La abstención de Junts hace fracasar el primer intento de investidura de Aragonès
El candidato de ERC necesita la mayoría simple del Parlament el próximo martes para ser elegido presidente de la Generalitat
La incógnita sobre quién ocupará la presidencia de la Generalitat de Cataluña se mantendrá unos días más, hasta el próximo martes. El candidato de Esquerra Republicana, Pere Aragonès, no ha logrado este viernes el aval mayoritario del Parlamento catalán al no haber logrado el apoyo de sus, hasta ahora, socios de Junts per Catalunya. La formación que lidera Carles Puigdemont se ha abstenido en la votación de este viernes mientras sig...
La incógnita sobre quién ocupará la presidencia de la Generalitat de Cataluña se mantendrá unos días más, hasta el próximo martes. El candidato de Esquerra Republicana, Pere Aragonès, no ha logrado este viernes el aval mayoritario del Parlamento catalán al no haber logrado el apoyo de sus, hasta ahora, socios de Junts per Catalunya. La formación que lidera Carles Puigdemont se ha abstenido en la votación de este viernes mientras sigue negociando los detalles de la investidura con Esquerra Republicana. La votación, que ha cerrado más de diez horas de debate, se ha saldado con 42 votos a favor (los de ERC y la CUP), 61 en contra y 32 abstenciones, las de Junts.
Antes de la votación, Junts per Catalunya ha dado una vuelta de tuerca a las negociaciones con ERC para formar Govern y ha pedido al candidato Pere Aragonès que deje a medias el debate de investidura para tener más tiempo para llegar a un pacto. El líder de Junts en el Parlament, Albert Batet, ha hecho la petición al republicano durante su intervención en la Cámara y después de confirmar que se disponían a abstenerse en la votación. Aragonès tendrá una segunda oportunidad para alcanzar la presidencia el próximo martes en una segunda votación, para la que ya no necesitará la mayoría absoluta de los votos (68) sino más votos a favor que en contra. Con todo, el sí de Junts continuará siendo imprescindible.
La propuesta de Albert Batet ha llegado después de asegurar que su formación no forzará unas nuevas elecciones y de reconocer que Aragonès tiene el derecho a reclamar la presidencia. El republicano ha realizado esta mañana, ante el pleno del Parlament, un discurso que evidentemente no ha logrado seducir a Junts. Aragonès se ha centrado en la política social y no ha entrado en las concreciones sobre la hoja de ruta del independentismo que desde hace días le pedía la formación que lidera el expresident Puigdemont.
La sesión ha comenzado con 50 minutos de retraso, debido a las discusiones sobre la delegación del voto del exconsejero Lluís Puig, huido en Bruselas. El PSC, Ciudadanos, PP y Vox vieron cómo sus objeciones eran rechazadas y finalmente la Mesa del Parlament aceptó que el diputado pudiera participar en la sesión. El reglamento solo establece la delegación en caso de permisos de paternidad o maternidad o enfermedad.
El discurso de Aragonès ha esbozado la línea del futuro Govern, más allá de los compromisos adquiridos con la CUP a cambio de su voto afirmativo en la votación de este viernes. Eso sí, el republicano ha hecho una mención especial a la líder de los anticapitalistas, Dolors Sabater, por facilitar su apoyo. Tampoco faltaron guiños y algún reproche a los diputados de Junts, que se finalmente se abstuvieron y obligan así a una segunda ronda de votación. “Si queremos llegar a acuerdos, más allá de escucharnos y de estar predispuestos a entendernos, creo que todos tenemos que explicarnos con toda honestidad y absoluta transparencia”, ha dicho el presidenciable de ERC. Aragonès también ha pedido evitar caer en “diálogos de sordos”.
Frialdad de Junts
La intervención fue recibida con frialdad por Junts, que después cargó con fuerza en su intervención. Varios de sus diputados, consultados por este diario, aseguran que “aún queda mucho” para llegar al sí y formar Govern. En el discurso “hay cosas que están bien, pero aún falta abordar los temas principales”, dijo un exconsejero, en referencia a la falta de concreciones en el ámbito independentista. También lamentaron lo que consideran una “falta de guiños” para intentar llegar al acuerdo.
El punto de desencuentro entre ERC y Junts ha estado centrado en sus diferencias sobre la hoja de ruta independentista, incluyendo el papel del llamado Consell de la República —un ente no oficial independentista impulsado desde Bélgica por el expresidente huido Carles Puigdemont— y los límites temporales del diálogo con el Gobierno central. Los del partido de Puigdemont quieren que el papel del Consell ―y del expresident― tenga cierto blindaje. Aragonès ha dejado claro en su intervención que de momento la apuesta es el diálogo “pese a todas las reservas”. Y que el liderazgo colectivo del independentismo no debe residir solo en Waterloo, sino que la última palabra la debe tener el Acuerdo Nacional por la Amnistía y la Autodeterminación, donde, claro está, el Consell podría estar.
Si el diálogo falla, ha dicho Aragonès, “no decaeremos y seguiremos construyendo las alternativas para construir la república catalana”. Es precisamente esa falta de concreción la que Junts per Catalunya rechaza. Los de Puigdemont exigen, entre otras cosas, que los republicanos detallen qué piensan hacer si la mesa de diálogo fracasa, es decir, qué otros movimientos unilaterales plantean. El coordinador nacional de ERC no ha entrado en ese punto.
Batet ha reivindicado el papel del Consell de la República. “Es clave para prepararnos para asumir la república catalana, por eso lo defendemos. Tiene que ser el espacio de la dirección colegiada, el órgano decisorio de la hoja de ruta independentista”, ha dicho el jefe de filas de Junts. Aragonès, por su parte, ha reivindicado su estrategia y que “no es incompatible” con lo planteado. El republicano no ha aceptado la oferta de Junts y ha defendido “la obligación” del independentismo de ponerse de acuerdo para sacar adelante un Govern.
Primeros pasos
De cara a sus primeros días de Govern, Aragonès ha propuesto movilizar 700 millones de euros para “hacer frente a la emergencia económica”. Un paquete que incluye acciones, con poco detalle, a favor de la contratación de jóvenes y personas en situación de vulnerabilidad o en reducción de las listas de espera de los servicios sociales. Para todo el mandato, los republicanos plantean dedicar 1.000 millones de euros en políticas de vivienda.
La situación de crisis derivada del coronavirus, ha explicado Aragonès, exige conformar una “nueva Generalitat republicana” con un Govern “fuerte, estable y ambicioso”. Un republicanismo que el líder de ERC entiende tanto en su visión de derechos como de ambición de Estado independiente. El Ejecutivo que quiere presidir, ha dicho, tendrá tres ejes: afrontar las desigualdades, que la reconstrucción impulse un cambio en el modelo productivo de Cataluña y lograr el referéndum y la amnistía.
Aragonès ha querido alejarse de la idea de un independentismo excluyente y de “reminiscencias históricas” para centrar “la nación catalana” como una opción de futuro: “Hoy, ser catalán se asienta en la fortaleza de la construcción de un proyecto que en buena parte pasa por la búsqueda del bien común”. Y ha pedido a la gran mayoría de los diputados “no olvidar” que la idea de “que Cataluña es una nación es un mínimo común denominador que no se puede dejar perder”. El catalán, ha afirmado, “debe recuperar el papel central como lengua de encuentro”.
El hasta ahora máximo responsable de la vicepresidencia económica de la Generalitat también ha aprovechado para marcar su perfil más reformista en ese ámbito. “No hay libertad económica cuando los oligopolios ejercen una posición de dominio que condiciona y limita a emprendedores, profesionales y pequeños empresarios. Por eso defiendo la intervención pública, para corregir la tendencia natural a crear posiciones de dominio que adulteran la libertad económica”.
En su mandato, ha dicho el republicano, se pondrá al frente “el cambio cultural y económico” que implica poner el feminismo en el centro de la acción política y que espera poder formar un Ejecutivo paritario. Y ha mencionado retos que urge abordar, como el del envejecimiento de la población. En solo una década, ha recordado, el 22,7% de la población tendrá más de 65 años. Ahora ese porcentaje no llega al 20%.