórmula 1 a manos de un Toro Rosso con apenas 19 años. Tras tres temporadas como primer piloto, pero seis años dentro de la estructura Red Bull, todo se esfumó en una llamada. Entonces llegaron los vaivenes emocionales, ansiedad y depresión, el rencor y la culpabilidad. Ahora, feliz creando música, el expiloto reflexiona sobre su breve pero intenso paso por la categoría reina mientras bebe un Bloody Mary sin alcohol. Se siente un privilegiado. Rodeado en una terraza por los edificios emblemáticos de Barcelona, la ciudad en la que ha crecido y por la que se mueve en moto eléctrica, charla sin tapujos sobre el Jaime del pasado.

No le gustan las expectativas. Cree que son un arma de doble filo. Y prefiere no correr el riesgo. “Jamás pensé en llegar a la F1″, afirma el catalán. Y tampoco se imaginaba campeón del mundo, aunque ese era el objetivo principal. Hijo del linaje Alguersuari, comenzó a competir en karting con ocho años, y con 13 y participaba en diferentes pruebas a nivel europeo. En todas era el más joven. “Mi padre siempre me decía que mis rivales no estaban aquí, que estaban más arriba”, explica el DJ. Con 15 años llegó su “caramelo envenenado”: Red Bull se interesó en él para formarlo y firmaron un contrato para el programa de jóvenes pilotos. El equipo le dio las alas que años más tarde le arrebataría.

“Solo para aquellos que quieran empujar sus vidas al límite y más allá”, ponía en la etiqueta de su ropa el primer día que llegó a la máquina Red Bull. “Tenías que ganar, e incluso a veces no era suficiente”, explica Alguersuari. Tras destacar en diversas categorías y ganar la Fórmula 3 Británica con 18 años, a la escudería austríaca no le quedó más remedio que hacerle un hueco. En 2009 pasó a formar parte como piloto reserva, y se sentó por primera vez -sin probar antes el coche- en un F1 de Toro Rosso en el GP de Hungría. “Pensé que me quedaba grande. El ecosistema de la F1 no tiene nada que ver con el del resto de categorías. Más ingenieros, datos, telemetrías, diferentes tipos de neumáticos y carreras de dos horas”, comenta Alguersuari. “En la F1 necesitas ser obsesivo, porque si no no sobrevives en un mundo de guerra constante. A mí me han enseñado que, o matas a tu compañero de equipo, o te matan a ti. Y al final el 80% de un piloto está en la cabeza”, reflexiona sobre la presión ejercida en la estructura desde joven. A partir de ahí, Jaime pilotaría hasta 2011 el Toro Rosso, con el objetivo de subir a Red Bull, y lograría correr 46 grandes premios y obtener 31 puntos. Pero todo se torció tras aquella llamada inesperada.

Tras años alejado de las pistas, ahora Alguersuari dedica su vida a la música. Albert Garcia

Tras aquello fue comentarista de la BBC. Y probador de neumáticos para Pirelli. Varios equipos se interesaron por él, pero no traía dinero bajo el brazo ni patrocinadores. Le ofrecieron un asiento en DTM. Y lo rechazó. Quería seguir ligado a la F1. Sin sponsors, sin un mánager con contactos en otras competiciones. “Y me quedé solo. Tendría que haber ido a correr Le Mans y mundiales de resistencia”. Probó suerte con la categoría eléctrica de la Fórmula E. Pero en la última carrera se desmayó y tuvo una crisis de ansiedad. “Ahí sentía que tenía que parar. No estaba bien. Tenía 25 años, ese era el momento de apostar por la música”.

En 2015, el sueño y obsesión del motor se desvaneció, y apareció su otra pasión: la música. Alguersuari llevaba desde los 19 años creando pistas. Todo empezó como una competición entre él y sus amigos en Ibiza. Ahora, tras once años de su atropellado final con Red Bull, es feliz. “Estoy en un momento muy dulce. Soy un privilegiado. He vivido una vida increíble. No voy a volver a ser piloto, pero volveré a coger un kart y conducir a toda velocidad. Lo llevo en el corazón”. Le encanta el tenis, y es un entusiasmado del golf, deporte que practica. Junto al artista Loïc, fundador del Brunch, están trabajando en un proyecto llamado Pole Position. Sigue produciendo música como Squire, y también participando de la música de otros artistas de Barcelona con el sello discográfico Ànims. “La F1 y la música no son tan diferentes. Ambas comparten una cosa: la emoción”, concluye el antiguo piloto.

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