Uno de cada tres libros vendidos en Cataluña ya es en catalán

La 39ª Setmana del Llibre en Català celebrará en septiembre una edición de récord en el Moll de la Fusta, con 69 casetas, 227 expositores y 270 novedades

Aspecto de la Setmana del Llibre en Català en el Moll de la Fusta de Barcelona, en 2020.Manuel Medir (EL PAÍS)

Los libros en catalán, desde hace un tiempo, se venden más en el segundo semestre del año que en el primero. Una de las manos que mece el fenómeno es la Setmana del Llibre en Català, mascarón de proa hoy de ese sector, discutiendo ya su importancia promocional a la mismísima diada de Sant Jordi. Quizá por ello, aún bajo los notables efectos de la pandemia, la que del 10 al 19 de septiembre será la 39ª edición de la Setmana se presenta como la mayor de su historia, con récord de casetas (69) y expositores (22...

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Los libros en catalán, desde hace un tiempo, se venden más en el segundo semestre del año que en el primero. Una de las manos que mece el fenómeno es la Setmana del Llibre en Català, mascarón de proa hoy de ese sector, discutiendo ya su importancia promocional a la mismísima diada de Sant Jordi. Quizá por ello, aún bajo los notables efectos de la pandemia, la que del 10 al 19 de septiembre será la 39ª edición de la Setmana se presenta como la mayor de su historia, con récord de casetas (69) y expositores (227) y la presentación de, al menos, 270 novedades. La cita, que por la situación sanitaria repite escenario —el espacioso Moll de la Fusta en vez de la tradicional avenida de la Catedral—, recupera sus 10 días naturales (el pandémico 2020 quedó en la mitad). Y no puede llegar en mejor momento: uno de cada tres libros que se venden en Cataluña ya es en catalán (37,5%), al menos en el primer semestre de este año, rompiéndose así el longevo techo de cristal del 25%. La cifra la ha aportado Joan Sala, presidente de Editors.cat, que agrupa a los sellos en catalán y que forma parte de la comisión organizadora de la Setmana, durante la presentación de la misma al mediodía de este jueves en Barcelona.

La nueva situación viene acompañada del guarismo que esta misma semana apunta que las ventas de libros en catalán habrían superado en la primera mitad del año en un 4% las del mismo periodo de 2019, saliendo así de la crisis pandémica de 2020. “Es un buen contexto, aunque nos falta mucho aún, como competir mejor en aspectos como la venta on line”, sostiene Sala. También ve en los recientes movimientos de absorciones de sellos —La Magrana, Serres y Molino, por Penguin Random House Grupo Editorial; Viena, por Enciclopèdia Catalana, y hasta en las fusiones de las cooperativas Som (Àmsterdam; Bernat Metge...) y Abacus— señales de esa buena salud: “Me gustan porque tenemos mucha editorial pequeña y poca de mediana y esto da músculo al sector”.

En ese contexto de potencia muscular, la locomotora de la Setmana también ha cargado excepcionalmente su caldera. Así, amén de ganar espacio (lo que permite que, con un aforo máximo del 50%, pueda acoger a 980 personas con todas las medidas sanitarias), ha incorporado diversas novedades. Una de ellas, la participación de nuevos colaboradores, como el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB), el Ateneu Barcelonès, Òmnium Cultural y la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), que organizarán eventos.

Festival de festivales

La otra gran innovación es la voluntad de convertir la Setmana en “un lugar de encuentro también del sector, y hacer de ella un festival de festivales”, apunta el presidente de la Setmana, Joan Carles Girbés. Serán una decena de invitados, entre los que destacan la Fira Literal, el Saló del Còmic, el Clàssics, el Mot y el aún inédito 42, de géneros fantásticos, que organizará el Consistorio barcelonés en noviembre. A esa voluntad de sinergias se une un año más el Institut Ramon Llull al hacer de engarce de los editores y agentes literarios catalanes con homónimos extranjeros, invitaciones que, pandemia obliga, serán virtuales por segundo año.

De nuevo con tres escenarios para actividades (uno sólo para niños), la fuerza de la Setmana ha dado para crear un nuevo espacio para la lectura y para reubicar más cerca de las casetas las zonas de firmas de libros, por donde desfilarán más de un centenar de autores. La experiencia de 2020 permitirá también rectificar y aprovechar el encanto del Port Vell: “Este año no taparemos el mar”, apunta Girbés. A pesar del atractivo de la zona, los organizadores no olvidan su ubicación fetiche, la avenida de la Catedral: “Igual volveremos ya en 2022; está acordado con el Ayuntamiento”, ha dejado caer como recordatorio Girbés, que se negó, sin embargo, a hacer previsiones de público y de ventas, tras el inopinado éxito de una pasada edición (más de 25.000 personas y 325.000 euros en ventas), en la que la Setmana fue el primer gran acto masivo de reencuentro con la cultura. Los organizadores son conscientes de que ese efecto simbólico ya no estará.

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Puestos a reforzarse, la Setmana lo ha hecho también con su cartel de reconocimientos. Así, bajo el epígrafe Premi Difusió quiere reconocer la labor de alguna personalidad en la promoción de los libros en catalán. En esta primera convocatoria ha recaído en Xavier Graset, por la inclusión “con toda naturalidad” del libro (“la palabra pensada”, como lo ha definido el propio periodista), en su espacio Més 3/24, de Televisió de Catalunya.

En la que es ya su 25ª edición, el premio Trajectòria ha recaído en el autor mallorquín de adopción Biel Mesquida (Castellón, 74 años), gran experimentalista formal. “Me siento querido con este galardón; escribimos, también, para ser queridos... Quered, que leer os vuelve guapos”, ha dicho en un sentido parlamento de corte vitalista. El momento editorial lo justifica.

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