Sin techo y sin recursos para aliviar el calor
Las entidades que trabajan con personas sin hogar denuncian la falta equipamientos para combatir las altas temperaturas
Miguel tiene 58 años. Hace cuatro se quedó en paro y poco más tarde se divorció. Vive desde hace “algo más de tres años” en una furgoneta, a la que lleva meses sin pasarle la ITV, aparcado en la sierra barcelonesa de Collserola. Cada mañana acude al Centro de Acogida Assis, donde le proporcionan comida, ducha y ropa. Este invierno llegó a arroparse dentro del vehículo con hasta cuatro mantas “una encima de la otra...
Miguel tiene 58 años. Hace cuatro se quedó en paro y poco más tarde se divorció. Vive desde hace “algo más de tres años” en una furgoneta, a la que lleva meses sin pasarle la ITV, aparcado en la sierra barcelonesa de Collserola. Cada mañana acude al Centro de Acogida Assis, donde le proporcionan comida, ducha y ropa. Este invierno llegó a arroparse dentro del vehículo con hasta cuatro mantas “una encima de la otra”. “Los veranos son todavía más duros. Es imposible quedarse dentro de la furgoneta cuando aprieta el sol. Me siento, intento beber agua y así va pasando el día”, resume Miguel. El último recuento de Arrels cifró en 895 las personas que duermen en la calle en Barcelona.
Assis ha hecho, otro año más, un llamamiento pidiendo ropa de verano, cantimploras e incluso cremas solares para personas sin hogar que, como Miguel, duermen al raso, o casi, en las calles de la ciudad. Jesús Ruiz es el director del centro de acogida: “Parece que a las personas sin hogar las administraciones les hacen más caso cuando hay olas de frío que cuando hay olas de calor y, en realidad, son personas que sufren todo el año. Vivir en la calle es muy duro”. Ruiz considera que mientras haya personas durmiendo en la calle las administraciones deberían proporcionar espacios y equipamientos para que puedan pasar el día, y la noche, y más en situaciones tan límites como las olas de calor y frío.
El Ayuntamiento de Barcelona asegura que el próximo 15 de junio activará el Centro de Urgencias y Emergencias Sociales de Barcelona (CUESB) como “refugio climático” ante una posible ola de calor. El Consistorio advierte de que el plan de actuación para prevenir los efectos de las olas de calor sobre la salud funciona desde 2007 y prevé diferentes niveles cuando el termómetro supera los 33,6 grados durante tres días seguidos. A partir de ese momento se activa un operativo preventivo para las personas vulnerables. Cuando la fase de emergencia es más alta, el Ayuntamiento asegura que proporciona comidas a domicilio y ventiladores a personas vulnerables con vivienda y a los sin techo se les traslada a centros climatizados.
Pese a ello, muchas entidades consideran que las administraciones no están haciendo todo lo posible para proteger a los más vulnerables ante una ola de calor. El director de la Fundació Arrels, Ferran Busquets, lamenta que en Cataluña hay muertes de personas sin techo causadas por olas de calor. “En 2019 tenemos constatadas dos muertes de personas sin hogar por olas de calor, pero seguro que hay muchas más porque nosotros como entidad no tenemos acceso a las autopsias”, argumenta.
“El calor es muy peligroso porque la gente que vive en la calle está menos tapada y eso les hace muchísimo más vulnerables. La gente sabe si se trata de un hombre o una mujer al no tener cartones o ropa encima”, advierte. Busquets lamenta que uno de los inconvenientes del verano es que muchos indigentes optan por dormir en la playa. “Hemos visto quemaduras solares muy profundas. Pero ese no es el único problema. Hay más turistas, más ruido, más molestias para la gente que está en la calle. Además, es época de vacaciones y muchos recursos cierran o entidades tienen menos voluntarios y eso acaba pasando factura en las personas más vulnerables”, añade.
Los sin techo ante las olas de calor recurren a bibliotecas, estaciones de tren u otros lugares climatizados. “El problema es que cualquiera de nosotros sentado en una estación de tren no tiene problemas pero los sin techo a la que llevan un rato les suelen echar”, lamenta el director de Arrels.
Sin fuentes en Lleida
Al principio de la pandemia se cortó el suministro de agua en varias fuentes de la capital catalana. Un suministro que poco a poco se ha restablecido. No ha sido así en Lleida, donde ya llevan días en que el termómetro supera los 33 grados. Maria José Rosell, secretaria general de Càritas Diocesana de Lleida, asegura que esta semana varias entidades han pedido al consistorio que vuelva a abrir las fuentes. “En el pabellón de Fira de Lleida ya hay temporeros durmiendo y hay decenas de personas en las calles que sin agua pueden tener problemas serios de deshidratación”, advierte.
En la capital del Segrià las temperaturas superan los 40 grados cada verano y según el último recuento hay dos decenas de sin techo malviviendo en las calles, sin contar muchos de los temporeros sin papeles que están a punto de llegar a la ciudad. “Lo curioso es que apenas hay servicios y muchos cierran en agosto. Necesitamos soluciones habitacionales y dispositivos que puedan ir transformándose según las necesidades de las personas sin hogar”, defiende la secretaria general de Càritas Diocesana.
El Consistorio de Lleida activa el plan de actuaciones para prevenir los efectos de una ola de calor en el municipio de Lleida (POCSMLL) cuando el termómetro supera los 38,4 grados durante tres días seguidos. En ese momento se activa el departamento de Protección civil para asistir a los vecinos más vulnerables y se utilizan entre otros centros cívicos y museos como refugios climáticos.
Miguel ya ha asumido que pasará otros tres años, hasta que cumpla 61 y pueda jubilarse, viviendo en el interior de la furgoneta aparcada en Collserola. “Nunca hubiera podido imaginarme malviviendo así”, lamenta. No tiene agua corriente, ni lavabo y sabe que lo único que podrá hacer este verano para protegerse es “ponerse a la sombra”.