Los superyates se adueñan de Barcelona con 23 amarres más en el Port Vell
La concesión se amplió el pasado julio hasta 2048 pese a que el programa electoral de Barcelona En Comú prometía “devolver a la ciudadanía” la infraestructura, cuyo acceso es privativo
Marina Port Vell de Barcelona ha anunciado este miércoles que a partir de 2023 habrá más superyates en sus instalaciones, en pleno centro de la ciudad. La empresa concesionaria invertirá 20 millones de euros para tres proyectos: sumar 23 amarres para barcos de hasta 70 metros de eslora, reduciendo el número de amarres totales, llevar a cabo una reforma paisajística dentro del recinto y mejorar el sistema de suministro de combustible. El Ayuntamiento de Barcelona ha aplaudido la inversión, pese a que ...
Marina Port Vell de Barcelona ha anunciado este miércoles que a partir de 2023 habrá más superyates en sus instalaciones, en pleno centro de la ciudad. La empresa concesionaria invertirá 20 millones de euros para tres proyectos: sumar 23 amarres para barcos de hasta 70 metros de eslora, reduciendo el número de amarres totales, llevar a cabo una reforma paisajística dentro del recinto y mejorar el sistema de suministro de combustible. El Ayuntamiento de Barcelona ha aplaudido la inversión, pese a que Barcelona En Comú prometía en su programa electoral “devolver a la ciudadanía” esta infraestructura que, tras una polémica concesión otorgada en 2010, está dedicada casi exclusivamente a los yates de gran eslora y su acceso es privativo.
El Port Vell, la instalación más antigua del puerto de Barcelona y la más cercana al centro de la ciudad, ha vivido diferentes transformaciones, muy ligadas a la evolución de la economía barcelonesa. Coincidiendo con los Juegos Olímpicos del 1992, se especializó en la náutica recreativa y deportiva, concentrando la actividad de los pescadores en el Moll dels Pescadors, aún en funcionamiento. En 2010 se aprobó la transformación más importante: el Puerto y el Ayuntamiento de Xavier Trias aprobaron convertirlo en un puerto de yates de lujo en el que no tuvieran cabida las embarcaciones pequeñas y medianas. La decisión fue muy criticada por los vecinos del barrio de la Barceloneta, y la Oficina Antifraude de Cataluña apuntó en una investigación a que la financiación para su construcción provenía del blanqueo de capitales, aunque se cerró sin hallar pruebas del delito.
La actual alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, hizo suya la protesta y en el programa electoral de 2015 prometía “recuperar el Port Vell para usos públicos y ciudadanos”, eliminando la barrera de acceso al recinto, entre otras medidas. En el programa electoral de 2019, el partido se comprometía a “corregir errores como el cierre y privatización de espacios (Marina Port Vell). El Ayuntamiento de Barcelona forma parte de la junta de administración y pese a que su visto bueno fue necesario para la concesión de 2010, un portavoz del Puerto de Barcelona indica que las intervenciones no necesitan la autorización del consistorio.
La barrera no solo sigue ahí, sino que la nueva inversión solo prevé abrir parte del espacio resultante tras las reformas en eventos puntuales como el salón náutico. La empresa concesionaria, Marina Port Vell (hasta ahora denominada One Ocean Port Vell) era propiedad de la empresa británica Salamanca Fourteen, que en 2017 vendió el complejo en una operación valorada entonces en unos 90 millones de euros. Los actuales propietarios son el fondo catarí QInvest y Squircle Capital, formado por inversores internacionales. En julio de 2021 consiguieron alargar la concesión hasta 2048.
Reducción de amarres para dar cabida a más superyates
Las actuaciones anunciadas este miércoles forman parte de los compromisos adquiridos en la concesión. El director general de Marina Port Vell, Ignacio Erroz, ha explicado que la reforma impulsa Barcelona como un destino para superyates. La marina tiene actualmente 151 amarres, de los cuales 36 pueden albergar superyates (de entre 30 y 70 metros). El número total de amarres se reducirá a 68 para que quepan 23 superyates más y para emprender la reforma paisajística. Esta incluye liberar los amarres de la parte más visible de la Marina para que desde fuera la vista esté dominada por el agua y no por los barcos, y también se aumentarán los espacios verdes dentro del recinto. La última intervención servirá para implementar un nuevo sistema de suministro de combustible, con una red de tuberías de 510 metros que permitirá llenar los depósitos directamente desde el amarre, sin necesidad de transportar el combustible hasta los yates.
Al acto de presentación han acudido el presidente del Puerto de Barcelona, Damià Calvet, el subdelegado del Gobierno, Carlos Prieto, el secretario de Infraestructuras de la Generalitat, Isidre Gavin, y el concejal de Turismo del Ayuntamiento de Barcelona, Xavier Marcé. Todos han coincidido en valorar la inversión. Gavin ha destacado que se trata de “una oportunidad porque es un activo a potenciar”, y el presidente del Puerto ha desgranado el impacto económico de esta actividad que pese a la pandemia ha seguido aumentando: genera 15.000 puestos de trabajo directos e indirectos y 3.750 millones de euros de facturación anual (el 4,3% del PIB de la ciudad y el 1,4% de la ocupación). Erroz ha afirmado que el impacto ambiental de los superyates en la marina es nulo, porque están conectados a la corriente eléctrica, aunque no ha detallado cuáles son las emisiones asociadas a la entrada y la salida del puerto de estos barcos, ni al consumo eléctrico que hacen.