Todas queremos ser Susan Sarandon

Primera experiencia en una alfombra roja en la calle Verdi por donde paseó la actriz para después charlar sobre ‘Thelma y Louise’: “Éramos dos mujeres envueltas en un mar de hombres fumando puros”

La actriz Susan Sarandon durante el photocall del BCN Film Fest por el aniversario de la película 'Thelma & Louise'.Alberto Paredes (Europa Press)

Alfombra roja muy cerca de casa. Llego en bici. Antes de salir, exclamo eufórica: “¡Voy a ver a Susan Sarandon!”. Marcho con la cabeza baja. Resulta que los habitantes adolescentes de la casa no saben quién es. Y hay algo peor: ni siquiera preguntan qué hace. Malditos. Nadie me puede quitar la ilusión. Hoy viene una estrella de Hollywood a Gràcia.

La calle Verdi luce vestida de rojo. Me sitúo tras una valla para esperar a la actriz mie...

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Alfombra roja muy cerca de casa. Llego en bici. Antes de salir, exclamo eufórica: “¡Voy a ver a Susan Sarandon!”. Marcho con la cabeza baja. Resulta que los habitantes adolescentes de la casa no saben quién es. Y hay algo peor: ni siquiera preguntan qué hace. Malditos. Nadie me puede quitar la ilusión. Hoy viene una estrella de Hollywood a Gràcia.

La calle Verdi luce vestida de rojo. Me sitúo tras una valla para esperar a la actriz mientras la organización del Barcelona Film Fest monta a toda prisa el resto de trozo de alfombra que falta para llegar a la entrada del cine. Retiran con destreza el plástico que cubre el fieltro y que evita que se manche de pisadas hasta que aparezca la actriz. Toca esperar. Y nada como buscarse una buena compañía para aguantar la valla y pasar el rato. “¿En serio vas a poner la edad de Sarandon en el reportaje de EL PAÍS?”, me pregunta la mujer que se apoya en la valla a mi lado. Contesto afirmativamente. Son 76 años. Habrá que decirlo, pienso. “Debería estar prohibido. En Estados Unidos no lo hacen. No lo entiendo”. La mujer que habla es Pilar Ordóñez, actriz, escritora y ahora directora, me cuenta, una maravilla de compañía en los minutos de espera para una novata de alfombra roja. Me da todo tipo de explicaciones. “Esto solo pasa en España, montarlo a última hora, ya verás, ahora toda esta gente empezará a gritar, y a hacer fotos”, explica Ordóñez. Le digo que seguro que llegará paseando porque creo que se hospeda en el hotel Casa Fuster. Ella lo niega: “Un coche la dejará en la esquina, seguro”, afirma convencida. Y de repente, gritos. Mucho ruido. Sarandon, vestida de verde, con camisa y pantalón, y calzando bambas del mismo color, aparece como un tifón. Hace un amago de entrar directamente y alguien la devuelve ante las cámaras para las fotos y algún autógrafo. Emoción en la calle. Mientras saluda con la mano, aparece de golpe la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, también de verde, para abrazar a la actriz norteamericana. Se produce una breve conversación. Tienen cierta complicidad. Se conocieron en un encuentro organizado por el político estadounidense demócrata Bernie Sanders contra la ultraderecha de Trump, Salvini y Bolsonaro. Finaliza el breve photocall.

La comitiva conduce a Sarandon hasta el cine donde está acabando la proyección de Thelma y Louise. Después toca coloquio. Ella espera de pie al final de la sala mirando una de las escenas míticas del cine, que habrá visto mil veces, y se mueve al ritmo de la música. Nadie se percata de su presencia todavía. Sonríe en la oscuridad. ¿Cuántas veces habrá pensado en volver a dar el salto con un coche Ford Thunderbird en el Gran Cañón de la mano de Geena Davis? Acaba la película y empieza el coloquio.

Con la misma energía, Sarandon recorre el pasillo con el público en pie aplaudiendo. Ha venido a hablar de su peli, dirigida por Ridley Scott. Ella pudo ser Thelma, pero eligió ser Louise. La película se estrenó el 24 de mayo de 1991. Entró la cuarta en taquilla, pero aguantó y aguantó durante semanas. Y acabó recaudando —solo en Estados Unidos— 40 millones de euros (había costado 13 millones), el doble de lo previsto tras el primer fin de semana en cartel.

Activista, madre y actriz. Así la presenta Conxita Casanovas, directora del Barcelona Film Fest. Se le pregunta a Sarandon si Thelma y Louise fue un avance del Me Too. La actriz contesta sincera, muy cercana al público: “No teníamos ni idea. Era inusual hacer una película con dos mujeres como protagonistas que no acabaran odiándose. Éramos dos mujeres envueltas en un mar de hombres fumando puros”. Para luego añadir: “No creo que las cosas hayan cambiado mucho”.

Pero, ¿por qué las cosas no cambian con respecto a las mujeres? Sarandon sorprende con su pregunta al público, que se queda mudo. Ella hace su propia reflexión. La clave, según la ganadora de un Óscar, es fomentar la educación de la sociedad: “Todo el mundo debe responsabilizarse de sus actos. Si has bebido o tu compañero/a ha bebido, no la puedes dejar sola, en ningún caso”. La simbología que envuelve la película habla de las lecciones que dejó, de su influencia. La realidad es que viendo a Sarandon en escena uno cree que la verdadera lección es ella misma. Y ese beso del final, le preguntan. “El beso no estaba en el guion”, remarca Sarandon. Fue inesperado. 30 años después, Sarandon y Davis repitieron escena en un pase especial.

Susan Sarandon y Geena Davis se besan en un Ford Thunderbird de 1966 similar al de la película 'Thelma y Louise' en un pase de la cinta en Los Angeles.Chris Pizzello (Chris Pizzello/Invision/AP)

A Sarandon se la ve relajada. Media hora de coloquio, no más. Aprovecha para contar que ha visitado el museo Picasso y que ha comido en el 7 Portes. Última pregunta. Y muchos aplausos. Regreso a casa con la bici y la brisa de la noche por la calle Verdi abajo. No es un descapotable, pero me sirve. Llego a casa y nadie me pregunta por Sarandon. Pero me da igual. Esta noche he estado con una de las grandes. Madre, actriz y activista. Bona nit.

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