El Presupuesto de Cataluña rompe la unidad del bloque independentista

El Govern salva las enmiendas a la totalidad de las cuentas tras el desacuerdo con la CUP

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, y la presidenta del grupo de En Comú Podem, Jéssica Albiach se saludan tras haber llegado a un acuerdo para la aprobación de las cuentas. Vídeo: ALBERT GARCIA (EL PAÍS) | EUROPA PRESS

En la Cataluña gobernada por los independentistas, la tramitación de los presupuestos para 2022 ha tenido que hacerla posible En Comú Podem. Este lunes, tras un acuerdo in extremis con ERC, que tuvo consecuencias también en el Ayuntamiento de Barcelona, el espacio político de Ada Colau retiró su enmienda a la totalidad de las cuentas y permitió, a pocas horas del debate, superar el portazo de la CUP. Junts...

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En la Cataluña gobernada por los independentistas, la tramitación de los presupuestos para 2022 ha tenido que hacerla posible En Comú Podem. Este lunes, tras un acuerdo in extremis con ERC, que tuvo consecuencias también en el Ayuntamiento de Barcelona, el espacio político de Ada Colau retiró su enmienda a la totalidad de las cuentas y permitió, a pocas horas del debate, superar el portazo de la CUP. Junts, el socio de los republicanos en el Ejecutivo, respondió al acercamiento a los comunes exhibiendo su propio drama interno. El consejero de Economía de la Generalitat, Jaume Giró, agradeció la luz verde al trámite, pero, pocos minutos antes, la diputada Elsa Artadi había advertido de las posibles consecuencias de “no respetar” la mayoría secesionista. Pese a la profundidad de la discrepancia, nadie da nada por roto.

Queda un mes para la aprobación final de las cuentas y el camino no se ofrece sencillo ni para los grupos independentistas (ERC y Junts y su supuesto socio preferente, la CUP, que suman mayoría absoluta en la Cámara) ni para En Comú Podem. La jefa de filas de los comunes, Jéssica Albiach, desgranó este lunes el alcance del pacto con ERC, soslayó la división entre los socios del Govern, e insistió en que tienen un mes por delante para negociar en la fase de enmiendas parciales. Entre otras cosas, los de Albiach quieren recuperar la gestión pública de los servicios de atención telefónica del 061 y el 112, aumentar hasta 1.000 millones de euros las políticas de vivienda (un acuerdo que el Ejecutivo ya ofertó a la CUP) y reforzar la apuesta por las conexiones ferroviarias.

Sin embargo, el compromiso más grande quedó escenificado en el Ayuntamiento de Barcelona. El líder republicano en el Consistorio, Ernest Maragall, anunció desde el Parlament un giro copernicano en su posición sobre el presupuesto de la capital catalana. Hace una semana, Maragall, también diputado, anunció que se opondría y este lunes rectificó para “facilitar” su aprobación. Ayer aceptó su contradicción: mantiene “su posición crítica” con las cuentas del Ejecutivo barcelonés, pero las apoyará “para servir al interés general del país”. Se trata de una maniobra que, aunque lo niegue, hace mella en su posibilidad de repetir victoria en votos en las próximas municipales.

Maragall explicó que fueron los propios comunes los que exigieron el cambio de cromos para facilitar el apoyo a las cuentas catalanas. Varias fuentes de En Comú Podem habían desmentido en público y en privado que esa posibilidad estuviera sobre la mesa, incluso hasta última hora del pasado domingo, cuando se cerró el grueso del pacto. La propia Colau incluso negó este lunes la evidencia. “No ha habido ningún intercambio porque lo que se ha hecho ha sido priorizar Barcelona y Cataluña”, dijo por la tarde.

El futuro de los compromisos alcanzados entre ERC y los comunes tampoco está garantizado. La aprobación final de las enmiendas parciales que los harán posibles depende del sentido de voto de Junts, y los socios de Aragonès mantuvieron este lunes sus duras palabras en contra del acuerdo con los de Colau y Albiach. “Mi grupo es la garantía de que no destrocen Cataluña con las malas políticas que han aplicado en Barcelona”, dijo el diputado de Junts Joan Canadell durante el debate de las enmiendas de la totalidad.

Antes de que comenzara la sesión del Parlament, Artadi también había criticado que fueran los comunes, y no la CUP, los que permitieran que las cuentas siguieran su trámite. De hecho, calificó sin ambages ese pacto de “fracaso del independentismo”. Tampoco tuvo empacho en señalar a Aragonès como responsable de la crisis por “no esforzarse más” en lograr un acuerdo con los anticapitalistas.

Junts, aseguró Artadi, también líder del partido en el Ayuntamiento de Barcelona, pedirá una reunión “al más alto nivel”, pues el cambio de alianzas puede “tener consecuencias”. Esa advertencia sigue siendo líquida, pues lo mismo se puso sobre la mesa cuando el president marginó a Junts de la mesa de diálogo con el Gobierno por no designar a consejeros como representantes.

Además, la formación que lidera Carles Puigdemont no ha sido monolítica en ese rechazo. Y los matices cuentan. También desde el atril de la Cámara catalana, el consejero de Economía, Jaume Giró, celebró que las cuentas puedan seguir su recorrido en el Parlament aunque sin agradecérselo directamente a los comunes. Artadi y Canadell siguieron la estela del secretario general de su formación, Jordi Sànchez, y buscaron desmarcarse del contenido de los acuerdos con En Comú Podem. Pese a que nadie de Economía participó en esas conversaciones, el material para la negociación fue preparado por ese departamento. Una vez más, Junts se muestra dividida justamente por las facciones que, tras las elecciones del 14-F, discrepaban sobre investir o no a Aragonès. En su intervención, Giró incluso invitó a la CUP y al PSC a participar en las cuentas, aunque las direcciones tanto de Junts como de ERC vetaron esa posibilidad. “Si demuestran que hay apartados de la ley que se pueden mejorar, disponemos del tiempo suficiente para hacerlo. Si votan la enmienda a la totalidad, están diciendo que nada se puede salvar”, argumentó.

La incógnita ahora es si la aprobación de este primer trámite presupuestario augura un cambio de rumbo definitivo o no de la legislatura. Pese a que la CUP no ha facilitado el trámite de las cuentas y cree que no se cumplen los acuerdos por los que fue investido Aragonès, de momento no ha verbalizado si pasa formalmente a la oposición, como ocurrió en el mandato pasado.

Los anticapitalistas intentaron fijar su posición en el tema presupuestario haciendo equilibrios para aislar el pacto de investidura. Pero la mayoría independentista se agarra con alfileres. La CUP se quedó sola en septiembre al reivindicar un referéndum de independencia este mandato —”Es lo más democrático: con permiso o no”, recalcó la diputada anticapitalista Eulàlia Reguant— y se mostró muy lejos de los grandes proyectos que alienta el Govern como el Hard Rock o los Juegos Olímpicos de Invierno. Los comunes también los critican, pero a diferencia de la CUP no los ponen como líneas rojas.

”No hemos venido a engañar a la gente. El Govern ha suspendido el primer semestre y se ha dejado arrastrar por las dinámicas sociovergentes”, dijo Reguant, que acusó al Ejecutivo de distanciarse del giro a la izquierda que prometió. La cuestión es que la CUP había dado dos años de margen a Aragonès para que en 2023 se sometiera a una cuestión de confianza. Esa hoja de ruta está cuando menos en el aire. Giró también lanzó críticas a la CUP. “El primer mandamiento de la sostenibilidad es no tirar nada que funcione”, les dijo, para afearles no solo su falta de apoyo a las cuentas, sino para recordarles la maniobra para evitar que en 2016 Artur Mas repitiera como presidente. Los anticapitalistas se congratularon entonces de enviarle a “la papelera de la historia”.

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