Opinión

Abrir el juego

Se hace camino al andar. No es posible quedarse instalado en la frustración del procés. Y no por repetir que la independencia es el destino se llegará antes. Hay que buscar vías para avanzar

El consejero Jaume Giró, en el Parlament.David Zorrakino - Europa Press (Europa Press)

Solo 425 personas votaron en la consulta de la CUP a su militancia sobre los presupuestos de la Generalitat. De las cuáles un 60% optó por la enmienda a la totalidad, aunque con intención seguir negociando. ¿Los presupuestos más generosos de la ...

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Solo 425 personas votaron en la consulta de la CUP a su militancia sobre los presupuestos de la Generalitat. De las cuáles un 60% optó por la enmienda a la totalidad, aunque con intención seguir negociando. ¿Los presupuestos más generosos de la historia en manos de apenas 270 personas? Si tenemos en cuenta que en la votación del milagroso empate que echó a Artur Mas de la Generalitat, participaron 3.000 personas, la desmovilización de los militantes cuperos es significativa, un indicio más del atasco en que está metida la política catalana después de la larga resaca del octubre de 2017. Y si cruzamos estos datos con los de la elección de la Asamblea de Representantes del Consell per la República, que tuvo una participación de 22.854 votantes (el 26% de los inscritos) es manifiesto que hasta los más aguerridos están dando muestras de cansancio. ¿No sería ya ahora de asumir esta realidad y abrir el juego?

Desde que el consejero Giró presentó los presupuestos como una oportunidad única, el Govern ha hecho todo tipo de guiños a la CUP para llevarla al redil. El eslogan es mantener la mayoría del 52%. Lo cual ya es en sí una ficción. Este 52% convertido en momento supremo del procés llegó en las elecciones del 14 de febrero, condicionadas por la pandemia y por el cansancio, con una caída espectacular de la participación, que hizo que el independentismo consiguiera su mayor porcentaje con su peor suma de votos.

Muy lejos de los dos millones y pico que parecían ser su espacio firme. Y, sin embargo, sigue el empeño con la CUP para no romper el bloque. En realidad, el problema no es la CUP, sino el desacuerdo permanente entre los dos socios principales: Junts per Catalunya, donde parece que el sector liberal-conservador se impone al componente izquierdista de la amalgama, y Esquerra Republicana, que quiere marcar distancias con la derechización de sus socios. Mantener el bloque de la investidura es la coartada compartida para disimular unas diferencias que hace tiempo que desbordan el marco de la cortesía entre socios. La CUP por tanto para salvar las apariencias. Y no tener que reconocer que después de no haber sabido parar tiempo el proceso que llevó al octubre de 2017 y de cuatro años de impasse hay que afrontar las diferencias y buscar nuevas estrategias.

¿Quién puede substituir a la CUP para salvar las cuentas? Esquerra Republicana piensa en los comunes para no ser rehén de los socialistas y poder jugar fuerte en la negociación de los Presupuestos Generales del Estado. Si fuera el PSC el que le salvara de los apuros habría poco margen: simplemente, devolver el favor. Y Junts prefiere a los socialistas antes que los comunes porque no quiere que de su mano y de la CUP el Gobierno gire demasiado hacia la izquierda. Juegos Olímpicos de Invierno, ampliación del aeropuerto, Hard Rock y Circuit del Vallés son banderas del sector negocios de Junts, para las que se puede contar con la complicidad socialista, y que, sin embargo, están entre los trofeos de caza que cargarían de satisfacción a las izquierdas si pudieran tumbarlos.

Y en este atolladero llevamos semanas, con la política centrada en un fastidioso mercadeo, convertida cada vez más en un espacio paralelo a la realidad, que si algo consigue es generar desconfianza y sensación de ocultamiento de los problemas que roen a la sociedad y a las personas sin acabar de emerger a la superficie a pesar de que el malestar crece y se nota día a día en la calle. Hay tensión y en la superestructura política no se darán por enterados hasta que rompa barreras y se cuele por las vías menos deseables (Francia hoy es un inquietante ejemplo de ello).

La representación de estos días, un tira y afloja más retórico que real, no conseguirá aliviar la sensación de fatiga ante un largo impasse al que no se le ve salida. Se hace camino al andar. No es posible quedarse instalado en la frustración del procés. Y no por repetir que la independencia es el destino se llegará antes. Hay que partir de lo que es posible en las condiciones actuales, y buscar vías para avanzar al tiempo que se trabaja para crear unas condiciones renovadas. Y seguro que no se avanza columpiándose en el mito de la mayoría del 52%. Hay que abrir el juego, graduar las ambiciones y reemprender camino, que el parón está siendo muy largo.


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