Uno de cada cinco trabajadores de las residencias catalanas no está vacunado

El miedo a los efectos secundarios, la movilidad laboral y las dudas de las profesionales que quieren ser madres limitan la protección total de los geriátricos. La patronal y las familias exigen una vacunación masiva

Josefa Pérez, de 89 años, la primera persona en recibir la vacuna contra el coronavirus en Cataluña, en la residencia Feixa Llarga, en L'Hospitalet de Llobregat (Barcelona), el pasado diciembre.Alejandro García (Efe)

La protección de las residencias catalanas contra el coronavirus tiene una brecha: un 19% de los profesionales de estos centros en Cataluña no se han vacunado. La inmunización en las residencias ha reducido sus índices de positividad y mortalidad a niveles irrisorios, pero el aislamiento no se completa porque en los dos últimos meses se han vacunado 3.000 profesionales, por los 31.000 de los primeros dos meses. Quedan unos 8.000 sin proteger, aproximadamente. El Govern atribuye el escaso crecimiento a la inestabilida...

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La protección de las residencias catalanas contra el coronavirus tiene una brecha: un 19% de los profesionales de estos centros en Cataluña no se han vacunado. La inmunización en las residencias ha reducido sus índices de positividad y mortalidad a niveles irrisorios, pero el aislamiento no se completa porque en los dos últimos meses se han vacunado 3.000 profesionales, por los 31.000 de los primeros dos meses. Quedan unos 8.000 sin proteger, aproximadamente. El Govern atribuye el escaso crecimiento a la inestabilidad laboral, pero los trabajadores también esgrimen motivos de salud o recelo. La patronal y las familias exigen una vacunación masiva.

La Associació Catalana de Recursos Assistencials (ACRA), una de las patronales del sector, lamenta que uno de cada cinco trabajadores estén desprotegidos y que, por tanto, puedan transmitir el virus con más facilidad. “Queremos que todos los trabajadores se vacunen. Un 81% de profesionales vacunados me parece poco”, demanda Cinta Pascual, la presidenta de la entidad. En su opinión, “después de vivir lo que hemos vivido, no vacunarse es una aberración”. Pascual considera que parte del rechazo a la vacuna se explica por el recelo de las trabajadoras que quieren ser madres. “Al principio, había un punto de incertidumbre entre las mujeres en edad de quedarse embarazadas o que están dando lactancia. Esto nos hizo daño”, explica. El Ministerio de Sanidad recomienda actualmente posponer la vacunación en las embarazadas.

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Existen otros factores que retrasan la vacunación entre los trabajadores, según Susana, directora del Club d’Avis Les Saleses, una entidad que gestiona tres residencias en Barcelona. “Los profesionales que de momento rechazan la vacuna esgrimen motivos de salud, de maternidad, o simplemente ciertos recelos”, asegura. En sus geriátricos, entre un 15% y un 20% de los trabajadores no están vacunados. “Al principio el porcentaje era mayor”, añade.

Pascual y Susana rechazan que la vacuna sea un requisito para trabajar en las residencias. “No podemos obligar a nadie por una cuestión legal”, explica la directora de ACRA, “pero éticamente estas personas que se dedican a la extrema vulnerabilidad deben estar vacunadas”. La Coordinadora de Residencia 5 + 1, entidad de familiares de residentes, critica que aún queden tantos profesionales por vacunar: “Pensaba que con el tiempo se vacunaría a más gente, es increíble que no quieran”, lamenta su portavoz, María José Carcelén.

“Éticamente los trabajadores de las residencias deben estar vacunados”, reclama la patronal

Según datos de ACRA, un 80% de los trabajadores en las residencias aceptaron a principios de enero vacunarse, pero el 20% restante no mostró un rechazo concreto. Las cifras coinciden con la protección actual, estancada desde hace semanas.

La vacunación de los sanitarios y de los residentes fue una prioridad para el gobierno por tratarse de colectivos vulnerables. En los dos primeros meses, la Generalitat vacunó a 31.000 profesionales de los geriátricos, mientras que dos meses después la cifra subió hasta los 34.000. Ahora quedan unos 8.000 trabajadores sin vacunar, el 19% de los 42.000 totales, según el censo que registra el Departamento de Salud. El Ministerio de Sanidad no tiene datos segregados que permitan comparar la cobertura de estos trabajadores en el resto de comunidades, que tienden a no ofrecer un nivel de detalle en los registros como el de la Generalitat.

“Podríamos mejorar”

La Generalitat contempla que hay un 4% de rechazo a la vacuna entre los sanitarios. La diferencia con el total del personal sin inmunizar, según el Govern, se explica por la inestabilidad laboral. “Son profesionales con mucho recambio y siempre les vamos vacunando”, analiza la responsable de la vacunación en Cataluña, Carmen Cabezas. “Si una persona se incorpora a trabajar le ofrecemos la vacuna. Queremos que las residencias sean entornos protegidos, y ahora la situación es muy buena”, añade. Cabezas, sin embargo, admite que la protección colectiva se ha estancado. “Ha crecido poco [en las últimas semanas]. Se podría mejorar. Es uno de los puntos que queremos reforzar”.

Ona es una de las sanitarias que rechazan la vacuna. Tiene 34 años, pide el anonimato porque teme represalias laborales y defiende su derecho a no vacunarse de momento. “Me dan miedo los efectos secundarios a medio y largo plazo”, argumenta. “Las autoridades me generan desconfianza. Han cambiado las pautas de vacunación cada dos por tres. Y al final, no te fías de ellos”. Todos los estudios de la Agencia Europea del Medicamento aseguran que los beneficios son mucho mayores que los riesgos de los efectos producidos por la vacuna. Ona admite que sus jefes desconocen que no está protegida, y que su decisión no tiene el apoyo de su entorno. “Una compañera me dijo que le parecía fatal, que era una falta de respeto para los compañeros y los enfermos. Yo no soy ninguna kamikaze: me lavo las manos, no salgo de casa, me tomo la temperatura... Pero me pregunto si tendrá razón y tengo que cambiar la perspectiva. Si me obligan a vacunarme, ¿qué repercusiones tendré a largo plazo, y quién asumirá estas posibles responsabilidades?”, se pregunta.

“¿Qué repercusiones tedrá la vacuna a largo plazo, y quién asumirá estas posibles responsabilidades?”, se pregunta una sanitaria que no se ha vacunado

Ingrid está en la misma situación. Tiene 32 años, trabaja en Vall d’Hebron, no quiere inmunizarse y critica la diferencia de criterios de los países europeos. “¿Qué seguridad transmiten si cada territorio toma decisiones diferentes?”, cuestiona, además de plantear si la vacuna protegerá de las variantes y cuánto durará la inmunidad. Los expertos aseguran que la vacuna es efectiva de momento frente a las nuevas cepas.

Caída de los positivos y las muertes en los geriátricos

La vacunación ha cambiado rotundamente la situación de los geriátricos. Actualmente solo un centro sufre un brote descontrolado, en la zona del Camp de Tarragona, mientras que una veintena tiene casos esporádicos. El resto de residencias, más de 1.000, no tienen ningún positivo detectado. El Departamento de Salud notificó la semana pasada ocho fallecidos en los geriátricos, por los más de 100 que sufrió la semana anterior al inicio de la vacunación. El 95% de los usuarios de los geriátricos han recibido un pinchazo.

”Los índices de positividad y mortalidad han bajado mucho en las residencias”, celebra David Olivé, delegado del sindicato de enfermería Satse Catalunya. “Y las bajas y cuarentenas en los sanitarios también han disminuido”, añade. Cataluña recibió ayer las primeras 24.000 dosis de Janssen. Esta vacuna, de una única dosis, se utilizará inicialmente en las personas de entre 70 y 79 años.


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