Dinero convertido en chatarra en aviones, buses y gimnasios: “Aquí no se puede pagar con monedas”

El cambio de hábitos entre los consumidores y la voluntad de aumentar el control financiero de las empresas arrincona cada vez más las compras en metálico, a pesar de que la normativa impide limitar el pago con monedas

Un viajero paga con el móvil en un bus en Barcelona.Gianluca Battista

La escena ocurrió hace semanas. Un usuario del gimnasio DiR llega al local sin la pulsera identificativa que permite la apertura automática de las puertas. Pide una prestada a una empleada del centro, que se la niega y le reclama el cobro de un euro. El cliente, tras pensárselo, acepta a regañadientes y saca la cartera. Cuando pone una moneda sobre el mostrador, la trabajadora la rechaza. “Aquí no aceptamos monedas; solo pagos con tarjeta...

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La escena ocurrió hace semanas. Un usuario del gimnasio DiR llega al local sin la pulsera identificativa que permite la apertura automática de las puertas. Pide una prestada a una empleada del centro, que se la niega y le reclama el cobro de un euro. El cliente, tras pensárselo, acepta a regañadientes y saca la cartera. Cuando pone una moneda sobre el mostrador, la trabajadora la rechaza. “Aquí no aceptamos monedas; solo pagos con tarjeta”. Política de empresa, se justifica. Requerido por EL PAÍS, un portavoz de la compañía defiende minimizar el uso de las monedas, pero admite que la escena, habitual en diferentes franquicias, se ha revisado. “Enviamos un recordatorio para que se acepte el pago en metálico”, dice. La Agencia Catalana de Consumo impide que los establecimientos puedan limitar su uso.

La pandemia fue el detonante de un cambio de hábitos que ha arrinconado cada vez más a las monedas. Algunas compañías aéreas y de autobuses empezaron a rechazar durante la crisis de la covid los pagos en metálico para evitar el contacto con las monedas, posible foco de transmisión, y garantizar su actividad económica con la mayor seguridad sanitaria posible. La decisión tenía además el respaldo de los consumidores: según las encuestas realizadas por el Banco de España, la preferencia del efectivo como medio de pago habitual pasó del 80% en 2014 al 35,9% en 2020. La última encuesta, de 2022, señaló que el 64% de la población pagaba a diario en efectivo, por el 32% en tarjeta, aunque no ponía el foco en las preferencias del consumidor sino en su frecuencia.

Una vez superada la pandemia, sin embargo, el fin de las monedas parece más definitivo en diversos ámbitos. “Las grandes empresas prefieren el pago con tarjeta para garantizar el control monetario de sus cuentas”, considera Begoña Castro, presidenta del grupo de trabajo de asesoramiento en inversiones financieras del Colegio de Economistas de Barcelona. Esa fue precisamente la justificación del DiR para defender su política. “Es por transparencia y la seguridad de todos”, añade.

En Girona, la Defensora de la Ciudadanía, Marta Alsina, recibió el año pasado quejas porque los autobuses del municipio no aceptan el pago en metálico. “Fueron usuarios esporádicos, personas que no viven en Girona y que no tienen la tarjeta de movilidad ni tenían consigo la tarjeta de crédito”, apunta Alsina, que añade que las quejas son “bastantes” por tratarse de un tema tan concreto. La Defensora pidió soluciones al Ayuntamiento, pero este mantiene la política actual.

“Hemos mejorado la fluidez de circulación y la puntualidad en los horarios”, responde Marta Sureda, regidora de Movilidad de la ciudad. Ni se plantea recuperar el pago en efectivo, dice, porque también se han reducido los atracos a los conductores (había tres de media al año) y el Ayuntamiento se ahorra los 10.600 euros anuales que costaba el contrato con la empresa que trasladaba las monedas de los autobuses a la caja del Consistorio. En los autobuses de TMB de Barcelona tampoco se puede pagar con monedas.

Las quejas también se trasladaron el verano pasado a una de las piscinas municipales de Girona porque no admitía el pago en metálico. “El Ayuntamiento me trasladó que consideraba que no debían gestionar el dinero público”, apunta Alsina. Al final, explica, el vigilante de seguridad acabó pagando la entrada en metálico y los usuarios le devolvieron el importe por Bizum.

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Iberia también implantó durante la pandemia la política de cero monedas en sus vuelos. En su caso, la compañía considera que es la mejor manera de “adaptarse” a clientes con “distintas” monedas, según concreta una portavoz. La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), la principal asociación de consumidores de España, denunció a principios de año a ocho compañías, entre ellas Iberia, por esta práctica. “Es algo abusivo y una clara infracción de la normativa de consumo”, alerta Esther Lorente, delegada de la OCU en Cataluña, que asegura no haber recibido ninguna respuesta de la empresa aérea. Tampoco la ha obtenido EL PAÍS.

La limitación de las monedas aumenta el riesgo de dejar fuera de juego a aquellos colectivos más vulnerables. Personas sin acceso a una cuenta bancaria ni a una tarjeta de débito por su inestabilidad económica. “Hay gente a quien no le habilitan una cuenta”, señala la economista Begoña Castro. “Y esas personas quedan excluidas de algunos servicios”.

¿Pero es posible rechazar el pago en metálico? “No”, responde la Agencia Catalana de Consumo. “Los establecimientos comerciales abiertos al público tienen que aceptar los pagos con moneda de curso legal, porque si no se limitarían los derechos del consumidor”. El Código de Consumo califica como grave “causar cualquier discriminación por forma de pago”.

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