La Barcelona pobre que no votará el 28 de mayo: “No perderé el tiempo. No cambia nada”
La desafección política domina en barrios como Trinitat Nova o La Marina del Prat Vermell, donde la participación en las municipales de 2019 no superó el 50%
Ni Colau, ni Trias, ni Maragall, ni nadie. El ambiente entre los vecinos que menos votaron en los comicios de Barcelona de 2019 es que tampoco acudirán a las urnas el próximo 28 de mayo. “Estamos olvidados. Somos el basurero de Barcelona”, lamenta una residente de Torre Baró. Allí se registró un 56,4% de abstención hace cuatro años, mientras que la media de...
Ni Colau, ni Trias, ni Maragall, ni nadie. El ambiente entre los vecinos que menos votaron en los comicios de Barcelona de 2019 es que tampoco acudirán a las urnas el próximo 28 de mayo. “Estamos olvidados. Somos el basurero de Barcelona”, lamenta una residente de Torre Baró. Allí se registró un 56,4% de abstención hace cuatro años, mientras que la media de la ciudad rozó el 34%. Este barrio del distrito Nou Barris solo fue superado por Trinitat Nova (57%) y La Marina del Prat Vermell (59%). Los tres se encuentran entre los diez más pobres de toda la ciudad, según los indicadores de renta disponible por hogar de 2019 (menos de 12.500€).
Un total de 2.791 vecinos viven en Torre Baró, incrustados al noreste de la capital catalana entre la sierra de Collserola y la autopista. Para llegar, hay que subir una buena cuesta andando o pedir uno de los buses a demanda. En la parte más elevada abundan las casas irregulares descendientes del barraquismo de los años sesenta, la falta de aceras y sobre todo, la inexistencia de comercios. Sus habitantes llevan años pidiendo unas escaleras automáticas para bajar fácilmente a comprar comida a Ciutat Meridiana, el barrio que tienen al lado.
José Manuel Romero, vocal de la Asociación de Vecinos, vive desde hace sesenta años en esa zona alta, cuando sus padres construyeron una de esas chabolas rudimentarias. Asegura que en estas décadas han conseguidos logros como que llegue la luz, el asfalto, pero sobre todo el autobús. No se le olvida la fecha del 7 de mayo de 1978, cuando el “héroe local” Manuel Vital, conductor de bus, secuestró uno para reclamar una conexión con el resto de la ciudad.
A pesar de estos progresos, Romero comprende que muchos vecinos, al contrario que él, no se desplacen al colegio electoral el próximo domingo. Dos de ellas son Mari Villa y su compañera de trabajo, que ante todo se sienten “olvidadas” y que “no cambia nada” : “En mi familia hemos sido votantes históricos de los socialistas, pero este año no perderé el tiempo: no me representa ningún candidato”, critica una de ellas. Señalan el “incivismo” como el principal problema. “Hay botellones todas las noches y narcopisos, pero la policía no viene: nos mandan toda la mierda de Barcelona. Esto antes era como un pueblo. Había zapatería, mercería, cine... Ahora nadie se atreve a abrir un comercio: solo prosperan los bares”.
Paloma (nombre ficticio) y su familia comparten el mismo malestar en el vecino barrio de Trinitat Nova (7.271 habitantes), donde tampoco votarán: “Los políticos son el mismo perro con distinto collar”, critica la jubilada. “Desde la pandemia las calles están como la jungla. Ahora que queda una semana han venido a limpiar las más sucias”, comenta indignada. Hace cuatro años, el porcentaje de vecinos en paro en el mes de abril fue del 12,4%. Según los datos oficiales, en el mismo mes de este año fue de 11,4%. La mejora es tímida y se mantiene la tendencia de casi doblar el promedio de la ciudad (5,7%)
“Aunque tenemos comisaría, nunca vienen. Por la noche montan la tangana y destrozan el parque. Luego no hay sitios de ocio para ir con los niños. Había un campo de fútbol donde se hacía mucha vida de barrio, pero lo quitaron para hacer el metro y no nos quieren poner otro”, lamenta su hijo, que se ha criado allí. La opinión de estos vecinos coincide con los principales problemas de la ciudad según el último Barómetro municipal: la inseguridad y la limpieza. En los pasados comicios, el PSC y En Comú Podem -la coalición de Gobierno- fueron los partidos más votados en esos tres barrios. La alcaldesa Ada Colau se impuso en La Marina y Jaume Collboni, en los otros dos.
El distrito de Nou Barris reúne seis de los ocho barrios con menos votantes. Los números de 2019 coinciden con el menor valor de renta per cápita: 11.455 euros en Torre Baró, el barrio con menos ingresos de la capital catalana. Este aspecto suele relacionarse “con otras carencias de recursos que favorecen la participación electoral” apunta Carol Galais, investigadora en comportamiento político y opinión pública en la Universidad Autónoma de Barcelona. “Por ejemplo, si una persona está en paro, no verá la relación entre la política local y cómo eso va a beneficiarla. Tampoco estará expuesta a los estímulos, conversaciones, intentos de movilización de sus compañeros o sindicatos que podrían motivarle”.
La profesora también resalta la dimensión social de la participación electoral: “Mucha gente va a votar arrastrada por la inercia de familiares y vecinos: si la tónica general en un territorio es a la abstención, esta dinámica se perpetúa elección tras elección”. Además, la condición de periferia de estos barrios acaba ahondando en el sentimiento de abandono: “Ni aparecen explícitamente en el discurso de los candidatos ni se les ve mucho por allí”.
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