MUSEOS

La noche de los museos fue de día

Resultó revitalizador que un público abundante volviera a acudir a los centros, pero el horario deslució la convocatoria

Colas en la entrada del Museu d'Art Contemporani de Barcelona (Macba) en la Nit dels Museus.Albert Garcia (EL PAÍS)

La tradicional Nit dels Museus ha podido celebrarse el sábado por fin de manera presencial en 70 centros de Barcelona y el área metropolitana, aunque con las limitaciones de aforo y horario a las que aún obliga la pandemia. Así, la actividad empezó a las seis de la tarde, a plena luz del día, y acabó a las diez de la noche, con lo que tuvo escaso tiempo de esa nocturnidad que proporciona identidad y gracia especiales a la convocatoria.

La experiencia de visitar los museos de noche, con lo que tiene de mágico y diferente, se redujo prácticamente a media hora escasa, pues muchos museos, c...

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La tradicional Nit dels Museus ha podido celebrarse el sábado por fin de manera presencial en 70 centros de Barcelona y el área metropolitana, aunque con las limitaciones de aforo y horario a las que aún obliga la pandemia. Así, la actividad empezó a las seis de la tarde, a plena luz del día, y acabó a las diez de la noche, con lo que tuvo escaso tiempo de esa nocturnidad que proporciona identidad y gracia especiales a la convocatoria.

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La experiencia de visitar los museos de noche, con lo que tiene de mágico y diferente, se redujo prácticamente a media hora escasa, pues muchos museos, como el Picasso, dejaron de permitir la entrada ya a partir de las 21.30 horas. Tampoco fue fácil acceder a los centros libremente, dado que la mayoría exigían cita previa. De todas formas, resultó revitalizador que el público en los museos volviera a ser abundante e incluso se formaran algunas colas. En ese aspecto al menos la experiencia se reveló positiva.

A las seis y media reinaba una gran animación a la entrada del Museu de Arqueologia de Catalunya (MAC) en Barcelona. Una veintena de soldados romanos bajo el mando de un legado y un centurión y con el aquilífero, el portaestandarte, al frente, tocado con la tradicional piel de lobo, hacían una musculada demostración de la forma de luchar de las legiones. La escena era de un gran realismo, si no se tenían en cuenta las mascarillas que llevaban los legionarios. Decenas de personas, incluidos dos mossos d’esquadra que habían detenido el coche patrulla frente al centro (intentando acaso evaluar cuántas burbujas componen una cohorte), seguían atentamente las evoluciones de la tropa, entre ellas la formación de la testudo, la tortuga, con los escudos juntos para defenderse.

Era una de las actividades programadas con motivo de la Nit dels Museus, que incluía visitas guiadas a la estupenda exposición en cartel L’enigma iber, arqueologia d’una civilització (hasta enero de 2022). Para acceder al MAC había que hacer un poco de cola, muy llevadera gracias a los legionarios. Dentro, los visitantes disfrutaban de un recorrido con sorpresas como poder oír hablar en íbero o escuchar el barritar de los elefantes de Aníbal. “Está muy animado, pero con el aforo reducido y grupos de 30 personas cada media hora no vamos a conseguir las cifras de antes de la pandemia”, suspiraba el director del museo, Jusèp Boya, que admitía resignado que la Nit dels Museus pierde parte de su encanto al no poder celebrarse en horario nocturno.

Actividad de reconstrucción histórica en la puertadel Museu d'Arqueologia con motivo de la Nit dels Museus el sábado.

En la Fundación Miró había una pequeña cola para entrar. Acudir sin cita previa no suponía un problema. “Nos están sobrando entradas”, señalaban en la puerta. Dentro, el museo, que lo ha pasado realmente mal durante la pandemia, estaba bastante concurrido, incluidas la tienda y la cafetería, ofreciendo una imagen reconfortante. De Nit dels Museus, por eso, nada. La terraza ofrecía una vista fantástica de la ciudad con el cielo azul y mucha luz.

Algo más tarde, en el Macba, cuyas calles y terrazas de alrededor estaban muy concurridas, se podía acceder directamente si habías reservado cita; de no haberlo hecho, tenías que esperar en una pequeña cola lateral. La luz seguía sin bajar aunque eran las ocho y media de la tarde.

En el Picasso, a las nueve y media en punto sí que era oscuro, pero ya no dejaban entrar, o sea Nit, pero sin Museus. Peor era delante, donde el Museu Etnològic i de Cultures del Món (sede Moncada) estaba cerrado a cal y canto. Afortunadamente en el Marés, aunque llegaras a las 21.45 aún te dejaban entrar con mucha amabilidad para una visita rápida. “Es cierto que es una pena que se pierda la magia de las visitas nocturnas”, reconocía una joven vigilante, “pero peor fue el año pasado, es lo que hay, esperemos que el año que viene todo vuelva a ser normal”.

Realmente ha resultado decepcionante no poder vivir esa experiencia mágica con su punto transgresor de visitar los museos de noche. Paradójicamente, mientras los museos echaban el cierre apenas anochecido, el resto de la ciudad parecía en estado de efervescencia, con mucha gente en las calles y la restauración abierta. El arte fue el primero en irse a dormir, con horario infantil.

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