El soul siciliano de Mario Biondi calienta el 60º festival de la Porta Ferrada
La más veterana de las citas veraniegas celebra su efeméride programando música en todos los espacios que la han acogido a lo largo de los años
El más veterano de nuestros festivales musicales veraniegos, el de la Porta Ferrada de Sant Feliu de Guíxols, acaba de alcanzar la nada despreciable cifra de sesenta ediciones celebradas. Para conmemorar la efeméride este año se ha programado música en todos los espacios que habitualmente han acogido el certamen. Así, en la noche del sábado se regresó al Espai Port que parecía haber sido definitivamente desplazado por el más moderno Guíxols Arena. Un nuevo emplazamiento más grande, probablemente más cómodo, con mayor zona de restauración y mayores facilidades de aparcamiento, pero sin el encan...
El más veterano de nuestros festivales musicales veraniegos, el de la Porta Ferrada de Sant Feliu de Guíxols, acaba de alcanzar la nada despreciable cifra de sesenta ediciones celebradas. Para conmemorar la efeméride este año se ha programado música en todos los espacios que habitualmente han acogido el certamen. Así, en la noche del sábado se regresó al Espai Port que parecía haber sido definitivamente desplazado por el más moderno Guíxols Arena. Un nuevo emplazamiento más grande, probablemente más cómodo, con mayor zona de restauración y mayores facilidades de aparcamiento, pero sin el encanto de estar ubicado en el mismo puerto, muy cerca del mar y poder sentir su murmullo y su olor y disfrutar de la reconfortante brisa marina que te invita a utilizar chaqueta a pesar de la canícula.
Esa noche, toda la colonia italiana de la zona, y probablemente muchos turistas, se reunieron con algunos locales, con ausencia casi total de juventud, en el puerto de Sant Feliu de Guíxols para endulzar el bochorno con una buena dosis de soul siciliano. Mario Biondi no es un extraño de nuestros escenarios, pero tampoco puede decirse que sea un ídolo por aquí y es una lástima porque realmente el de Catania lo tiene todo para convertir una velada en un recuerdo entrañable. Ese que a buen seguro se llevaron a casa, o al apartamento turístico, el casi millar de personas que no pudieron resistir el impulso y acabaron bailando a los sones de Biondi.
El siciliano apareció con gafas de sol a pesar de la oscuridad y un impecable y elegante traje blanco, zapatos a juego, que unido a su imponente presencia y su reluciente calvicie le conferían, como mínimo desde lejos, el aire de un simpático mafioso sentado en un taburete que bien podía haber estado en la barra de un club nocturno. Comenzó hablando en inglés, pero cantando en italiano uno de los de los temas de su último disco, Romantic.
La velada se inició con tonos de crooner algo acaramelado, pero rápidamente Biondi quiso dejar las cosas claras y atacó uno tras otro el eterno What’s Goin On de Marvin Gaye y una versión exuberante del Cantaloupe Island de Herbie Hancock. A partir de ahí fue nadando por las aguas del soul menos amenazador y más sensual con toques de jazz sofisticado a cargo tanto de sus scats como del buen hacer de sus seis músicos. Predominó el inglés en su propuesta y las tonalidades más negras. Cuando retomó el italiano afloró algo del mejor Paolo Conte. Recuperó un tema que Burt Bacharach escribió para él y se acercó con desparpajo la música brasileña versionando a Randy Crawford con citas de Caetano y Jobim.
Cerró la velada en plan casero con una espléndida versión de Lucio Battisti que calentó los ya calientes ánimos danzantes de la parroquia que, a buen seguro, abandonó el recinto paseando junto al mar con una sonrisa y un magnífico recuerdo.
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