El sector económico y empresarial exige a los líderes políticos aislar “los extremismos”

El Cercle d’Economia cierra su encuentro anual moderando el tono crítico pero reclama disponer de seguridad para tomar decisiones

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (2d); la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen (2i), el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès (i), y el presidente del Cercle d'Economia, Javier Faus (d), durante la última jornada de la Reunión del Cercle d'Economia celebrada en Barcelona este viernes.Carlos Escola Rivas (EFE)
Barcelona -

El Cercle d’Economia había bautizado su encuentro anual buscando un guiño al optimismo: ”Esperanza política”, proclamaba el ente empresarial para presentar unas jornadas que ofrecían una agenda rellena de altos cargos políticos. Solo este viernes, pasaron por la palestra el presidente del Gobierno, dos ministros, el ...

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El Cercle d’Economia había bautizado su encuentro anual buscando un guiño al optimismo: ”Esperanza política”, proclamaba el ente empresarial para presentar unas jornadas que ofrecían una agenda rellena de altos cargos políticos. Solo este viernes, pasaron por la palestra el presidente del Gobierno, dos ministros, el jefe de la oposción y, además, la presidenta de la Comisión Europea y el consejero de Economía de la Generalitat. ”Cataluña no está en decadencia, pero sí existe riesgo de estancamiento”, le manifestó Javier Faus, presidente de El Cercle, al consejero Jaume Giró. “Revertir la situación no es imposible”, le dijo Faus al presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo.

Con una guerra en Europa, los precios disparados y la falta de suministros asfixiando la producción, la incertidumbre domina todos los frentes. La reclamación más insistente de los empresarios alude a una ansia de “estabilidad” y de “seguridad”. El procès se considera una pantalla pasada, “quedó claro que aquello no sirvió para nada”, dice un alto mando del círculo, y la hoja de ruta está puesta en demandar certidumbre política para lograr desarrollo económico. “Es que si vas dando tumbos es imposible avanzar”, refiere Marc Puig, consejero delegado de la empresa cosmética Puig y vicepresidente del Cercle d’Economia. Para ilustrar el descrédito que causan los titubeos, Puig ponía como ejemplo el proyecto de ampliación del aeropuerto de Barcelona-El Prat, súbitamente paralizado por el Govern.

Las ponencias del círculo, y los apartes de las pausas, apuntaban en la misma línea: los radicalismos son una amenaza. “A los extremistas de derecha e izquierda les caracteriza su rechazo al sistema”, resumió Faus. En esa tesis se cimienta el disgusto que anida en la entidad contra las tesis negacionistas de la alcaldesa Ada Colau, a quien se la considera una adalid del “no a todo”. También del no a la ampliación del aeropuerto, una oposición imperdonable para los empresarios, por todo lo que conlleva. Los 1.700 millones prometidos por Aena han quedado en el alero, y la potenciación del Josep Tarradellas como hub internacional deberá esperar.

El otro lado del espejo ideológico tampoco gusta. El avance de los populismos y la posibilidad que la ultraderecha de Vox logre colarse en puestos de poder se anuncia como un mal venidero para un sector empresarial que se declara acérrimo “de Europa” y “de la democracia”. Tras su charla de este viernes, la primera pregunta que el auditorio dirigió a Alberto Núñez Feijóo le interrogaba sobre sus planes acerca de las alianzas con Vox. El político gallego evitó responder directamente y se presentó como un perjudicado por el auge de la formación de Santiago Abascal. Hace falta “unidad de acción entre los dos principales partidos”, reclamó Faus.

“Prudencia, valentía y generosidad”, pide Javier Faus a la clase política, y confiesa que en una conversación con Pere Aragonès le pidió que ayude a aportar equilibrio a España, incluso en medio del escándalo por los pinchazos del caso Pegasus. “Yo le dije que entiendo cómo se siente, pero no se puede cargar la legislatura”, expone Faus. Aragonès y Pedro Sánchez no aprovecharon su encuentro en el Hotel W, sede de la cita del Cercle d’Economia, para limar aristas. Todo se andará, dicen desde La Moncloa; la paciencia se acaba, responde el entorno del president.

El suministro y el precio de la energía son un quebradero de cabeza para el sector empresarial. José Bogas, consejero delegado de Endesa; Josu Jon Imaz, consejero delegado de Repsol, y Antonio Llardén, presidente de Enagás, compartieron una de las sesiones de más enjundia del programa. Tras ellos, consejeros y ministros repitieron que hace falta impulsar un cambio de modelo energético que dé más protagonismo a las renovables.

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”Sufrimos los efectos de la guerra de Ucrania, pero no estamos mal, la demanda no se cae”, revela el responsable de una compañía que en pandemia facturó más de 1.500 millones de euros. “Fíjate en eso”, indicaba señalando la piscina del hotel y la playa de la Barceloneta, donde se doraban al sol lo que parecían ser turistas. ”La ciudad está a tope”, indicó Anna N. Schlegel, catalana instalada en Silicon Valley y ponente de una conferencia sobre innovación digital. “En Barcelona hay muchos turistas”, coincidía una pareja que se aloja en el Hotel W, y que contemplaba el trajín del hall. Son de Dubai y destacaban en medio de tanto traje y zapatos de tacón. “Vamos a estar en territorio inexplorado un tiempo, no hay mapas para esta situación”, habían vaticinado José Ignacio Goirigolzarri, presidente de CaixaBank, y José María Álvarez-Pallete, presidente ejecutivo de Telefónica.

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