Una ley para las personas sin hogar

La criminalización de las personas sin hogar no es la forma de terminar con esta problemática social

12/06/21 Una persona sin hogar (sin techo) duerme en un banco del paseo Picasso a primera hora de la manana. Barcelona, 12 de junio de 2021 [ALBERT GARCIA] Albert Garcia (EL PAÍS)

Las calles, plazas, avenidas o parques forman parte del espacio público, espacios de los que podemos disfrutar todos los miembros de la comunidad, pero que se convierten en un componente esencial en la vida de las personas sin hogar. La tendencia creciente a regular el espacio público responde a la falsa creencia de que las personas sin hogar alteran el orden público y generan comportamientos antisociales contra los que debe lucharse.

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Las calles, plazas, avenidas o parques forman parte del espacio público, espacios de los que podemos disfrutar todos los miembros de la comunidad, pero que se convierten en un componente esencial en la vida de las personas sin hogar. La tendencia creciente a regular el espacio público responde a la falsa creencia de que las personas sin hogar alteran el orden público y generan comportamientos antisociales contra los que debe lucharse.

A nivel estatal, la Ley de Seguridad Ciudadana sanciona algo que no implica ninguna acción: deslucir el espacio público. Sanciona la pobreza, que deteriora mental y físicamente a las personas que viven en la calle, a partir de la apreciación subjetiva del agente de policía que inicia el procedimiento sancionador.

A nivel local, las ordenanzas municipales de muchas localidades catalanas sancionan a las personas en situación de calle por el simple hecho de desarrollar su vida en el espacio público al que se ven obligadas a recurrir por falta de medios. Criminalizan la pobreza con la prohibición de dormir en la calle, sancionan a las personas que ejercen la mendicidad o penalizan el uso de las fuentes públicas para lavarse. En resumen, sancionan las actividades que las personas sin hogar no tienen más remedio que practicar para mantener unas condiciones mínimas de dignidad, decencia y humanidad.

La penalización selectiva que se hace de las conductas y actividades que realizan las personas sin hogar por el simple hecho de no disponer de un espacio privado en el que vivir es inaceptable. Un ejemplo son las innumerables quejas que unos vecinos presentaban ante la Guardia Urbana de Barcelona solicitando que expulsaran a la persona sin hogar que dormía en el banco delante de su casa. Como si la fortuna de nacer en un entorno social y económicamente favorable otorgara la titularidad de mayores derechos que los que tienen las personas más vulneradas.

Sin embargo, estamos en un momento esperanzador. El día 25 de enero de 2022 se entró por registro en el Parlament de Catalunya la proposición de ley de medidas transitorias y urgentes para hacer frente y erradicar el sinhogarismo, proposición que recoge la prohibición de sancionar la mendicidad (a menos que suponga el ejercicio de violencia, intimidación, coacción...), comer, beber o dormir en la calle, hasta que no se adecuen y garanticen espacios destinados a las personas sin hogar.

La criminalización de las personas sin hogar no es la forma de terminar con esta problemática social. Los esfuerzos deben dirigirse a promover y garantizar la igualdad de acceso a los derechos por parte de las personas sin hogar y, en este proceso, un primer hito es la aprobación de la proposición de ley de medidas transitorias y urgentes para hacer frente y erradicar el sinhogarismo. Luego vendrá lo que es un elemento esencial: hacer realidad esta ley, dotándola de los medios para que nadie se vea obligado a desarrollar actividades tan íntimas como dormir, lavarse, comer o vestirse en un espacio público.

Salvador Busquets es director de Cáritas Diocesana de Barcelona.

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