La Lolailo: una ‘furgo’ para visualizar a mujeres sin hogar en Barcelona

La asociación Lola no estás sola busca extender sus servicios desde Nou Barris a toda la ciudad

Clara Naya, de la asociación Lola no estás sola, que acompaña a mujeres sin hogar, con La Lolailo.MASSIMILIANO MINOCRI (EL PAÍS)

La vivencia de una persona sin hogar no tiene nada que ver si la sufren los hombres que las mujeres. Ellas, además del miedo que cualquier mujer tiene de noche en la calle, lo viven con culpa: perder el hogar, el espacio tradicional de responsabilidad femenin...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

La vivencia de una persona sin hogar no tiene nada que ver si la sufren los hombres que las mujeres. Ellas, además del miedo que cualquier mujer tiene de noche en la calle, lo viven con culpa: perder el hogar, el espacio tradicional de responsabilidad femenina, lo consideran un fracaso personal. De ahí nace Lola no estás sola, una asociación que atiende desde 2017 a mujeres sin hogar en el distrito de Nou Barris de Barcelona.

Con el derecho a la vivienda, el feminismo y la acción comunitaria como patas de su trabajo, la entidad tiene un local pensado solo para mujeres en la calle de la Artesanía, delante del parque de la Guineueta. Un espacio de confianza en el que hay mesas y sillas, una cocina, duchas, lavadora, secadora, un ropero y una consigna para quien necesite dejar sus cosas. Atiende a diario a 30 mujeres del distrito, explica la coordinadora del proyecto, Clara Naya. El objetivo último de los diferentes ámbitos de actuación es empoderarlas para revertir su situación.

Más información

Este viernes, mientras Naya hablaba, en una de las mesas de la terraza había una mujer desayunando con su hijo. Luego se ducharía. Estrictamente, esta usuaria tiene un techo, pero no se le puede llamar hogar, no es un lugar seguro ni confortable, lamentaba Naya, sin entrar en detalles de su situación. Pero insistiendo en que hay casuísticas distintas y complejas; y en que, en cualquier caso, por hogar se entiende un espacio seguro.

La entidad se propone ahora dar un salto al resto de la ciudad: una furgoneta a la que han llamado La Lolailo con la que buscarán atender, acompañar y también visualizar a nuevas mujeres de forma itinerante. “La idea es seleccionar cinco puntos y aparcar cada día de la semana en uno”, señala la coordinadora. El acercamiento al sinhogarismo comienza con algo que parece sencillo pero no lo es: establecer un vínculo con las personas que no tienen casa. “Un espacio en el que detectar necesidades o que la persona sepa que la pueden ayudar”, resume Naya.

En el caso de las mujeres, es difícil encontrarlas y todavía más hablar con ellas a solas. Primero, porque de noche se esconden. Y segundo, a menudo, escogen a un hombre sin techo como pareja; no son relaciones elegidas, apunta Naya, sino que buscan protección.

La furgoneta, La Lolailo, ya está aparcada e incluso rotulada: “Sororidad es cuidarnos las unas a las otras” se puede leer a lado y lado del vehículo y en las puertas traseras. Pero falta vestirla: poner estanterías con material (como productos de higiene íntima), una cafetera y comida, enchufes para poder recargar móviles... Por ello Lola no estás sola ha puesto en marcha una campaña de micromecenazgo para recoger fondos a través de la plataforma Kunectors.

Antes, y de la mano de la Universidad de Barcelona quieren realizar un censo de las mujeres sin hogar en la ciudad. “¿Qué cuántas hay? Pues no lo sabemos. Veremos”, se encoje de hombros Naya. En situación de calle en Barcelona y su área la administración y las entidades hablan de 130, pero en la asociación creen que probablemente serán más.

Dormir bajo techo aunque sea unas horas

Naya explica que una fórmula a la que acuden algunas mujeres sin techo para poder dormir unas horas al día y descansar de la angustia que supone estar siempre alerta es pagar por un espacio un rato por la noche. A veces puede ser una habitación; otras un colmado que cierra a las tres de la mañana y vuelve a abrir a las siete. Pagan con dinero. O a cambio de sexo. “Tener un techo, un sitio horrible donde dormir unas horas, no es un hogar”, advierte Naya, que insiste en que hay muchas mujeres en situación de sinhogarismo: las que están en la cárcel, en recursos asistenciales, realojadas, realquiladas...

Teniendo en cuenta que las mujeres sin hogar suelen acudir a equipamientos por la mañana y de noche se ocultan, la coordinadora de la asociación cree que probablemente La Lolailo prestará su servicio itinerante de tarde. Se ocuparán una profesional de perfil técnico, “una aliada” (como llaman las voluntarias en la asociación), y una mujer que haya estado en situación de calle. “Hablan el mismo idioma”, celebra.

Sobre la firma

Más información

Archivado En