Los Mossos investigan cinco denuncias por pinchazos a chicas en discotecas

Una nueva forma de sumisión química que fue detectada por primera vez en zonas de ocio de Francia llega a Cataluña

Botellón organizado en Barcelona en septiembre de 2021, cuando el ocio nocturno permanecía aún cerrado.Joan Sanchez (EL PAÍS)

Una nueva forma de sumisión química se abre paso en las discotecas de Europa y ha llegado también a Cataluña. Los Mossos d’Esquadra investigan las denuncias de cinco chicas que, presuntamente, sufrieron pinchazos en zonas de ocio nocturno. La policía catalana ignora, por ahora, si esas inyecciones contenían algún tipo de droga con la que se pretendiera doblegar la voluntad de las víctimas y dejarlas a merced de su agresor. No consta, sin embar...

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Una nueva forma de sumisión química se abre paso en las discotecas de Europa y ha llegado también a Cataluña. Los Mossos d’Esquadra investigan las denuncias de cinco chicas que, presuntamente, sufrieron pinchazos en zonas de ocio nocturno. La policía catalana ignora, por ahora, si esas inyecciones contenían algún tipo de droga con la que se pretendiera doblegar la voluntad de las víctimas y dejarlas a merced de su agresor. No consta, sin embargo, que esos pinchazos hayan tenido como consecuencia agresiones sexuales.

El fenómeno de la sumisión química mediante pinchazos fue detectado hace meses en discotecas de Bélgica y Francia. “Estamos en un mundo global, lo que ocurre en París un día puede ocurrir a la semana siguiente en Cataluña”, explica el secretario general de Fecasarm, Joaquim Boadas. Esta federación de empresarios del ocio nocturno fue pionera en buscar fórmulas para combatir la sumisión química tradicional, que consistía en introducir sustancias en la bebida de las víctimas. Además de aconsejar a los clientes que no acepten bebidas, algunas discotecas en Cataluña reparten tapas para los vasos, de forma que se evita la introducción de sustancias nocivas que puedan hacer perder el conocimiento a quien la consume.

Boadas pide prudencia ante este nuevo fenómeno porque son “casos excepcionales y puntuales”. “No hay una oleada ni mucho menos, ni son prácticas generales”, dice antes de señalar que fue durante la celebración de grandes botellones en las ciudades españolas -con nulo control sobre las bebidas distribuidas- cuando incrementaron los casos de sumisión química.

La portavoz de los Mossos d’Esquadra, Montserrat Escudé, también ha llamado a la calma en una entrevista en Catalunya Ràdio. Escudé ha anunciado que se investigan cinco denuncias pero que esperan recibir este mismo martes una sexta denuncia, la de una mujer que, según relató en Twitter, sufrió un pinchazo con una jeringuilla o inyectable en una discoteca de Barcelona. Los Mossos, dijo, serán “rigurosos” en las investigaciones y ya han solicitado información a la policía francesa para que traspase información sobre este fenómeno. La portavoz admitió que los casos pueden generar “inquietud y preocupación”, pero pidió evitar un “clima de terror” que no se corresponde con la realidad.

Sobre los cinco casos bajo investigación, no hay constancia de que las víctimas fueran drogadas, aunque se está a la espera del resultado de los análisis. El objetivo de los agresores suele ser dejar a las chicas inconscientes para poder abusar de ellas. No hay constancia de que esto haya ocurrido en estos pinchazos, aclaró Escudé, que pidió a las mujeres que sufran uno de estos episodios que acudan lo antes posible a un centro sanitario para que se puedan recoger rápidamente muestras de las sustancias. Casi un 30% de los casos, ha recordado, se denuncian un año después de ocurridos los hechos. Y uno de los problemas que afrontan los investigadores es que los rastros en la sangre desaparecen con rapidez.

Según datos oficiales de los Mossos, a lo largo de 2021 y hasta junio de este año, un total de 167 mujeres denunciaron que fueron agredidas como consecuencia de la sumisión química, es decir, que alguien las sometió tras ofrecerles algo de beber o introducirles alguna sustancia en la bebida. Otras 127 fueron agredidas, en contextos de ocio nocturno, cuando estaban en un estado de indefensión por haber consumido de forma voluntaria alcohol o drogas.

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