El Macba estudia alternativas a su ampliación en la plaza dels Àngels
El coste del nuevo edificio se ha disparado y el museo sopesa tres ámbitos donde crecer. Mientras, trabaja con el arquitecto Santiago Cirugeda en un proyecto de intervención en el espacio público
El Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba) estudia alternativas a la ampliación del museo prevista sobre la plaza dels Àngels. Ante el rechazo de algunas entidades y vecinos a que el centro de arte crezca en ...
El Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba) estudia alternativas a la ampliación del museo prevista sobre la plaza dels Àngels. Ante el rechazo de algunas entidades y vecinos a que el centro de arte crezca en un nuevo edificio construido sobre el espacio público, pegado al convent dels Àngels, y visto el elevado coste de la obra, el centro cultural sopesa otras opciones para ganar los 3.000 metros cuadrados que necesita. Una de ellas es reordenar y racionalizar los actuales espacios, y así lo apuntó la dirección este jueves durante una reunión del Consorcio del Museo, en el que participan el Ayuntamiento, la Generalitat, el Ministerio de Cultura y la Fundación Macba. Inicialmente el Macba contaba con 11 millones (aportados por las administraciones y la Fundación) pero el coste se ha disparado (no revela en cuánto) y no dispone de suficientes recursos.
En abril de 2021 el museo dio a conocer el proyecto ganador, firmado por el equipo de los arquitectos catalanes Harquietectes y los suizos Christ & Gantenbein. Una solución que llegaba después de una larguísima pugna por el espacio de la Capilla de la Misericordia (a pocos metros del centro cultural y la plaza) entre el museo y el CAP del Raval, que se decantó por el equipamiento sanitario, a cambio de ampliar el museo en la plaza. De acuerdo al calendario presentado entonces, las obras ya deberían estar en marcha para inaugurar a finales de este año.
Solo tres meses después de presentar el proyecto ganador hubo relevo en la dirección del Macba, que capitanea ahora Elvira Dyangani Ose. Desde hace seis meses trabaja con el arquitecto sevillano Santiago Cirugeda, conocido por intervenir en equipamientos o espacios públicos que son patatas calientes para las ciudades y en los que va siempre de la mano de su entorno, desde abajo. Una de las últimas actuaciones del arquitecto y su estudio (Recetas Urbanas) fue la creación del centro sociocomunitario e intercultural del sector 5 de la Cañada Real, en Madrid, construido por sus propios vecinos.
Fuentes próximas a la dirección del museo son claras: “No tenemos financiación, el presupuesto no se ha completado. No podemos seguir y en el tiempo de receso [el proyecto ejecutivo no está terminado y no se ha licitado la obra] vamos a analizar el potencial de los edificios del Museo y cómo sacarles jugo”. “En paralelo”, indican las mismas fuentes, Cirugeda trabaja para “mejorar las relaciones con el entorno urbano y comunitario, que ha sido siempre compleja y difícil, y queremos romper con esta dinámica de 30 años. Se trata de utilizar un conflicto como eje para hacer arquitectura subversiva a través de los afectos, que lo social y cívico sea más importante”. Este jueves 71 adultos y niños trabajaron en los preparativos del carnaval en un espacio del museo.
“Ampliación sí, pero no en la plaza”, aclara Cirugeda, que señala que “las políticas actuales pasan por no construir más en el espacio público, que es sagrado, por sostenibilidad y por política social de respeto a las comunidades del entorno”. “No se pueden repetir errores del pasado, es una cuestión de sentido común y más en un barrio denso y falto de espacio como el Raval. No porque hayamos heredado la ampliación en la plaza es la mejor opción”, defiende y evoca que el Macba se construyó en lo que antes eran viviendas. Desde hace seis meses, los responsables del museo se están reuniendo con cinco escuelas (“con las familias, no solo las direcciones”, destaca), entidades sociales, vecinales y hasta con los patinadores que usan la plaza, a la que peregrinan skaters de todo el mundo.
La idea es “intervenir en el espacio que ahora es plaza y donde debería construirse la ampliación; y si funciona, que no haya marcha atrás”, explica el arquitecto. El proyecto tiene nombre, Jardín ambulante, y consistiría en instalar pérgolas de sombra, verde o las propuestas que el entorno sugiera. Todo con el objetivo de no perder espacio público. “En marzo comenzarán a realizarse talleres in situ, y a partir de mayo o junio, intervenciones físicas, provisionales, y comenzar a evaluar cómo funcionan en cada época del año. Nosotros no vamos a tomar la decisión final, ni la dirección del museo, lo hará la comunidad, es un cambio de paradigma”, insiste Cirugeda.
El Macba lleva casi dos años de retraso respecto al calendario previsto para adjudicar el proyecto ejecutivo de la ampliación y tiene sobre la mesa tres alternativas a la ampliación. Una de ellas es aprovechar mejor los actuales espacios. Y otra utilizar la planta superior del aparcamiento de la plaza, de titularidad pública pero gestión privada. “Se trata de optimizar los recursos económicos y espaciales del entorno”, argumenta Cirugeda, que añade que el Museo ya dedica 800 metros de espacio expositivo a almacén y tiene metros en desuso en el antiguo edificio del FAD, el Convent dels Àngels.
“Es normal que un proyecto ganador de un concurso de un equipamiento no se ejecute si las condiciones cambian”, considera sobre la eventualidad de que no se materializara. Y sobre el planeamiento urbanístico aprobado en 2020, cuando se cerró la pugna entre el museo y los profesionales y usuarios del CAP Raval, si fuera preciso entiende que se trata de buscar nuevas mayorías que apoyen el cambio.
La solución urbanística que resolvió el conflicto es un encaje de bolillos urbanístico: el ambulatorio se construiría en la capilla (tres años después, las obras no tienen ni fecha de inicio) y el museo crecería en un edificio alargado sobre la plaza dels Àngels, pegado al antiguo convento que albergó el FAD y que desde 2008 utiliza también el museo. Para permitir al museo edificar en un suelo calificado de zona verde y compensar su pérdida, se hizo una modificación urbanística (MPGM) que fue aprobada en el Ayuntamiento por unanimidad en 2020. El plan resuelve la perdida de espacios con una fórmula que enciende a los vecinos: lo trocea en tres áreas separadas y sobre lugares que ya son espacio público, aunque están calificados como equipamiento o vial. Son la franja contigua al edificio de Richard Meier, el podio sobre el que se levanta el museo, espacio que ya utilizan los skaters. Y gran parte de la plaza de Bonsuccés, a dos centenares de metros de distancia. La Xarxa Veïnal del Raval presentó en abril de 2021 un recurso al contencioso administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña que pide la nulidad de la MPGM.
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