Paco Poch: “Para crear tu sello propio tienes que dar tumbos”

El productor de ‘La leyenda del tiempo’, homenajeado en un libro, desgrana los secretos de su profesión

El productor de cine Paco Poch, en Barcelona.Albert Garcia (EL PAÍS)

Paco Poch. Acerca de su producción de cine documental y su reptrspectiva en la XXI Edición del Festival Cinespaña de Toulouse (EPAC) es un libro con algo de road movie: el viaje en coche a Toulouse; algo de entrevista: las que la autora (y copiloto en el viaje), Gabriela Zea, hace a Isaki Lacuesta, José Luis Guerín, Jordi Balló o al propio Paco Poch, entre otros; algo de recuerdos: de películas, de rodajes, de ilusiones…; algo de didáctica: las 125 páginas son una lección de cine documental. En resumen, un documental como los que produce Poch, pero en formato libro.

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Paco Poch. Acerca de su producción de cine documental y su reptrspectiva en la XXI Edición del Festival Cinespaña de Toulouse (EPAC) es un libro con algo de road movie: el viaje en coche a Toulouse; algo de entrevista: las que la autora (y copiloto en el viaje), Gabriela Zea, hace a Isaki Lacuesta, José Luis Guerín, Jordi Balló o al propio Paco Poch, entre otros; algo de recuerdos: de películas, de rodajes, de ilusiones…; algo de didáctica: las 125 páginas son una lección de cine documental. En resumen, un documental como los que produce Poch, pero en formato libro.

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El homenajeado, humilde, inquieto, incansable, creador de la productora Mallerich Films y profesor durante más de 25 años en la UPF ha producido documentales y largometrajes para cine y televisión como La leyenda del tiempo o Cravan vs Cravan, de Lacuesta, Innisfree, de Guerín, Les veus del Pamano, La maleta mexicana, ¿Puedes oírme?, El cas Pinochet, Gaudí, La senyora… Ahora, con más de 40 años de profesión, sigue con proyectos, el último (mientras madura una producción sobre Lluís Maria Xirinachs), la película de Agustí Villaronga El vientre del mar, basada en una novela del italiano Alessandro Baricco, que se acaba de llevar el Premio de la Crítica en el prestigioso festival de Moscú. “En esta película he hecho de consultor, más que de productor”, explica Poch (Igualada, 1951). “Es muy pura, es Agustí en esencia, su imaginario con máxima libertad creativa”.

“Si produces una película que no te gusta, lo acabas pagando”

Al productor, que imparte un máster de Producción, aunque parado temporalmente por la pandemia, le gusta moverse en “la frontera entre la realidad y la ficción” y es una de las voces más autorizadas de su profesión. Tiene claro cuáles son los límites. “La aportación que hace un productor a la película es muy sutil”, dice. “Otros se reconocen directores frustrados, yo no. Nunca he tenido el gusanillo de dirigir una película. Quizá por inseguridad. Mis intervenciones nunca llegarán a presionar al director. Mi labor es ayudarlo, no coartarlo, desde luego. Y presionarlo, solo por cuestiones presupuestarias, de plazos… Yo tengo que encontrar el equilibro entre recursos y creación”.

“Creo que es importante crear un estilo propio”, explica. “Para ello, propongo hacer películas que me gustaría ver”. Por ejemplo, le gustó la novela de Vila-Matas El viaje vertical y le propuso a la directora Ona Planas convertirla en película; lo mismo con Les veus del Pamano, novela que le tocaba de cerca por los orígenes pallareses de su familia materna, que acabó dirigiendo Lluís Maria Güell. “Claro que también compré los derechos de Camí de Sigra, de Jesús Montcada, y no funcionó. Estas cosas también pasan”.

“El cine tiene que estar ligado a la realidad y a su transformación”

Como también ocurre, por descontado, tener que hacer alguna producción que no te acabe de gustar: “Cogí una película porque necesitaba líquido para la empresa y ya arrastraba parte de la financiación”, recuerda, sin querer revelar el nombre de la producción. “Al final fue una ayuda envenenada. Nunca recomiendo a mis alumnos de Producción aceptar películas porque lleguen con parte de la financiación. Lo mejor es coger un proyecto que te guste, que te guste el guion, el director o la directora. Si no, lo acabas pagando”.

“Luego hay proyectos que te interesan para marcar un estilo de calidad, creatividad e innovación. Y para crear tu sello propio tienes que dar tumbos”, dice Poch. Y una vez tienes un sello consolidado, llegan proyectos que suelen interesar: “La idea de Plensa [el documental ¿Puedes oírme?] me llegó y aporté todo lo que pude, porque me interesaban mucho el personaje y la temática”.

En el libro de Gabriela Zea definen el estilo de Poch como “comprometido” y “arriesgado”. “El compromiso me gusta, porque creo que el cine tiene que estar ligado a la realidad y a su transformación, reflejar los problemas que hay en el mundo y ser solidario con lo que pasa”, comenta. “Si tenemos el privilegio de hacer cine mientras miles de refugiados están muriendo en el mar, pues como mínimo colaboremos a una sensibilización. Si alguien se siente identificado con el mensaje, ya es algo”. Y recuerda películas como las de Costa Gavras, que denuncia dictaduras, o El caso Pinochet, de Patricio Guzmán. “El cine de denuncia es muy necesario”.

“El cine denuncia es muy necesario”

Paco Poch no teme la irrupción de las plataformas digitales. “Pagan mucho dinero y puedes financiar una película entera con una sola plataforma. Todavía no he trabajado con ninguna, pero no tengo ningún inconveniente en hacerlo, siempre que dejen espacio para la diversidad. Soy un defensor del producto personal, creativo, sincero y de calidad.taco la uniformización”.

Lo de arriesgado no es solo por la dificultad financiera (“Nunca consigo el 100% de la financiación antes, siempre queda ese 20% que te hace sufrir…”, revela), sino por su apuesta por jóvenes talentos. Poch pone el ejemplo de Isaki Lacuesta, alumno suyo, que le presentó la idea de Cravan vs Cravan, sobre el poeta y boxeador Arthur Cravan, que combatió contra el campeón del mundo de los pesos pesados Jack Johnson en Barcelona y que desapareció sin dejar rastro en 1918. “Me moría de ganas de producir ese proyecto”, reconoce Poch. “Encima él [Isaki Lacuesta] era muy bueno y eso es clave, por muy joven que sea, porque tira del carro. Fue una experiencia brillante, buenísima”. Con Lacuesta, Poch trabajó también en La leyenda del tiempo y tiene pendiente una tercera colaboración (en Entre dos aguas hubo más productoras). “Hay una idea muy buena sobre un artista que falsificó 11 cuadros de Johannes Vermeer que no se habían encontrado. A Isaki y a mí nos fascina hablar sobre lo que es y lo que no es, la verdad y la mentira, lo de delante y lo de detrás… Pero no acaba de salir un guion. Estamos a la espera”.

“Nunca he tenido el gusanillo de dirigir una película”

Es muy habitual que en una película haya muchos productores. “Yo siempre intento buscar a otro, coproducir. Y centrarme en proyectos pequeños, más manipulables, asumiendo complicidades. Igual por esto he hecho documentales, porque me son más controlables y me suponen menos riesgo de endeudarme. Tuve un fracaso al principio y ahora tengo pánico a endeudarme”.

Paco Poch no teme la irrupción de las plataformas digitales. “Pagan mucho dinero y puedes financiar una película entera con una sola plataforma. Todavía no he trabajado con ninguna, pero no tengo ningún inconveniente en hacerlo, siempre que dejen espacio para la diversidad. Soy un defensor del producto personal, creativo, sincero y de calidad. Ataco la uniformización”.

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